También del libro de Benton L. Bradberry "The Myth of German Villainy"
(2012) presentamos aquí traducidos sus dos capítulos finales, el 22 y el 23, "Alemania como Víctima"
y "Ganadores
y Perdedores", donde el autor describe las
penurias que debió padecer la gente alemana especialmente tras la finalización
de la guerra, y realiza finalmente un balance evaluativo de dicha conflagración,
bastante desfavorable para la civilización occidental pero que dio un aumentado
impulso a la descomponedora judería internacional.
Alemania como Víctima
Así como el Káiser
no comenzó la Primera Guerra Mundial, Hitler y los nacionalsocialistas no
comenzaron la Segunda Guerra Mundial. Además, Hitler hizo todo lo que estuvo
dentro de su poder para evitar una guerra con Gran Bretaña, Francia y Estados
Unidos. Él también propuso diversas iniciativas de paz a medida que la guerra
progresaba, todas las cuales fueron o rechazadas o ignoradas. Gran Bretaña y
Francia declararon la guerra contra Alemania, y no al revés. Todas las
iniciativas militares de Alemania en el Oeste, es decir, la invasión de
Noruega, la invasión de Francia, la ocupación de los Países Bajos, etc., fueron
ataques preventivos que en el fondo eran defensivos en su naturaleza. La
invasión de la Unión Soviética fue preventiva también. Alemania tampoco comenzó
el bombardeo de civiles. Gran Bretaña los inició.
Si se hace la pregunta de qué hicieron Hitler y los nacionalsocialistas
para ganar su terrible reputación, la respuesta será invariablemente "el Holocausto".
Sin embargo, el "Holocausto" no ocurrió (si es que ocurrió en
absoluto) sino hasta que comenzó la guerra, y entonces sólo como consecuencia
de la guerra. No obstante, los nacionalsocialistas habían sido caracterizados
como monstruos malvados mucho antes de que la guerra comenzara; pero ¿sobre qué
base? Nada les había sucedido a los judíos hasta el tiempo en que se inició la
guerra excepto ciertas restricciones a las que quedaron sometidos, a pesar de
todas las falsas acusaciones de una represión brutal y de predicciones de
exterminio que constantemente vomita la prensa judía. Lo que finalmente les
ocurrió a los judíos, si es que sucedió en absoluto, fue de la naturaleza de
una profecía que se auto-cumple, provocada por los mismos que estaban haciendo
la profecía.
Había motivos legítimos para la actitud que los nacionalsocialistas
tomaron hacia los judíos. Hitler y los nacionalsocialistas veían al comunismo
como una amenaza existencial, no sólo para Alemania sino para la Civilización
Occidental, y ellos veían a los judíos y al comunismo como lo mismo. Además,
identificar comunismo con judaísmo no era algo infundado, considerando que el
Partido Comunista en Alemania, antes de que fuera proscrito por Hitler, era
judío en un 78%. Estaba también ampliamente claro para los alemanes que habían
sido los judíos los que habían tomado el control de la Unión Soviética en una
Revolución comunista, y que fueron ellos los que llevaron a cabo el Terror
Rojo.
Era claro también que los líderes de toda y cada revolución comunista en
Europa, incluída la revolución de 1918 en Alemania, fue instigada y conducida
por judíos, como p. ej., Bela Kuhn en Hungría, Karl Liebknecht, Rosa
Luxemburgo, Kurt Eisner y Eugene Levine en Alemania, y Amadeo Bordiga en Italia.
La Guerra Civil Española, 1936-1939, realmente fue causada por un intento de
apoderarse de España por parte de los comunistas, conducidos, como en todos los
otros casos, por judíos con el apoyo de la Unión Soviética.
Como si eso no fuera suficiente, en 1934, inmediatamente después de que
Hitler y los nacionalsocialistas subieron al poder, la Judería mundial declaró
una guerra santa contra Alemania y usó toda su influencia y poder en todo el
mundo para tratar de mutilar la economía alemana. Eso fue mucho antes de que
Hitler y los nacionalsocialstas tuvieran la posibilidad de tomar cualquier
clase de acción contra los judíos de Alemania. Éstos entonces persiguieron una
implacable campaña de propaganda contra Alemania y sus líderes
nacionalsocialistas, y usaron su influencia sobre los líderes de Gran Bretaña y
Estados Unidos para instigar una guerra contra Alemania.
Los judíos querían destruír Alemania. Ésa no era ninguna amenaza
despreciable, puesto que los judíos ya habían tenido éxito en el derrocamiento
del régimen zarista en Rusia, después de lo cual ellos tomaron el control total
del país. Ellos estaban apuntando ahora a Alemania. Ellos organizaron y
financiaron a la Internacional Comunista (Comintern), el único
objetivo de la cual era derribar los regímenes existentes en Europa, incluyendo
a Alemania, y reemplazarlos por repúblicas soviéticas lideradas por judíos.
