Del libro del escritor, diplomático y líder NS chileno Miguel Serrano
Fernández (1917-2009) "Manú. Por el
Hombre que Vendrá" (1991) presentamos aquí cinco capítulos continuos
de la sección "En Gerda" (pp.
69-89) de su primera parte, los cuales corresponden al fragmento donde
desarrolla una cosmogonía esotérica según él la entiende dentro de un marco
hitlerista, describiendo la llegada, la existencia y la "caída"
involutiva voluntaria o estratégica de los Asen
y los Vanen, míticos ancestros
divinos de los pueblos germánicos, en una antiquísima lucha contra el Demiurgo,
y realizando una mítico-poética explicación de la vida del Yo en el cuerpo y la
conciencia.
LA
PLASMACIÓN
Gerda es el nombre que los antiguos germanos dieron al astro solidario y
prisionero que hoy llamamos Tierra. Una Diosa, un Aion femenino, cogido en las redes, como Pistis Sophia. Dentro de la forma esférica, que nosotros le atribuímos,
deberá existir el cuerpo de un gigante sombrío y sufriente, un gigante
femenino. Nos hemos transformado en sus células, con forma en parte idéntica —a
"su imagen y semejanza"—, retenidos por su gravedad, Mas, ¡de aquí no
procedemos!... Somos también sus prisioneros.
La
historia lleva millones de años repitiéndose, y es muy lejana. Es la historia
de los Dioses que entraron en combate y fueron derrotados. Voluntariamente derrotados.
Viniendo
de la distancia del Huevo Órfico, del Eros Pre-Cosmogónico, al otro lado del
Universo demiúrgico de las estrellas prisioneras, se verán entrar como un disco de luz fría, increada, a través de esos Hoyos
Negros, compuestos de plasmas, de¡ silencio absoluto, donde ninguna luz de aquí
penetra ni perdura. Son los Ovnis,
los Vimanas, un "Carro de
Fuego", algo redondo, que gira, o que las ondas gravitacionales
demiúrgicas hacen girar.
Con
un plan estratégico, los Divinos se han extendido por el Cosmos, residiendo en
diversos astros del firmamento, hasta llegar a Gerda. Mas, aunque esto debe apreciarse, desde el espacio-tiempo,
como una entrada desde distancias inconmensurables, todo sería como un cambio
de estado mental, instantáneo, el traspaso de un plano a otro, de un universo
de la Mente a otro. Y también de la Energía, de tal modo que la concepción
cátara de los distintos cielos, más sutiles unos que otros, y su afirmación que
"desde el Quinto Cielo hacia abajo
reinaba la confusión, por la mezcla demiúrgica", sería verídica.
El
Hitlerismo Esotérico considera que cada "Carro de Fuego", Vimana o Disco de Luz que penetra esta atmósfera es un Él desprendido de ELELLA, en busca de su ella, o una Ella desprendida de ELLAEL, en busca de
su él. Es un Dios, es Wotan, es Baldur, es Freya.
Pero
"Aquello" que se desprendió del Huevo Órfico no puede entrar aquí entero,
pues no cabría, a pesar de haber dejado la mayor parte de sí mismo en el Huevo
original. De este modo, nuevamente deberá dividirse, siendo apropiado decir que
cada esfera, cada Carro Combatiente,
cada Vimana, trae dentro una
tripulación compuesta de Einherieren,
guerreros procedentes del Walhalla, o
del Rayo Verde. Una Compañía, una
Comandancia, un Pelotón, una Casa de
Familia. Y su entrada a combatir en este mundo equivale al Misterio de la
Encarnación, o Plasmación del Arquetipo en la materia cada vez menos sutilizada
del Demiurgo.
A
medida que el Ovni o Vimana va pasando por diferentes planos
de la condensación de la Energía, se reviste con ella, hasta hacerse visible en
Gerda, de modo que podría decirse que
se conforma gradualmente de su sustancia, cuando entra y cuando sale. El número
de la división del Arquetipo al interior de la Esfera, su
"tripulación", estará también condicionado por la densidad de la
materia que cruza, o que habitará momentáneamente, por la vibración de su
energía. Subsecuentemente, los componentes de la "tripulación" sus
cuerpos, deberán adquirir la consistencia del medio por el que transiten, hacia
afuera como hacia adentro, siendo los diferentes cuerpos que posee un cuerpo,
de que nos hablan algunas doctrinas: espíritu, alma, materia. En el fondo, no
hay más que un solo cuerpo que va adquiriendo diversas consistencias, desde el
átomo simiente, desde una raíz genética invariable, como hoy se diría. Cuerpos
del cuerpo, que serán necesarios para entrar
y, en especial, para salir. Cuerpos que
se han atrofiado, hasta desaparecer como potencia, hasta perder su capacidad de
salirse.
La
estrategia en la invasión del mundo demiúrgico por los divinos Divyas se cumple como el "Misterio
Eucarístico", por así decirlo. El Dios-Divya
se divide. Entra aquí como un Disco de Luz, como un Círculo (cuya circunferencia está en todas partes y
su centro en ninguna). Y es Wotan, venido de la Ciudad de Asgard, edificada (en un perenne irse transparente) en alguno de los otros planos más
sutiles de la plasmación, en alguno de los cielos anteriores al Quinto (cualquier cielo podría ser mi cielo), en
el Walhalla, donde rigen otras leyes
y gobierna otro Aion-Tiempo; mas,
dentro del Imperio del Demiurgo, siempre en su dominio.
Abandonando
el plano del Espíritu, de la Eternidad, los Dioses que salieron del Huevo
pre-Cósmico y penetraron hacia el estado
de la materia corrompida, en el campo del Enemigo, edifican también sus
ciudades, sus cuarteles, sus castillos con la misma materia, energía y tiempo
que allí van encontrando, en la enorme extensión de las estrellas, en las Casas
del Zodíaco. Es así que la Asgard de
Leo será distinta de la de Aries y de Piscis; la Hiperbórea Celeste, a la
Hiperbórea Polar, en Gerda. Aun
cuando el modelo, el prototipo de la Ciudad de Asgard, de Agartha, de Shamballah, de la Ciudad de los Césares, se edifique siempre sobre la nostalgia y el
recuerdo de la morada ancestral del Rayo
Verde. La consistencia de la plasmación de la Ciudad, al igual que del
cuerpo de los Divyas, y la materia de
que se componga el Carro o Vehículo del Dios, habrá de corresponder a la
sustancia y vibración de la energía del mundo que penetren, para hacerse
visible, por un instante, al órgano de la percepción de las mentes de los seres
que lo habiten.
Así
habrá de comprenderse la afirmación de que "los
Platillos Voladores, los Ovnis, son ángeles...". Entran, se ven por un
instante y luego desaparecen. Se han "integrado", pero deberán partir
rápido para no cristalizar y no perder la capacidad de
"desintegrarse". El poder de Odil,
de Hvareno, la Ciencia de la
Implosión, la capacidad de retornar al Centro ("que está en ninguna
parte").
El
Misterio de la Encarnación Odínica no es fundamentalmente distinto al de la
Encarnación del Esoterismo Krístico, al Misterio Eucarístico de la Misa, o Mese, que quiere decir siembra, cosecha. Los granos se dispersan sobre la tierra del Demiurgo (¿un
grano de trigo es exactamente igual a otro?, ¿lo es en su esencia?, ¿y las
espigas, lo son al grano?), los ejércitos se extienden en un plan de ataque
prefijado por los guerreros de Asgard,
por su Jefe Supremo, el "Señor de los Ejércitos", Wotan, que también
es poeta. Su Guerra es un Relámpago, una Blitzkrieg
(como la del Führer); se gana o se pierde
como el rayo. Porque Wotan también es el viento, el huracán. Y su caballo
Sleipnir, de ocho patas, galopa sólo con cuatro en este mundo. Las otras son
para la Eternidad.
Cuando
el Ovni baja aquí, se abren sus
puertas y salen los guerreros como un huracán. Cada uno de esos Einherier es igual a Wotan, es Él,
aunque se llame Baldur, Thor, Siegfried, Tristán o Parzival. Cada uno vivirá
una historia arquetípica, que sólo en Wotan se transustancializa. Y es como la
Hostia, que también es redonda como el Vimana,
como el Ovni, como el Carro de Guerra
del Señor de los Ejércitos, de luz radiante y que, al dividirse, en cada una de
sus partes contiene al Dios entero.
LA
DERROTA.
LOS VANEN Y LOS ASEN
Mitgard es el Jardín que habitan los
Bienaventurados, los Siddhas, un poco
más afuera, adentro, o antes, en la respiración demiúrgica, en la Edad Dorada,
solar. Quizás en el Sol. Allí, los Wanengötter,
los divinos Vanen, son los
"Maestros de Disciplina" de sus huestes, de sus batallones. En el Bannwald, "Bosque del
Destierro". Son como los espartanos en Esparta, en el "Jardín de la
Disciplina". Pero son los Asengötter,
los Dioses Asen, quienes, viniendo
desde la Ciudad de Asgard han
entregado un alma a las formas humanas, que el Demiurgo corrompiera,
"robotizándolas". Son ellos los que se enamoran de las hijas de los
hombres".
En
el Polo Norte, en tiempos cuando el Eje de la Tierra, la Columna de Gerda —ER,
IR— estaba derecha, apuntando recto hacia la Estrella Polar, y no había
estaciones sino un clima estable, y las Casas del Zodíaco no ejercían
influencia sobre Gerda, ni sobre los Dioses que la visitaban, porque no había
precesión de los equinoccios, existió el Continente de Hiperbórea, en el lugar
donde hoy reinan los hielos de la muerte. Eternamente verde, Greenland, Tierra Verde, Vanen y Asen lo habitaban.
Hemos
visto que la estrategia del Demiurgo y su Guerra pudo iniciarse con una
Explosión (el famoso Big Bang de la
ciencia judía) que divide una Totalidad pre-existente en un Universo invisible,
de otra Luz. Sobre esa partición el Demiurgo sobrepone su plagio y su
falsificación, haciendo aparecer los astros de este Cosmos, visible a los ojos
de la carne, las galaxias y los mundos cada vez más numerosos, porque el
Demiurgo extiende su plagio a expensas de los Universos de la Nada, de
Espíritu, de pura Inexistencia, revistiendo de materia al Círculo, "cuya circunferencia está en todas
partes y su centro en ninguna"... Es así como ha puesto el
"uniforme del prisionero", en su Campo de Concentración, a todo lo
que esclaviza y corrompe. Las ondas gravitacionales son las cadenas, los
grilletes del Demiurgo.
Y
logrará extenderse si se lo permitiéramos. Porque todo es creación, invención
de la Voluntad. Representación de la Voluntad; en este caso, de la Voluntad del
Demiurgo. Voluntad de Poder, de Potencia; Wille
zur Macht.
A
la Gravitación debemos oponerle la Plasmación. A la Explosión, la Implosión. La
explosión presupone un Universo finito, limitado, que se destruye con el
agotarse de la energía expansiva y que se repite eternamente, dentro del Eterno
Retorno, en el expirar e inspirar del Demiurgo-Brahma, del Uno, por causa de la
inmortalidad de los Dioses prisioneros, decimos nosotros. La Plasmación, por el
contrario, está allí, inmóvil, como Plasma y filamentos de Plasma, dentro o más
allá de los Hoyos Negros implosivos, de sus campos magnéticos, en un
Universo-anti, necesariamente infinito, sin comienzo ni fin, inexistente, como
la Nada. Su Tiempo es otro, se halla en reserva, muy parecido a la Eternidad.
Si de alguna manera llegara a expresarse sería en ondas electromagnéticas, que
no provienen de su esencia, sino como una reacción al contacto con las ondas
gravitacionales causadas por el Demiurgo. Y ambas, juntas, en su choque y
combate, revestirían la materia, lo que vendría a ser el Universo deformado y
plagiado, que nos es dado percibir desde aquí. Tampoco la gravitación es
producto del Demiurgo, sino que es como una "exudación" de los
Dioses, como un dolor, al ser aprisionados en el cepo de la materia corrompida.
La Gravitación es el dolor de los Dioses.
Por eso la ciencia judía desea extenderla a todos los Universos. Pero los
Dioses son un Plasma (es decir, se han plasmado aquí), el mismo Sol es un
Plasma. Y el plasma no es un gas, ni un líquido, ni es un sólido, aunque se
"plasme" en ellos y en la forma de los astros y en la humana. Es un
cuarto estado de la materia, según se cree. Y habrá un quinto y otros más. El
Viento Solar es un plasma. Saturno-Kronos se halla rodeado por Anillos de
plasma. Ellos lo sacarán un día de su prisión.
Cada
astro del firmamento es un Dios dividido por la explosión demiúrgica y
aprisionado. Sirven ahora como esclavos al Demiurgo, en espera de alcanzar el
último día del Ragnarök, cuando serán
devorados por el Gran Lobo Fenrir. Pero debajo de cada astro, en su centro
intocado, hay un Dios que pena y espera su resurrección, su transfiguración,
como dentro de cada roca, de cada planta, de cada animal. Lo hemos dicho: si el
Universo demiúrgico vuelve a recrearse, en un nuevo Kalpa, en una nueva Expiración de Brahma, en la Rueda del Eterno
Retorno, débese a que los Dioses han entregado su energía Espiritual a ese
Vampiro Oscuro. Mas, el día en que todos los Dioses sean liberados y redimidos
por el combate de los Héroes, el Demiurgo desaparecerá para siempre, tocado por
su propia destrucción, en el Big Crunch
de su propia inspiración mecánica, inevitable, devorado por su hambre; o bien,
succionado por la Implosión Divina, por ese campo magnético, donde su pura
Ilusión se actualizará.
* * * *
He
aquí entonces que nos aproximamos al punto culminante y decisivo del Drama, que
cambiará el acontecer dentro del Espacio-Tiempo y también en la Reserva de la
Eternidad. Los guerreros divinos, los Siddhas,
los Divyas, que, tras la primera
explosión, han dividido voluntariamente sus Esferas, aprovechando la "reacción
en cadena", esa "palanca" o "punto de apoyo externo",
por así decir, han entrado a combatir dentro de los Universos del Demiurgo,
tratando de liberar a los primeros Dioses-Aiones
que cayeron prisioneros; algunos Él en busca de su "ella", algunas Ella,
en busca de su "él". También trataban de despertar a los Dioses Neutrales,
pensando poder destruír, o borrar, la "Copia" que el Gran
Falsificador ha sobrepuesto sobre el Plasma, o Tela del Universo.
Todo
esto intentaban los Vanen y los Asen desde su Ciudad de Asgard, de
Agartha, con su capital Shamballah, también llamada Thule, en una Hiperbórea
Polar, materializada sólo a medias, en el Polo Norte, en la Edad de Oro, en el Satya-yuga, regido por Sat-Ur-No y Re-A.
Los
divinos habitantes de la Hiperbórea Polar eran los Él y Ellas desprendidos de
ELELLA y ELLAEL, que no fueron hechos prisioneros, habitantes con anterioridad
de otras Hiperbóreas del firmamento, de materias aún más sutiles, a veces en la
proximidad misma del Sol Negro, del Rayo Verde, o en Venus, la Estrella de la
Mañana. En verdad, permanecían poco aquí, para no perder la capacidad de
trasladarse de mundo en mundo, entre distintos planos mentales de existencia.
Entraban y salían, valiéndose del Órgano Odínico, de Urna, de Hvareno.
Visitaban los Astros-Dioses prisioneros, habitados por divinos espíritus,
atrapados por el Demiurgo, de distinta consistencia y vibración; "él"
y "ella", animales, plantas, rocas, fuego, agua, aire, figuras
arquetípicas recurrentes. Estos astros también tuvieron alguna vez otras
consistencias más sutiles, porque también ellos fueron ELELLA y ELLAEL. Liberarlos
significaría poder restituírles la capacidad de desintegrarse, sutilizando su
materia, recuperando así un "cuerpo etérico", "astral",
"mental". Para "salir en astral" nuevamente, cosa que los Vanen y los Asen efectuaban a menudo, para retornar al Walhalla, a Asgard.
Los
Vanen y los Asen, aun cuando bienaventurados, templaban sus armas en el Bosque
del Destierro, en el Bannwald,
envueltos en la semi-penumbra, o semi-luz, de la nostalgia del Hogar Perdido,
de la totalidad primigenia, que como una música recóndita les llegaba desde más
allá de las estrellas. En los inmensos espacios buscaban la otra parte de su
totalidad, en las Rondas del Eterno Retorno, a sabiendas que lo lograrían
venciendo en la Gran Guerra. Ellos eran los Dioses-Guerreros; ellas, las
Sacerdotisas, las Asinen y Vaninen, que custodiaban el Fuego en
Hiperbórea, las Lámparas de Luz Fría. La nacida quinta en una Casa de Familia,
en Aryanabaiji —la Hermandad Arya de
Thule— tendría la capacidad de representar la visión del Origen, del Huevo
Órfico y de iniciar en el A-Mor
Mágico, capaz de resucitar a los Héroes, ya caídos. Ellas poseían la Fuerza
femenina llamada Aropa, contraparte
del Bundi masculino. Licor dorado del
sexo de la Sacerdotisa-Virgen, de la Asina,
de la Vanina. Mezclada a Bundi sería capaz de desintegrar la
pesada materia de las Estrellas Prisioneras, de derrotar al Demiurgo.
Cuando
era necesario producir nuevos guerreros para invadir los mundos innumerables
del Demiurgo, los Divyas creaban
otros cuerpos por medio de una partenogénesis mental, tal como Zeus diera vida
a Atenea sacándola de su cabeza, en su justa edad y vestida de guerrero.
Casi
todos los astros, en especial aquellos más alejados de la Explosión primera,
los que no emitían luz propia, eran huecos y poblados en su interior por seres
que vivían historias paralelas a los habitantes de la superficie, aunque al
revés. Adentro se ganaban los combates que aquí se perdían, se iba hacia el
pasado en lugar de hacia el futuro, se giraba en dirección opuesta. En el
inmenso Imperio del Demiurgo, del Uno,
regido por Aiones-Esclavos, el Tiempo
no es el mismo, marcha con distinta velocidad, porque su espacio es más, o es
menos espeso, las cadenas de la gravitación pesan diferente. En la Hiperbórea
Polar, los seres no morían, únicamente cambiaban de estado. Y cuando perdieron
la capacidad de salirse y de transitar, despojados de Urna, de Hvareno, de Odil, cuando Bundi saltó hacia afuera —ya no integrado con Aropa—, para procrear el Hijo de la Carne, los hiperbóreos vivieron
todavía mil años. Esto era en el Satya-yuga.
Fue
con la derrota de los Asen que la
Muerte se precipitó como un huracán sobre los inmortales.
EL
PECADO RACIAL
La
Muerte es el horno en que el Demiurgo guisa su alimento. La materia se disuelve
en la materia, la energía gira, se transforma, y del dolor ascienden los vapores
espesos que lo fortalecen. Su mayor alegría la extrae del sufrimiento.