La actitud de la Judería mundial hacia Alemania, como queda representada
en la siguiente declaración del profesor judío francés Alexander Kulisher, era
bien conocida por todos. Kulisher escribió en 1937: "Alemania es el enemigo del judaísmo y debe ser perseguida con un
odio mortal. El objetivo del judaísmo hoy es: una campaña implacable contra
todos los pueblos alemanes y la destrucción completa de la nación. Exigimos un
bloqueo completo del comercio, la detención de la importación de materias
primas y la venganza hacia cada alemán, mujer y niño".
El 3 de Diciembre de 1942 Chaim Weizmann, presidente del Congreso
Judío Mundial, hizo la siguiente declaración en Nueva York:
"No
estamos negando, y no tenemos miedo de admitir, que esta guerra es nuestra
guerra y que es emprendida para la liberación de la judería... Más fuerte que
todos los frentes juntos es nuestro frente, el de la judería. No sólo estamos
dando a esta guerra nuestro apoyo financiero, en el cual se basa la producción
de guerra entera; no sólo estamos proporcionando todo nuestro poder
propagandístico, que es la energía moral que mantiene en acción a esta guerra...
La garantía de la victoria está basada predominantemente en el debilitamiento
de las fuerzas enemigas, en destruírlas dentro de su propio país, dentro de la
resistencia. Y nosotros somos el Caballo
de Troya en la fortaleza del
enemigo. Los miles de judíos que viven en Europa constituyen el principal
factor en la destrucción de nuestro enemigo. Allí, nuestro frente es un hecho y
la ayuda más valiosa para la victoria".
No debería constituír ninguna sorpresa que los nacionalsocialistas
vieran a los judíos como el enemigo de Alemania, y a los judíos que estaban
dentro de Alemania como una "quinta
columna", lista y dispuesta a cooperar con los enemigos de Alemania
desde fuera.
Los judíos en Gran Bretaña estaban vigorosamente detrás de la llamada de
Churchill a la guerra contra Alemania, y los judíos en EE.UU. también apoyaron
con entusiasmo la determinación de Roosevelt de ir a la guerra con Alemania.
¿Qué más esperaría cualquiera sino que el régimen nacionalsocialista tomara
medidas para aislar a los judíos en Alemania en defensa del Estado alemán? Se
mencionan grandes cantidades de ellos en campos de concentración. Estados
Unidos también encarceló a los japoneses de la costa Oeste en campos de
concentración después de que comenzó la guerra con Japón, con mucho menos
justificación que la que Alemania tuvo para encarcelar a los judíos de
Alemania.
En Marzo de 1944 Hitler invadió Hungría para impedir que ésta cambiara
de bando y formara una alianza con la Unión Soviética. Los ejércitos combinados
alemán y húngaro comenzaron entonces la defensa de Hungría contra la invasión
del ejército ruso que estaba a punto de comenzar. La población judía de Hungría
se puso abiertamente del lado de la Unión Soviética y constituyó una peligrosa "quinta columna"
dentro de Hungría. Hay pocas dudas de que una vez que la batalla comenzara
ellos habrían hecho todo lo que pudieran para sabotear a las fuerzas alemanas y
húngaras que defendían a Hungría a fin de ayudar a los rusos. Aquéllos eran
tiempos desesperados.
El acorralamiento de los judíos y su remoción desde Hungría en 1944 no
fue nada más que defensa propia de parte de los alemanes y los húngaros.
Exactamente dónde fueron enviados ellos y lo que les sucedió después es materia
de debate entre los defensores de la historia "oficial" del "Holocausto" y los
defensores del revisionismo del "Holocausto". Los
primeros afirman que los judíos fueron todos exterminados en Auschwitz,
mientras que los últimos sostienen que fueron relocalizados en el Este. En cualquier
caso, haber permitido que ellos permanecieran en Hungría, con el conocimiento
cierto de que los judíos se convertirían en saboteadores en la inminente lucha
de vida o muerte con el ejército ruso, habría sido demencial.
Cuando Hitler proscribió al Partido Comunista en Alemania poco después
de convertirse en Canciller, luego acorraló a los comunistas y los encarceló en
Dachau, y resultó que la mayor parte de esos comunistas eran judíos. Esos
comunistas habían estado implicados en actividades revolucionarias y en
tentativas de socavar al Estado alemán. Desde el punto de vista de los
nacionalsocialistas, acorralarlos y meterlos en la cárcel era sólo algo de
sentido común. Sin embargo, los judíos de todo el mundo histéricamente
caracterizaron eso como una "persecución"
injustificada y no provocada de judíos inocentes, y sólo porque ellos eran
judíos. Comenzando en 1933, la propaganda judía afirmaba que los alemanes
tenían la intención de "exterminar"
a los judíos, y ellos siguieron haciendo esas afirmaciones infundadas pero
histéricas directamente hasta que la guerra comenzó.