Mas,
la muerte orgánica, provocada por el Demiurgo, es también la falsificación y
corrupción de un Arquetipo extra-celeste (¿de la partición del Huevo Órfico,
del Eros Cosmogónico?), que la iniciación de los Héroes reproduce en la Muerte
Mística, Mágica, cuando al Aryo le ha
sido dado descubrir el Camino de la Resurrección, y Wotan, crucificado en el
árbol Iggdrasil, del Espanto, ha
reencontrado las Runas.
Pero
no nos adelantemos. Estamos aún en Paradesha,
la Región Alta, polar, junto al Monte de la Revelación. Asen y Vanen viajaban
constantemente a otros astros del firmamento, conformando ellos mismos sus
Vehículos, sus Vimanas, desintegrando
y rehaciendo sus formas materiales, sutilizándolas o densificándolas. No se han
encontrado osamentas fósiles de aquellas lejanías, pues los huesos no existían
ni siquiera en el animal-hombre, menos en los "ángeles", ambos de
consistencia semi-vaporosa. La gran falla de la "fabricación"
demiúrgica queda de manifiesto en la economía con que se han montado los
órganos de la reproducción, confusamente mezclados con los de evacuación de
residuos corporales. La misma boca que besa, come.
La
sangre original de los Divyas era
ígnea, envuelta en ese color azul que desprende la llama. Así, el color del cuerpo
y de la sangre de los Hiperbóreos era azul, como el de Krishna y el de Shiva.
De este modo se veían aquí. Sus cabelleras eran casi blancas de doradas, como
filamentos de seda o de lana. Las guedejas de las Asinen y Vaninen flotaban
al viento de los milenios, bajo las encinas de Hiperbórea.
La
sangre era lo más preciado, era un río de fuego frío, de Luz Helada; era la Vía
Regia, que aún se preservaba en la conexión de Él y Ella con la Mónada, con lo
que aún restaba del Huevo Primigenio, de ELELLA Y ELLAEL, con Aquello que se quedara esperando como al
borde de una Fuente (fons perennis).
La sangre era el Cordón Dorado que mantenía la unión con lo Indecible, la
Nostalgia, la Voz, el Recuerdo de la Eternidad. La Sangre era la Memoria de la
Raza de los Inmortales, de los Dioses. Mientras esa sangre se mantuvo pura.
Y
he aquí que los Asen mezclaron su
sangre.
* * * *
Los
viejos textos, el "Libro de Enoc",
nos cuentan de la caída de los ángeles, del enamoramiento de los Nefelim por las hijas de los hombres. Como
la mayoría de los documentos han sido expoliados débese pensar que también aquí
existe adulteración. ¿Qué significa "hijas de los hombres"?. ¿Y qué
es el hombre?; ¿cómo y cuándo aparece? Sin duda, debe ser también un plagio del
Demiurgo, jamás una creación, porque el Demiurgo es incapaz de crear. ¿De dónde
obtiene el original para adulterarlo? Pensemos: ¿Qué ha pasado con
"él" y con "ella", una vez salidos del Huevo
pre-Cosmogónico, que la explosión demiúrgica alcanzara? Ni ese "él" ni
esa "ella" tienen realidad ontológica separados de su centro
original. Ha sido fácil para el Demiurgo aprisionarlos
"vampíricamente", y producir la involución del mono, de los grandes
homínidos, del Hombre de Neanderthal, de los antropoides, de los animales que
son una degenerada corrupción y subdivisión de los "él" y "ellas",
falsificación y copia. Así, la Humanidad sería "él" y
"ellas" corrompidos por el Demiurgo, aprisionados, devenidos
mortales. He aquí Adán y Eva. Adán, el "hombre rojo", hecho a imagen
de Lucifer, corrupción de Odín, pero sin la materia incorruptible, de verdadera
Vajra Roja (producto de la Rubedo, de la Alquimia Tántrica), dura
como el rubí. Eva, corrupción de Lilith-Freya. Son los animales-hombres,
máquinas "robóticas" del Demiurgo, su alimento.
Pero
esa "mujer humana", "hija de los hombres" y de la tierra,
en algo preserva su primordial belleza, en un cierto magnetismo irresistible,
que fuera capaz de "enamorar a los ángeles", una sustancia femenina
abisal. A causa de la muerte, el Demiurgo ha debido dotarla de órganos físicos
de la reproducción, que le permiten multiplicar su alimento, y que son capaces
de mezclar el placer intenso del orgasmo con el dolor y la sangre de los nacimientos.
Así evita el Demiurgo que con la muerte su "combustible" también
desaparezca. Con el nacimiento obliga a otros "él" y
"ellas" a encarnarse, aprisionándolos en sus redes. La energía capaz
de crear nuevos cuerpos y dar nuevas vidas, el Demiurgo la obtiene de esa
sangre ígnea que "él" y "ella" también poseían, fuego
mágico desprendido del Eros proto-Cosmogónico, potencia que han llamado Kundalini, en sánscrito, y que es una
Serpiente de fuego y plumas de fuego, la Serpiente del Paraíso, de Hiperbórea,
una pequeñísima parte de la cual se expresa en la energía sexual y una mayor en
la Fuerza Odil, con la que Zeus
creara a Atenea, Corrompida por el Demiurgo, será capaz de dar vida a nuevos
cuerpos, como una trampa para aprisionar en su materia a los "él" y
"ellas" trashumantes.
¿Qué
hizo que los Asen se
"enamoraran" de las hijas de los hombres, cayendo en las redes de la
reproducción? La leyenda nos cuenta que Hiperbórea se encontraba separada de
los otros continentes de esta Tierra por un Cordón Dorado, de oro y plata. Más
allá de esos límites habitaban las "hijas de los hombres". Los Asen las vieron un día y no pudieron
resistir la tentación de amarlas. Debió ser también el Demiurgo quien dotara a
los Asen de los órganos de la
reproducción física, de que ellos carecían. ¿Significó un pacto con el
Demiurgo?, ¿o fue un riesgo aceptado, puesto que conllevaba la muerte y el
peligro de la pérdida de la inmortalidad, riesgo inmenso, pero que ofrecía a
cambio algo jamás soñado ni por los más
grandes utopistas...?.
Tampoco
habría sido difícil para los divinos Asen
hacer aparecer en sus cuerpos los órganos de la reproducción física, por medio
del poder de Odil; separados al
comienzo de cualquiera otra función biológica, hasta su corrupción demiúrgica.
El Mito nos revela que los divinos no pensaban valerse del sexo de un modo
permanente. Zeus —el Ziso de los germanos— crea un hijo de la carne,
Hefestos-Vulcano, que nace feo y deforme. Por ello lo arroja al centro de la Tierra
y deja de procrear de ese modo. Hará nacer a Atenea de su cabeza, como ya lo hemos
dicho.
Hace
casi cuarenta años, así relataba [yo] en "Ni
por Mar ni por Tierra" [1950] la caída del divino Asen: "Viéndola reposar
sobre el primer Monte sobreviviente, el Monte Cassuati, donde cinco hombres se
salvaron del Diluvio, descubre reflejos de cielo. Dentro de esa forma está
también su mundo; pero más duro, más espeso, más lleno de dolor. Y el Ángel cae
(...) ¿Qué gran caída hubo en el Universo? Parece como que la tierra es una
escoria, que nuestro mundo lo es... Caída, primero, involución... El Ángel se
enamora del hombre... el pecado fue la unión de los Dioses con el
animal-hombre...".
Hace
cuarenta años la misma concepción, casi idénticas palabras. Venía yo de vuelta
de la Antártica, donde el Hitlerismo Esotérico me había sido revelado por el Avatãra.
El
Demiurgo nada crea. ¿De dónde ha sacado, entonces, la capacidad de hacer aparecer
seres nuevos por "inseminación"? Pues, procreación artificial es la que
el Demiurgo logra por medio del sexo de los humanos. Copia también, plagio y
corrupción de la "partenogénesis" de los Dioses. Al Demiurgo pertenece
sólo la Explosión, la división, como revertimiento de la Implosión, del
ensimismamiento divino. Partición, destrucción de la Totalidad. Lo hemos dicho:
también su Explosión ha venido a servir de palanca o trampolín a los Dioses para
salir por la herida o ventana abierta en el Huevo Primigenio, en busca de una
"cantidad" que por allí se escapara. Pero el Huevo no se ha roto,
únicamente ha adelgazado sus paredes como para permitir filtrarse, salir, a "él"
y "ella". Y, luego, a los Él y las Ella. Esa aparente herida abierta
ya no cicatrizará jamás, aun cuando el Huevo siga existiendo como Mónada, como Purusha, como Morada Ancestral. Así, también, de este prototipo se
plagia la procreación física demiúrgica. Del ovario, a través de sus paredes
adelgazadas, escapa un óvulo que será alcanzado por la "explosión"
seminal; se ha filtrado una célula, que es ya predestinada a aprisionar a un
"él" o a una "ella" en la tierra.
¿Qué
es el semen? Es la sangre de los divinos succionada por el Demiurgo y convertida
en sustancia espesa de luz blanca con la ayuda de un Aion prisionero, de Surya,
el Sol de Oro. El semen es la Runa Odal
transustanciada, el Fuego Azul empalidecido, es el robo del Gral, el aniquilamiento de Kundalini, el debilitamiento y muerte de
la Serpiente del Paraíso, de la Serpiente de Quetzalcóatl. El semen es el Poder
de los Dioses arrojado a una sentina. Otra forma en que el Demiurgo bebe la
sangre de los Dioses, destruyendo su Poder y su Voluntad Creadora. Por ello, la
iniciación Tántrica de la India Aria prohíbe la eyaculación del semen a sus
adeptos, como una pérdida del Oro alquímico, del aurum potabile.
Tan
grande habrá sido la conmoción producida por la caída de los Asen de Asgard, de Paradesha, de
Hiperbórea, que los Vanen no pueden
resistirlo y desean castigar a los infractores de la Sagrada Ley Racial de los
Divinos. Todos los textos sobrevivientes del más lejano pasado nos cuentan de
una Guerra Inmensa acaecida en los cielos (¿del quinto hacia abajo?). El ángel Gabriel
lucha contra Lucifer (que en verdad es Miguel, patrono de los germanos). Y
Lucifer es exiliado en el Polo Norte, donde cae de cabeza, con los brazos
abiertos y extendidos, como la Runa Ir,
de la Muerte (Muerte Mística). La simbología de esta Historia Cósmica y sacra
deberá ser siempre revisada por el Hitlerismo Esotérico, pues ha sido
adulterada por el judeo-cristianismo.
Por
esa Ley de Solidaridad, o "sincronismo", la catástrofe interior de la
Raza de los Inmortales será seguida por otra exterior en la Naturaleza y en el
Cosmos. Entonces se produce la desviación del Eje de la Tierra y el salto de
los polos, de modo que el Polo Norte pasará a ser el Polo Sur, en la Antártica
(es allí donde se encuentra Lucifer ahora), helándose el Continente de
Hiperbórea y dejando en ambos extremos cerradas las entradas a la Tierra Hueca,
las que antes se hallaban permanentemente abiertas, uniendo el interior al
exterior, por una escala o rayo de luz ("dentro" y "fuera" eran
meras palabras). La Escala de Luz era la Runa Sieg. Ahora esas entradas sólo se abrirán en las estaciones del
verano, o en el equinoccio de primavera, conjuntamente con la "Ventana del
Ozono", en el Polo Sur y en el Polo Norte.
Ha desaparecido la Hiperbórea Polar, cubierta por los hielos. Gerda queda prisionera de la ronda de
las constelaciones del Zodíaco, por la ley de la gravedad y por la Precesión de
los Equinoccios, que a su vez producirá la traslación de los continentes, por
la desviación del Eje, que es causa de ese balance de la esfera. Saturno habrá
sido transmutado en Satán, desapareciendo el Sat-ya-yuga, o Edad Dorada. El Tiempo-Kronos devora a sus propios hijos
y, al final, se lo traga todo, como el Lobo Fenrir.
Los
Vanen no pueden resistir tanta
desgracia, entran en la Tierra Interior por la Puerta-Herida del Polo, se
trasladan a ese Mundo astral, al alma, a aquello que aún resta de materia más
sutil en este planeta, para instalar allí sus Ciudades de Agartha y Shamballah.
También la Ciudad de los Césares de la leyenda del Sur, a la que sólo se llega
en el Caleuche; con el Hombre que Vendrá.
La
catástrofe cósmica y planetaria se produce cuando una parte importante de los
divinos, profundamente distraídos en su amor con las mujeres de la Tierra, ha
dejado de luchar por la regeneración de la materia, perdiendo poco a poco la
potencia Odínica, y por causa de la impureza depositada en su sangre con la
mezcla con el animal-hombre. Así pierden la capacidad de desintegrarse, no
pudiendo pasar con sus cuerpos a otros planos menos densos del Universo y a
otra dirección del Tiempo. Llegarán a olvidarse de su origen divino, sin
recordar que fueron una vez Dioses. Se pensarán iguales a los mortales. Han
perdido la posibilidad de restablecer el contacto con los Divyas o Siddhas de
Agartha y Shamballa. Ya no podrán entrar a la Tierra Hueca, ni oirán la Voz en
la Memoria de la Sangre, por las impurezas de la mezcla con el Sudra. Se habrán olvidado de Asgard, del Paraíso de los Asen y de sus antepasados inmortales.
Serán así los verdaderos expulsados del Paraíso, de Paradesha, de la Hiperbórea Polar.
La
Tierra gira ahora en dirección contrapuesta, dextrógiramente. Por ello, los
seres del Éxodo llevarán como Emblema
la Swástika Dextrógira, guiados por un guerrero de nombre Rama, en la Era del
Carnero. La Tierra ha entrado en el círculo de las estaciones; el clima estable
ha dado paso al clima cíclico. Los que algún día pretendan regresar a Paradesha deberán hacerlo con la Swástika
Levógira, girando hacia atrás, hacia el origen polar. El Guía será
Wotan-Lucifer.
LUCIFER,
LA ESTRELLA DE LA MAÑANA.
LOS
GIGANTES
Lucifer
es la Luz más Bella. Los cátaros lo llamaban Lucibel. Sólo una parte de Él ha
caído de cabeza en el Polo Norte, quedando allí encadenado. Lo más esencial, lo
mejor de Sí permanece en la Estrella de la Mañana, también llamada Venus y
Frija. Es Baldur, es Wotan, es Quetzalcóatl, es Bafomet. Es la Virgen de la
Constelación de Virgo, sobre la de Piscis, que ha regido por dos mil doscientos
años. El Sol es la Virgen en Leo. Para los germanos el Sol es femenino, die Sonne. Pero la Estrella de la Mañana
es doble, pues también es la Estrella de la Tarde. Oyeihue y Yepun para los
araucanos. Se representa en la doble Runa Sieg,
en los dos guerreros templarios sobre un solo caballo y en Bafomet, con una
cabeza y dos rostros. Es un Dios-Diosa, un gran Combatiente que vino a fijarse
voluntariamente en el cielo, casi justo cuando el Asen cayó enamorado de las hijas de los hombres. Porque Venus no
era una estrella sino un cometa peregrino, viajero del infinito, venido de
fuera del espacio demiúrgico, y se detuvo allí para poder ayudar a los héroes
prisioneros, recordándoles, con sus señales y su luz, la nostalgia del origen
divino y el dolor de la pérdida. Esto sucedería poco antes de la aparición de
la luz diurna de die Sonne, "la
Sol". Porque la luz de Lucibel es luz andrógina, doble. Por ello, Otto
Rahn decía que "Lucifer era un
ejemplo para vivir y morir...". A Venus van a residir por un tiempo
las divinas Walkirias que partieron de esta tierra para entregar su eternidad
al Amado, las Ella, las Lilith, las Medea, Allouine, que ayudan con su recuerdo
y nostalgia, en la espera de los guerreros que vencen en el Combate, de los héroes,
de los Vîras. Allá les aguardan;
porque es en la Estrella de la Mañana donde se encuentra su Walhalla.
Los
hijos de los Dioses y los hombres fueron los gigantes de los tiempos antiguos,
al perderse el Continente de Hiperbórea, sumergido por los hielos de la muerte.
Emigran hacia el Gobi donde fundan una alta civilización. Y cuando también esa
región es transformada en un desierto ("el
Desierto se extiende", decía Nietzsche) peregrinan en dirección de
Occidente, refugiándose en el Himalaya (en el Himavat) donde existen entradas a la Tierra Hueca, que a menudo
ellos no ven.
Ha
comenzado la lucha entre los gigantes y los hombres, entre los héroes, los Vîras y los Sudras. Algunos héroes traicionan y colaboran en la destrucción de
los gigantes, como Heracles-Hércules. Utilizan la astucia, que es un
subproducto de la mezcla de las sangres. Sin embargo, Hércules también ayudará
a Prometeo a liberarse.
La
Guerra ha descendido a la corteza terrestre, y ya no se irá más. El Demiurgo
necesita de sus emanaciones y hedores para alimentarse. Y ya nadie sabe por qué
se combate. No lo sabrán hasta la llegada del Führer, Adolf Hitler, y hasta la encarnación del Ultimo Avatãra.
Son
los gigantes quienes construyen la civilización del paleolítico, la más grande
y sabia civilización instaurada en la Tierra, posterior a la pérdida de
Hiperbórea. En esa época aún el hombre semi-divino, el héroe, el gigante, no
había perdido totalmente su poder ni la capacidad de sus funciones, superiores
a las centradas en el cerebro racional, en la corteza cerebral y terrestre.
Pensaba con otro órgano del cuerpo, con otros cerebros, u otro hemisferio del
cerebro. Por ello dejó que la Piedra permaneciera en estado crítico,
encontrando su equilibrio molecular; o bien, provocó su desequilibrio, por
medio de tensiones, para lograr comunicarse con el Dios que allí dentro se
halla aprisionado, obteniendo su colaboración. Si hubiese pulido la piedra,
habría interferido en su "pensamiento", impidiendo su acción
"solidaria", o "sincronismo" con la Mente del
Hombre-Divino, del Mago del Armanen.
Los menhires, los dólmenes, los cromlesh son muestras de una sabiduría y una
magia perdidas en la Historia, pero que fuera activa en la ante-Historia, en la
pre-Historia. Stonehenge nos lo muestra. Lo he experimentado personalmente
allí. Siempre me llamó la atención, en mis años de India, en la lectura de sus textos
sacros y de sus poemas heroicos, lo que solía decirse de los Vimanas, o carros voladores: fueron construídos de piedra. "¿Cómo
podría elevarse una piedra?", me preguntaba.
Muchos
años después la respuesta me fue dada. En Stonehenge, en las planicies de
Gales. Era un día de Sol, muy frío y transparente, de fuerte viento, con el mar
cercano. Penetré en el círculo de menhires y dólmenes, ya incompleto, perdida
la mayor parte de su magia y equilibrio, por falta de muchas de sus rocas,
desaparecidas o destruídas. Fui a apoyarme en un altísimo dolmen, con las
palmas de las manos tocando la roca y reposando allí el cuerpo. Cerré los ojos
y escuché el viento, sintiendo que la piedra comenzaba a vibrar, a
"murmurar", como si el viento fuera un arco raspando una cuerda; muy
quedo al comienzo, pero en aumento constante. Supe que si me dejaba ir, si no
interrumpía el "proceso solidario" de la Naturaleza, el viento se
transformaría en huracán, y, poco a poco, perdería el control de mi mente,
"perdería el conocimiento".
Supe que la piedra se iría, se saldría, como desintegrada, sumida en sí-misma.
Y yo me iría con ella, desapareciendo... Éste era el Vimana de Piedra... E interrumpí el proceso; porque aún tengo cosas
que hacer aquí...
Imaginémonos
lo que Stonehenge sería en la pre-Historia, cuando estaba completo, con todas
sus rocas en tensión equilibrada, cuando era, además, un observatorio estelar y
allí sólo entraban los Armanen, los
Maestros-Magos de las Runas, los Runenlauteren,
los Bauhülte, los
"albañiles", poderosos Guías de los gigantes. Sus mantras, sus
signos, o mudras, recuperaban la posibilidad de salirse y entrar, gracias
al reencuentro con las Runas por el Héroe-Dios Wotan, el Guía de los Asen en el Destierro. Allí se
practicaría la Muerte Mística y el A-Mor
Mágico.
Como
en los Externsteine del Bosque de
Westfalia, como en Tiahuanacu y en la Isla de Pascua, en Te-Pito-O-Te-Henua, tras el hundimiento de la Lemuria y la
desaparición de la Atlántida, como en las rocas de Santo Domingo, en las playas
de Chile, las piedras fueron puestas a propósito por una raza de gigantes
hiperbóreos.
En
"Adolf Hitler, el Ultimo
Avatãra" me he referido detenidamente a los Externsteine y a la crucifixión del Dios-Gigante, Wotan, que ahí se
plasmara en la roca, como un recuerdo perenne, para los siglos, dentro del espacio-tiempo,
del sacrificio del Gran Asen, en el
Árbol Iggdrasil, para poder
reencontrar las Runas que redimirían al Héroe de su caída, superando el
Destierro. Las Runas son ese Poder perdido en Hiperbórea, hecho visible como
Signo exterior durante el Éxodo y con la materialización del Dios. Wotan hará
posible así la Resurrección del Héroe, de Baldur, del Hijo-Camarada. La
Resurrección de Sí-Mismo.
El
simbolismo profundo de todo esto lo trataremos alguna vez. Por ahora, bástenos
señalar cuánto ha plagiado el cristianismo de Roma y de qué modo ha destruído
ese simbolismo esotérico de la crucifixión de un Dios-Héroe y de la
Resurrección de Baldur-Wotan, sobreponiéndose a la Muerte Mística de un Aryo, un nacido dos veces, un re-nacido;
del Héroe que ha sido capaz de remontar la mezcla con los hijos del
animal-hombre y purificar su sangre hiperbórea.
Fue
en el Castillo de Wewelsburg, que orientaba sus torreones como la Lanza de
Longinus hacia la Crucifixión de Wotan en los Externsteine, donde los iniciados SS trataron también de re-nacer,
de resucitar como Aryos, valiéndose
de la recuperación del Poder de Odil
y por el uso mágico de las Runas, del Futhark
de Wotan y de la Ciencia Implosiva del Paleolítico. En la sala central del
Castillo aún pendía una enorme piedra en "estado crítico", sin pulir,
indicándonos lo que el Hitlerismo Esotérico fue y lo que aún es: el grandioso
intento de creación del Hombre-Dios, del Superhombre, por medio de la Alquimia
Tántrica de la Piedra, de lapis, y de
la recuperación de la pureza de la sangre de los Asen divinos, del Fuego de la Serpiente del Paraíso, que en
sánscrito se ha llamado Kundalini.
LA
APARICIÓN DEL YO
Con
insistencia, una y otra vez, nos repetiremos la pregunta- ¿La mezcla de los
divinos con las hijas de los hombres, fue una derrota, una caída, o fue un acto
voluntario, propiciado por los Asen?.
¿Una estrategia audaz para el Combate? Si el Demiurgo extendía sus dominios a
expensas de los mundos espirituales, la respuesta más apropiada habría sido introducirse
a la vez en el mundo del Enemigo, penetrándolo. Ciertamente, el Divya ha puesto en peligro su
inmortalidad y hasta su divinidad; pero, si llegara a tener éxito, habría
arrebatado al Demiurgo parcelas que le pertenecían; también los prisioneros-zombis, encantados en el Schastel
Marveile de Clinschor. Con su sacrificio y heroísmo habrá hecho
posible la divinización de algunos Sudras,
del animal-hombre, a la vez que Él mismo se hacía parcialmente hombre,
descendiendo en el hombre. (Misterio esotérico de la Encarnación-Plasmación-Krística).
Se ha servido de la ley demiúrgica de la termodinámica, que rige en esos
dominios. El Dios encarnado acata esta ley, además de la entropía, haciéndose
mortal.
Al
exponer de este modo un tan profundo Misterio, nos será dado penetrarlo aún más
con el Kristianismo Esotérico, nimbado de Luz Odínica y de la Crucifixión de
Wotan en el Árbol Iggdrasil; con la
Luz que se desprende de Hangatyr, el
Crucificado en el mundo de la materia, que con anterioridad fuera Tyrkreis, el Crucificado en el Árbol del
Zodíaco. Porque la Crucifixión terrestre, esa Plasmación en la Piedra de los Externsteine, es la reproducción de un
Arquetipo astrológico, zodiacal.
Cumplida
la caída y la mezcla de sangres, la Divinidad ha perdido el Poder Odílico. Todo se ha oscurecido,
obnubilado, su Universo mismo se ha destruído en una catástrofe solidaria; se
ha sumergido Asgard, Hiperbórea, se ha desviado el Eje de la Tierra, la Columna
de Gerda, Irmin, el Irminsul. El Lobo Fenrir ha devorado el mundo, el Walhalla
de los Dioses. Y en esa oscura noche, Wotan se ha crucificado. Pende allí por
nueve noches zodiacales, sufriente, solo, sin hidromiel para beber, sin Soma de
su sangre, herido en el costado por la Lanza de un joven Vanen en su shakra cordial,
en Anahatha, en la constelación de
Aries, hasta el momento en que redescubre las Runas, por su sacrificio y su
tormento. O sea, el Poder que se
perdiera con la mezcla y que ahora se le retornará en la materia terrestre y
cósmica, como Signo, que es la Espada capaz de combatir al Demiurgo y de
recuperar la inmortalidad para el Héroe. Rayo de la Victoria, Arma invencible,
Lanza de Longinus que hace posible la Resurrección [1]. Éste es el Futhark de Wotan.
[1] La punta de esta Lanza se guardaba en el Castillo de
Wewelsburg, de los SS.
El
Dios ha resucitado como el Hijo, de nombre Baldur. Y también como Kristos.
Porque Wotan es Zeus-Donar-Thor y también es Júpiter y es Shiva. Y Baldur es el
rubio Dios Blanco, Vishnú, de Hiperbórea, de Sveta Dipa, la Isla del Esplendor, en el Polo Norte.
Por
todo esto, Wotan será el Maestro de la Yoga Rúnica, como Shiva lo es de la Yoga
Tántrica. Ellos entregarán a los Héroes, que aquí luchan contra el Demiurgo y
su propia caída, el Arma y la Sabiduría capaz de hacerlos resucitar desde el
abismo de su mezcla, para transmutarse en Hombres-Absolutos, en Sonnenmenschen, en Superhombres, en
Hombres-Dioses.
* * * *
No
ha sido el Demiurgo quien ha dado un alma al animal-hombre. Él lo ha degradado
hasta el chimpancé, aprisionando en formas decadentes la energía impersonal de
un "él" y una "ella", desprendidos de la Divinidad
Andrógina. El alma la ha aportado el Asen
divino, con el sacrificio de la mezcla con las "hijas de los
hombres". ¿Y qué es el alma? Es una Energía implícita, una potencia —Geist, viento, soplo, pneuma, espíritu— capaz de desintegrar
la materia demiúrgica, transmutándola en materia espiritual. Es esa Fuerza Odílica —de Odín-Wotan—, que también
puede ser un "órgano" de la forma arquetípica de la Divinidad,
recuperado para el Héroe-Vîra
mezclado con el animal-hombre.
Es
entonces que comienza a funcionar con gran intensidad el Molino de Viento de
Wotan, llamado Grotti, primero en el
firmamento, donde sus granos son los astros-Dioses y, luego, en Gerda. Su producto, como harina de
trigo, no ya tan azul ni tan blanca, será el yo de los Héroes, algo que Wotan no ha pretendido conscientemente,
pues los Dioses bienaventurados "nada
sienten por sí mismos", como decía Hölderlin. Y son las Walkirias, Fenja y Menja, las que hacen girar la Rueda del Molino de los Asen y los Vanen, en dirección contraria al Viento de Satán-Saturno-Kronos, la
Swástika Levógira, que los Albañiles Bauhülte
llamarían la Rueda Katharina, con un
extraño parecido al nombre Kathar
(Cátaro), y que en griego quiere decir puro.
Pareciera
que nadie habría deseado esto, que se hubiera producido solo, por un azar lleno
de sentido. ¿O ya lo presentía el Asen
cuando puso en práctica su estrategia fatal, aceptando el sacrificio de la
mezcla y la plasmación, cuando descendió cabeza abajo en el abismo, con la Runa
Ir, para hacer así posible algo jamás
soñado ni por los más grandes utopistas?.
Porque,
he aquí que el yo se origina en esa
"explosión", en ese choque violento de dos sangres contrapuestas, la
terrestre, corrompida por el Demiurgo, como imitación, plagio, química,
materia, y la Divina. Allí se genera esa conciencia crepuscular de sí mismo, al
tiempo que se atrofia el Órgano de Odín, posiblemente en la hipófisis, o lo que
a ello corresponda en un plano más sutil, y que se ha llamado "Tercer
Ojo", Ojo de los Gigantes, de Polifemo.
Junto
con aparecer el yo, asciende a la
superficie otro continente —la "corteza cerebral"—. Se hunde la
"Atlántida" —el cerebro arcaico, del Paleolítico— y aparece el
pensamiento racional, hecho para trabajar en el mundo demiúrgico, demoníaco.
Paulatinamente
se ha dado a luz al Héroe, al Vîra,
mezcla de lo divino y lo demoníaco, yendo ahora por el delgado territorio, por
la angosta cinta del Libre Albedrío, por el doble filo de una Espada.
Nunca
antes, hasta ahora, existió algo semejante, ni en éste ni en otro Universo,
porque los Dioses carecen de conciencia de Ellos Mismos, "nada sienten",
siendo, además, inmortales. Los Héroes van perdiendo, poco a poco, la
inmortalidad, junto con la "memoria-sin recuerdo" de su divinidad. El
"yo" pareciera ser así un subproducto de la Muerte, porque es
consciente de ella, de su difícil tránsito, y la teme. El "yo" es
resultado de una Desgracia, de un Naufragio. De un modo dramático, es la
compensación dolorosa por el sacrificio de Wotan, venido a combatir; por su crucifixión;
es el resultado de la mezcla del Dios Asen
con las "hijas de los hombres", del "enamoramiento" de los
inmortales.
No
hay modo ya de poder desentenderse de esta carga. Aún en el más profundo Samadhi, o éxtasis, en esa
"pérdida", persiste el "yo", para que se pueda recordar que
se ha estado más allá del "yo". Únicamente en la muerte física, cuando
Él pareciera ser reabsorbido por su Mónada, o, cuando, perdida finalmente su
Batalla, es devorado por el Demiurgo, desaparecerá el "yo". Mas,
dentro del Eterno Retorno, en el vientre de Saturno-Kronos, volverá por un
número de Rondas prefijadas, mientras guarde energías.
La
única salida que para el Héroe queda, no es escapar de su "yo"
terrestre, sino fortalecerlo, de tal modo que pueda transmutarlo en un Yo
Absoluto, por medio del éxtasis tántrico llamado Kaivalia (de Kundalini,
de la Tantra Kaula, o Kula) que significa "separado",
"aparte", al revés de Samadhi,
que significa "fusionado con el Uno", con el Ser Primordial, con el
Demiurgo, Yahvé, o con Brahma, la Mónada, el Inmóvil, el Anciano de los Días
("Días de Brahma"), el Paralítico Eterno, con el Cristo del
cristianismo con "c", o el Brahma de la Yoga Vedanta. El Héroe nunca
más retornará a su Purusha, a su
Huevo Original, Órfico, para ser reabsorbido, fusionado
"vedantinamente", cristianamente en Dios, como un santo. Será, en cambio, un Mago, separado para
siempre, más allá de todo, más allá de todo, en la última soledad. Será el
Hombre-Absoluto, superior a los Dioses, consciente de Sí-Mismo, será un Astro,
"más allá de las estrellas".
No
hay otra salida. Y afanosamente se la buscaba en los Laboratorios alquímicos,
tántrico-genéticos, de los SS, en el Castillo de la Iniciación del Hitlerismo
Esotérico, en Wewelsburg.
Aquello
que una vez fue el Divya, el Dios
encarnado aquí y mezclado, el Asen,
el Guerrero Divino, nunca más lo volverá a ser, pues ya no recuperará Asgard,
Paradesha, la Hiperbórea Polar, la Atlántida sumergida. Como una vez lo fuera,
de la misma forma, con esa pureza prístina, el Vîra, el Héroe mezclado, no lo será más, ni siquiera en la Rueda
del Eterno Retorno, en los "Días y Noches de Brahma", en los Kalpas, Manvantaras y Yugas.
Porque el Dios fue "contaminado" de un modo irreparable. Su pureza,
su ingenuidad primeras, las ha perdido para siempre en la mezcla con las hijas
de los hombres, con el animal-hombre, en la encarnación. La bienaventuranza, la
inconsciencia de sí Mismo, su luminosa oscuridad, no volverán nunca. El único
camino que le resta al Dios devenido Héroe, es seguir en el Combate, no
retroceder jamás, insistir, hasta llegar a crear, en el "naufragio de su propia
esperanza", la "cosa contemplada", como decía Shelley, su
particular Paraíso, su Otra Asgard, su Nueva Totalidad, por medio del A-Mor, creando una Inmortalidad
Consciente, fuera de todo, en "algo no soñado, ni por los más grandes
utopistas...".
Es
el camino glorioso de los Guerreros Esotéricos del Hitlerismo.
De
cómo esto llegara a suceder, "ni los
más grandes sabios, ni los Dioses, en los más altos cielos, lo saben... Pero
tal vez los poetas lo sepan, o puedan llegar a imaginarlo...".
Nos
lo dicen los Vedas.
* * * *
He
aquí el Dios, el Asen, sobre la Tierra.
Por un instante su forma se reproduce en la luz, se hace visible. Es un gigante
luminoso, un Nefelim. Recordemos el
cuadro de Leonardo, La Anunciación.
El ángel ve a la mujer de carne, hecha de tierra, la "ella"
prisionera, encadenada por el Demiurgo, y, en lo más profundo, siente la
nostalgia, como un eco lejanísimo de Asgard, del Paraíso de ELELLA. La mujer lo
mira sorprendida, con sus ojos traspasados de abismo y le extiende los brazos
para invitarlo a participar de su íntimo dolor, del placer ilusorio, de su
nada, del sueño de Maya. Y, así, nace
el Hijo, un Gigante, un héroe; el Vîra.
Porque el Dios ha penetrado en ese abismo, contaminando su sangre, invadiendo
el campo del Enemigo.
El
héroe, el Hijo, no es ya un Dios, no es más un Divya; es una mezcla de Dios y hombre. Aún siendo un gigante, Dios
no cabe entero en ese cuerpo. Menos en el cuerpo de un gigante-niño. ¡Qué mejor
que aquí, en el crecimiento del cuerpo de un ser desvalido, se expresa el
drama! Nada puede por sí mismo, ni siquiera caminar. Ya crecido, tendrá muy
pocos años de madurez, para luego envejecer y morir, aun cuando en la Edad
Dorada, en el Satya-yuga, la vida
durara mil años. En la infancia, el niño carece de un "yo" consciente,
siendo gobernado desde afuera por un Él ("Angel de la Guarda"). Es
por esto que el niño no dice: "yo" quiero comer, sino: "el niño"
quiere comer, "el niño" tiene hambre, "el niño" tiene frío.
Se está mirando desde afuera.
¿Cuándo
el niño viene a sentirse "yo"? Sólo cuando el Dios, o la Persona, entra
en él, cuando una parte del Ángel lo penetra. Porque tampoco podrá entrar
entero. Únicamente una parte de aquel Ser se aprisionará en el cuerpo, pasando
a sentirse "yo", algo totalmente nuevo para el Ser, para la Persona,
para Él, de modo que permanecerá escindido para siempre, unido solamente por un
Cordón de Plata a ese cuerpo material, así como se encuentra unido a ELELLA, al
Purusha, a la Mónada, por un Cordón
Dorado. Y Alguien se habrá quedado esperando como al borde de una Fuente.
El
"yo" es así un resultado de la mezcla, del encuentro de un Dios con
el animal-hombre, de la contaminación de una divina sangre. Encarnado el Dios Asen y aparecido el "yo",
entrará en conflicto mortal, dramático con la Divinidad, con la Persona, con el
Ángel, que se retira cada vez más a lejanías o profundidades inalcanzables. La
seguridad se habrá perdido, conjuntamente con el Poder. Adviene el reino de la duda, tesis y antítesis, en la
Constelación de Géminis, donde Cástor es mortal y Pólux inmortal. Es la muerte,
la crucifixión de Baldur en Aries. La piel del Cordero sacrificado, el
Vellocino de Oro pendiendo de la Encina del Firmamento. En Sagitario, Baldur,
el Dios sacrificado, es herido por la flecha del Centauro (el conocimiento del
"yo"), por la Lanza de Longinus. Porque el Arquetipo se reproduce y
recorre todo el Universo demiúrgico. Lo que es arriba es abajo y viceversa.
* * * *
Al
acercarse el final de la encarnación en la vida de un héroe, por causa de los
procesos mecánicos de una biología demiúrgica, por la entropía y la gravedad,
por el Tiempo, el "yo" también se va como alejando del cuerpo envejecido,
permitiendo que la energía retorne a una fuente, a la Persona que espera, para
reabsorberse y desaparecer en ella, hasta el retorno en una nueva Ronda. O para
ser devorados todos juntos por el Demiurgo, al terminarse el plazo de las
Rondas prefijadas en el Eterno Retorno. En el Ragnarök.
La
diferencia que puede existir entre esta exposición y otras de un conocimiento
abstracto, textos de filosofía o metafísica, de un cercano antaño, es la que
existe entre un filósofo, un cientista y un Rishi
de la India védica. Los dos primeros lucubran, permaneciendo al margen de lo
por ellos descrito; el Rishi
experimenta con su propia vida y de allí extrae un conocimiento vivencial. Rishi quiere decir "el que
ve". Esta exposición la estoy sustrayendo de la Memoria de la Sangre, del
recuerdo de lo que yo he visto. Así
también se escribieron los textos védicos, las Edda, los versos de Homero, de Píndaro y todas mis obras.
Es
así también como sé que el "yo" se retira del cuerpo de un hombre anciano,
poco a poco, porque lo he visto, lo he vivenciado. "Sincronísticamente",
por ley de solidaridad, este proceso se reproduce en la biología humana y ha
sido llamado arterioesclerosis. La ciencia materialista percibe sólo el cuerpo
físico, visible al ojo terrestre. Pero lo que en verdad acontece es la retirada
del Ángel, que una vez entrara en el cuerpo del niño, habiéndose ya cerrado su
ciclo experimental en ese cuerpo. "Y el anciano volverá a ser como un
niño". Es la llamada "segunda infancia de los viejos". Afuera de
él mismo, habrá recuperado su Ángel de la Guarda. Habrá retornado a la Fuente.
Visité
al poeta hitlerista Ezra Pound, al final de sus días, cuando ya no hablaba. Su
silencio era casi total, había enmudecido. Me senté junto a él, en su casa de
Venecia, y, mirándolo a los ojos, fui quien habló y habló, sin obtener
respuesta alguna. Con sus manos cruzadas, ni siquiera me veía, yéndose muy
lejos, por la pequeñísima ventana de su cuarto, quizás si con las palomas de la
Plaza de San Marcos, o sobre la cúpula de la Catedral de la Salutte, o junto al
caballo de la estatua del Coleone. Entonces recordé, y me puse a hablarle no a
su cuerpo allí sentado, sino un poco más arriba de su cabeza, dirigiendo mi voz
hacia el techo... Y Ezra Pound me respondió... "At last you came!... You are one
of the few!".
El único monumento a
Ezra Pound está en Medinaceli, en España. Contribuí de un modo decisivo a su
instauración y a su inauguración.
Así,
también, recuerdo la primera vez que me sentí "yo", cuando una punta del
Ángel entrara en mi cuerpo de niño, en mi existencia humana, mientras la otra
parte de esa entidad se retiraba a enormes lejanías. Sucedió allá, en nuestra
añosa casona de campo, en los aledaños de Los Andes sagrados. Fue como si de
pronto el "yo" entrara de golpe, o bien despertara y comenzara a ver
el mundo a través mío. Porque también antes de ese "yo" hubo un
"mí", impersonal, es cierto, aunque paradójicamente se sintiera una
persona antiquísima, estando diluído en el paisaje, fundido con los animales y
las plantas, con la gran encina del jardín, con las anémonas, las rosas, las cumbres
nevadas y los cóndores que las circundaban. También, con el agua de los ríos y
de las cascadas. Ciertamente, allí había una persona, que pensaba y soñaba como
tal, que se sabía muy antigua, depositaria de una dignidad de siglos, cosa que
jamás podrá pretender el "yo" advenedizo. Es por esto que si a ese
niño se le amonestara, se estaría cometiendo una falta imperdonable, atentando
contra su soberanía real. Porque esa persona es un Él desprendido de ELELLA,
cumpliendo con el sacrificio de nacer como un niño, en el cuerpo de un
animal-hombre para poder recuperar a su "ella" y vencer al Demiurgo
que la ha hecho prisionera. Para poder salvar su Mundo, combatiendo al Enemigo
de los inmortales.
La
aparición, o advenimiento del "yo", quizá se cumpla cuando una cierta
madurez biológica es alcanzada en el desarrollo del cuerpo físico y del cerebro,
como si un "conmutador" allí existente se activara. Mas, curiosamente,
esto no sucede a todos. El mito del cristianismo ha querido hacernos creer que
los hombres son todos iguales, que tienen un alma y una individualidad
semejantes, es decir, un "yo". Idéntica creencia del "humanismo"
masónico, impuesta en la Masonería por el judío, que bien sabe que no es así.
Hay animales-hombres en los que nunca se encarnará un Dios, o un Ángel, sin
divinidad sufriente, aprisionada, sin posibilidad de redención, de
resurrección. Son las almas inferiores, los semi-monos, llevados a ese grado de
involución sin retorno por el Demiurgo. Y también ciertos componentes mestizos,
mulatos y bastardos, que están recorriendo las últimas Rondas del Eterno
Retorno, antes de ser devorados y disueltos en el vientre de Satán-Yahvé.
El
"yo" deberá nacer en el momento en que el Asen, el Divya encuentra
en el cuerpo del terrestre y en su karma
alguna condición que hace posible su encarnación, su penetración, la que se
efectuaría a través del cráneo, por alguna abertura allí pre-existente, o que
la Mente abre en un determinado instante. Es como si la Mente penetrara en el
cerebro nuevo, recién fabricado, su instrumento. Pero no toda la Mente,
debiendo seguir trabajando gran parte de ella desde fuera. Al comienzo, el
Dios, el Ángel entrará y saldrá repitiendo así el proceso ya descrito en la
encarnación de los divinos hiperbóreos, proceso arquetípico de entrar y salir a
voluntad en la materia, hasta que, por algún error, o bien, por estrategia
guerrera, se pierde esta capacidad y la abertura se cierra, permaneciendo
"alguien" prisionero. Es el "yo". La Prisión del
"yo". Y la incapacidad de volver a comunicarse con las plantas, los
árboles y los cóndores del cielo, de hablar con ellos, de ser ellos.
Deviene
el drama fatal, la tragedia. Él será sólo un Vîra dejado de la mano de los Dioses, de los Ángeles.
Tendrá que valerse por sí mismo; también ha sido hecho prisionero. Antes, no
dudaba de nada, al igual que los animales y las plantas, o las estrellas. El
animal está regido por eso que han llamado instinto, es como un Dios. Jamás un
perro duda en el ataque, ni en hacer su presa. Dog ("perro" en inglés) es God —Dios— al revés, en el otro extremo. Sólo el Vîra duda en su acción y en sus
decisiones, por causa de su "yo" razonador, dividido entre el impulso
y la conciencia, entre la tesis y la antítesis, entre el bien y el mal.
Desde
tiempos inmemoriales se ha buscado encontrar una salida para este drama, que es
mucho más intenso en aquellos que recuerdan el momento en que por primera vez
se sintieron "yo", sin poder entender que otros también puedan
sentirse de igual modo "yo", estando, asimismo, separados e
individualizados aquí. Las religiones, las prácticas esotéricas, las yogas de
la India post-védica han pretendido encontrar una solución en el aniquilamiento
del "yo", por medio de ascetismos y tormentos de todo orden, para
volver a fundirse en el Alma impersonal, universal, en el Uno, en Brahma, en lo
indiferenciado, en eso que también han llamado Dios. Generaciones de ascetas y de santos cristianos han trabajado
en la destrucción del "yo". En la India son los vedantinos de
Shankaracharya y los yogas Bahktis,
valiéndose del Samadhi, que en
sánscrito significa, precisamente, "unido con el Ser Primordial",
como ya hemos dicho.
Este
camino y concepción deberán partir del supuesto de que el "yo" es una
caída, que la personalidad es un "pecado", que hay que corregir,
redimir. Y hasta cierto punto tendrían razón, en el sentido de que el
"yo" y la individualidad nacen como algo único en todo el Universo,
y, quizás, en todos los Universos; algo impensado, jamás soñado y que ha sido
hecho posible por la encarnación de una Divinidad, de un Ser de espíritu puro,
en el mundo de la carne, corrupto por el Demiurgo. El Hijo-Héroe ya es un ser
mezclado y escindido entre su Dios y un Demonio. Y el "yo" es
producto de esa mezcla.
Pero
lo que el Hitlerismo Esotérico no podrá olvidar es que la encarnación, el
sacrificio, el "enamoramiento del Asen
por las hijas de los hombres", por la "ella" prisionera del
Demiurgo, pudo ser, además de una derrota, de una caída, una estrategia
propiciada para vencer en el Combate definitivo de la Inmortalidad y la
Resurrección, que, aún sin pensarlo ni soñarlo, ha llevado a hacer posible
"algo jamás imaginado ni por los más grandes utopistas...". Siempre que no se destruya el "yo"
[2].
[2] Ha sido el judaísmo, desde los más
lejanos tiempos del éxodo del Desierto del Gobi, tras la destrucción de esa
alta civilización, desde el hundimiento de la Atlántida, que, infiltrando las
corrientes del pensamiento estratégico
de los arios, de los Vîra, ha
desviado sus concepciones hacia el aniquilamiento del yo, sea en el budismo de
la India y de China, sea en el hinduísmo epopéyico y heroico de los tiempos de
los Grandes Bharathas. Por medio de los judíos Beni-Israel —a
los que, ¡vaya uno a saber! a lo mejor pertenecieron Shankaracharia, Ramakrishna
y el Ramana Maharishi—, han impuesto la aniquilación del yo con el Samadhi, la pérdida, la fusión en el Uno (que es Yahvé, que es el Demiurgo o
Demonio). En el Tíbet, con Padmasanbhava y el Lamaísmo Tántrico, destruyen la
civilización guerrera de los Dropas
blancos. Todo esto facilitado por el mestizaje fatal de los conquistadores
arios con los negroides dravidias, los amarillos y los mongoles. En Occidente
ha sido el cristianismo judío, con su más alto producto, el santo, el que ha
hecho los más grandes esfuerzos para aniquilar el yo.
Sin embargo, todo este enorme peligro para el camino de la Resurrección
del Héroe-Guerrero-Iniciado, para el Mago y su transmutación en Superhombre, en
Hombre-Absoluto, en Sonnenmensch, en
Hombre-Sol, viene a ser poco ante el horror que se avecina. Las generaciones
actuales han destruído su individualidad con drogas letales y, así, el mundo
ario va siendo preparado para hacer su entrada en el aniquilamiento final, por
medio del arma decisiva que el Demiurgo ha puesto en manos de sus servidores
incondicionales, de su Golem Genético,
el judío: la tecnología electrónica, la "informática computarizada",
el "robot", el complot "mundialista" tecnocrático,
mecanicista, el "dinero plástico" y "electrónico" (transferencia
electrónica de fondos), con la marca
final del Número de la Bestia, que es 666, en la carne de los goyim, en la frente o en la palma de la
mano, para "poder vender y comprar", como lo adelantara ese
misterioso documento fatídico, el Apocalipsis,
terrible anticipo de los "Protocolos
de los Sabios de Sión". Se lo ha atribuído a Juan el Evangelista, pero
habría sido escrito en varias épocas, por uno, o más rabinos cabalistas, de la
Cábala numeral adulterada. Se ha llegado a atribuír la parte principal, vengativa,
política, al agitador celote, de nombre Jeshua, hijo de Judas de Gamala, como
un mensaje en clave simbólica, escrito hace dos mil años durante su exilio en
Egipto y enviado a sus partidarios que intentaban restaurar para él el trono de
David.
Lo referente al código 666,
sería un agregado muy posterior, que entraría de lleno ya en los planes del
sionismo para los últimos días, los actuales, y su aplicación definitiva hoy.
El 666 ya está en el "código de rayas" de la "marca universal de
productos", en las tarjetas plásticas ("dinero plástico") de
crédito y débito, y llegará a estarlo en la carne,
o sea, en la vida total, en el nacimiento y muerte de los esclavos del
"Planeta Electrónico", bajo el gobierno supremo de los Sabios de
Sión. Esto sí va a acabar en definitiva con el yo de los Héroes, de los Vîras aún no liberados, con su
posibilidad de triunfo en el Combate, engrillados y marcados electrónicamente
en su carne, tatuados con láser, prisioneros de la "informática",
"empadronados" desde el nacimiento, destruída su capacidad de pensar,
inutilizados sus dos hemisferios cerebrales, robotizados, cortados de todo
origen divino, nivelados los goyim
del planeta Tierra en una masa amorfa e indiferenciada, sin posibilidad de
verdadera inmortalidad y resurrección. Será la esclavitud total en el Imperio
Mundial Judío, totalitario, demiúrgico, el último antes de la destrucción del Kalpa, con la desaparición momentánea
del universo demiúrgico, dentro de sus fauces, como Lobo Fenrir.
* * * *
Hacia
atrás, el Dios, y hacia adelante el animal; seguros de sí ambos, sin dudar
nunca. El Dios vuela, el animal se arrastra; pero no dudan. Por eso el Dios
vuela. Los Dioses no dudan porque representan una sola tendencia. Thor es el
Dios del Martillo; Freija-Afrodita, del Amor; Brahma es el Creador; Vishnú, el
Preservador; Shiva, el Destructor. Y están inmóviles, en una sola posición,
como los árboles y las montañas; o en una sola actividad, como Shiva y Krishna,
en la Danza. También los animales se especializan, se "programan",
como se diría hoy; hay perros de caza, perros guardianes y pastores. Sólo el Vîra, el Héroe, el Dios aprisionado en
la materia demiúrgica, se halla escindido entre tendencias contrarias, en ese
tormento, y se muere sin poder volar. Pero hubo un momento en que el
niño-hombre también voló. Los místicos y los santos nos hablan de la fe y de
que ella "mueve las montañas". Y tienen razón. Mas, ¿qué es la fe? Es
algo que viene de afuera y que se recibe precisamente cuando, de algún modo, se
aniquila el "yo". "La fe viene de Dios", nos dicen. Procede de algo externo, que sobrepasa al
individuo. El Héroe, el hijo de un Dios y de una mujer de tierra, ya no tiene
esa fe, porque tiene un "yo". Por lo tanto, duda poder volar. Y esa
duda diabólica, incontrolable, instantánea, se presenta siempre en los momentos
más decisivos de su vida, justo cuando va a empezar a volar. Entonces, se
derrumba. Por esto el Héroe es un ser que va atravesando un abismo por sobre
una cuerda que él mismo sostiene con sus manos. El joven iniciado SS sale por
una ventana de la Torre de la Iniciación del Castillo del Hitlerismo Esotérico,
de Wewelsburg. Y ya sin alas, porque no es más un ángel. Si en ese momento lo
ataca la duda, caerá irremisiblemente en el abismo, que también él ha abierto
para su ser; para poder llegar a ser Sí-Mismo.
No
es la fe la que permite al Héroe cruzar el abismo abierto entre la persona y la
personalidad, entre el Dios que fuera y el Superhombre que será. Es la Voluntad.
El
Hitlerismo Esotérico sabe que la solución no se halla en la superación del
"yo" por medio de su aniquilación, sino, por el contrario, en su exaltación
en un Yo Absoluto. Era esto lo que se pretendía en las prácticas esotéricas y
en las disciplinas de esa Yoga nórdica, hiperbórea, enseñada en Wewelsburg y en
los Laboratorios mágicos y secretos de la élite SS. Alcanzar el Yo Absoluto,
como único medio para el Héroe de superar el drama de la dicotomía de la
encarnación. Bien entendido, no se trata tampoco del sistema junguiano de la
"psicología de las profundidades", de la "Individuación",
donde se está "psicologizando" algo que es espiritual y mágico,
alquímico, un proceso de transmutación divina del Héroe, del Vîra. Para Jung, se trataría de
trasladar el acento desde el individuo o persona recortada y racional, hacia un
punto ideal, equidistante entre la conciencia y lo inconsciente, que vendría a
ser el Selbst de Nietzsche, el
Sí-Mismo. Ésta es la individuación,
la totalización junguiana. Algo ideal.
Pero
el Hombre-Total, el Superhombre, el Sonnenmensch,
el Hombre-Sol del Hitlerismo, es un Héroe que, gracias a las prácticas
iniciáticas rúnicas y de Signos aun más antiguos que las Runas, redescubiertas
por Wotan en el Árbol Iggdrasil, y
gracias a la Ciencia Implosiva del A-Mor,
de los Minnesänger, de los Armanen, ha llegado a recuperar su
"ella", a reintegrarla a su ser, al mismo tiempo que ha encontrado a
la Ella de ELLAEL, como Mujer-Absoluta, como Walkiria, y la ha A-Mado. Le ha sido así posible resucitar
con el cuerpo, inmortalizándolo en la materia roja de Vajra. Al personalizarse de este modo, le ha dado un Rostro a su
alma, el Rostro de la Amada. Ha dejado de ser un "yo" pequeño y
recortado, vacilante, para transmutarse en NOS.
También, por un proceso mágico e inexplicable a la razón, le habrá donado
personalidad a la Persona, que se quedara esperándolo como al borde de una
Fuente. Y, sin fundirse en Ella, la habrá recuperado afuera y dentro de sí
mismo, unidos y separados para siempre. Así estará el Hombre-Total, Absoluto,
frente a ese Dios.
El
éxtasis que acompaña esta Magia no es el Samadhi,
que fusiona y pierde, sino el Kaivalia
tántrico, que separa. No es el santo, sino el mago. Kaivalia viene de Kundalini,
del Tantrismo Kaula, nombres
sánscritos, de ese idioma hiperbóreo, y es la Serpiente ígnea, es la sangre de
fuego de los Asen y los Vanen, recuperada por el Vîra, por el Héroe resucitado, por el Aryo, el nacido dos veces.
Se
ha recuperado el Poder de Odín (la Runa Odal)
en la Memoria de esa Sangre, de modo que se ha vencido la Duda, la vacilación entre los extremos contrapuestos, alcanzando
una seguridad artificial, si se pudiera decir, pero ya indestructible, la
Voluntad Absoluta, Shudibudishvabhava,
y la posesión del Arquetipo (no la posesión por un Arquetipo). Le ha sido
posible al Héroe reabrir esa Ventana en la cima de su cráneo, más allá del shakra Sahasrara; Sunya, el Vacío, el Sol Negro, el Hueco Negro. Y redimir al Aion Saturno, liberar a Prometeo por
medio de un trabajo de Hércules. Con el mantra Saham, que quiere decir: "Yo soy Tú". Y salirse hacia NOS, con el mantra Hamsa: "Tú eres Yo".
La
"biología robótica", demiúrgica, ha sido derrotada desde dentro por
el Héroe, por el Vîra, por el
Iniciado Hitleriano, la Naturaleza ha sido transfigurada por el Idealismo
Mágico, en el que creían Novalis y los antiguos Minnesänger germanos. El Mago SS se ha dejado traspasar por un rayo,
ha hecho estallar un explosivo sobre su cabeza, sin destruírse, ha sido
transmutado. El Héroe ha reabierto esa "glándula" espiritual, ese Poder,
ese Tercer Ojo del gigante Polifemo, que le permitía salirse y entrar,
desintegrarse y reintegrarse, vivir en varios mundos a la vez, ser un Tulku, un Jivanmukti, un Boddhisattva,
si lo desea, un Avatãra. Estar como
Rudolf Hess, con el Führer y frente
al Führer. Porque ha cumplido la Misión
que Él le encomendara. La Verdadera Misión, el Verdadero Combate... Ha cruzado
el abismo sobre una cuerda que él mismo sujetaba.
Ésta
es la Guerra del Hitlerismo Esotérico.–
Qual e' la differenza fra il demiurgo di Platone e il demiurgo degli gnostici e di Serrano?E nell'Induismo?
ResponderEliminarGrazie