Después de que la guerra se puso en marcha, la propaganda entonces
comenzó a afirmar que los judíos realmente estaban siendo exterminados, aunque
no había ningún modo de que ellos hubieran sabido eso aun si fuera verdadero.
Tanto Henry Morgenthau Jr., el judío estadounidense Secretario de Tesorería,
así como su ayudante comunista judío Harry Dexter White (Weiss), hicieron esa
afirmación. Lo mismo hizo Bernard Baruch, el consejero judío de Roosevelt. Los
rumores fueron desenfrenados durante toda la guerra, resultado de la propaganda
judía, en cuanto a que los nacionalsocialistas estaban exterminando a todos los
judíos de Europa, aunque nuestro propio ministerio de Asuntos Exteriores [estadounidense]
se burló de esos informes.
Como se ha descrito en un capítulo anterior, las predicciones de un
"exterminio" han sido una parte de la cultura judía durante siglos.
Sin embargo, cuando la guerra terminó, bastante a salvo, esos mismos
propagandistas judíos afirmaron que todas sus sobrecalentadas especulaciones
habían estado ocurriendo desde el principio, tal como se había especulado. En
ausencia de cualquier prueba forense en absoluto que apoye su afirmación, miles
de "testigos oculares" judíos describieron numerosas formas en las
cuales los nacionalsocialistas exterminaban a los judíos, incluyendo la cocción
al vapor hasta la muerte, electrocuciones de masas, el arrojarlos a fosas con
fuego y, por supuesto, las cámaras de gas.
Los revisionistas del "Holocausto"
han hecho un trabajo bastante bueno desde la guerra, de colocar al "Holocausto"
en perspectiva. No cabe duda de que los judíos fueron acorralados en
Alemania y Europa y enviados a campos de concentración, muchos a campos de
"reubicación", aunque muchos judíos permanecieron en Alemania sin ser
molestados durante la guerra. No cabe duda de que esos judíos acorralados
fueron usados como trabajadores forzados en los campos de trabajo, y de que las
condiciones allí eran duras, no sólo para los judíos sino para todos los otros
detenidos en esos campos también. No cabe duda de que muchos judíos murieron
durante la guerra, aunque ciertamente en ninguna parte en una cantidad cercana
a los 6 millones que se afirma. Pero no hay ninguna prueba en absoluto de que
Alemania tuviera un plan o una política para exterminar a todos los judíos de
Europa.
* * * *
Alemania hizo varios intentos de negociar
un acuerdo de paz tanto antes de que la guerra comenzara como varias veces
durante ella, sólo para ser rechazada en cada oportunidad. Incluso tan
tardíamente como en 1944, Heinrich Himmler estableció un vínculo con Alan
Dulles de la OSS (Oficina de Servicios Estratégicos, precursora de la
CIA) por medio de Suiza para tratar de negociar un final pacífico de la guerra.
El propio Dulles estaba a favor de intentar terminar la guerra en un acuerdo
negociado, pero tanto Roosevelt como Churchill estaban obstinados en su demanda
de la rendición incondicional.
Alemania, que no quería la guerra, fue
atrapada y condenada a la destrucción a pesar de todo, y no había nada que ella
hubiera podido hacer al respecto sino luchar. La gran mayoría de la muerte y
destrucción producidas en la guerra era directamente atribuíble a la inhumana
demanda Aliada de la rendición incondicional, combinado con el proyecto para
poner en práctica el genocida Plan Morgenthau inmediatamente después de
cualquier rendición incondicional. La demanda de la rendición incondicional
parece por lo tanto aparentemente una política estúpida y contraproducente,
hasta que uno comprende que toda la muerte y destrucción que ocurrió dentro de
Alemania era precisamente lo que tanto Roosevelt como Churchill querían. Ellos
no querían la paz con Alemania. Ellos querían destruír Alemania. Y eso es
también lo que la Judería Internacional quería.
Se estima que más de 8 millones de
alemanes murieron durante la guerra, pero unos sobrecogedores 13 millones de alemanes adicionales murieron
después de que la guerra había terminado, como resultado de expulsiones,
asesinatos masivos, brutalidad, desprotección ante el clima, y hambre. Aquello
sería un total de más de 20 millones de muertes alemanas a consecuencia de la
guerra. Las muertes estimadas durante la guerra para Estados Unidos y Gran Bretaña
fueron de 413.000 y 450.000 respectivamente. La afirmación de que 6 millones de
judíos murieron a manos de los nacionalsocialistas es patentemente absurda.
Alemania fue claramente la verdadera víctima de la guerra.
Violación y Matanza
A medida que los ejércitos alemanes
comenzaron a retirarse hacia el Reich, indecibles atrocidades fueron
cometidas contra ellos por todos los Aliados, los que parecen haber sido
poseídos por una especie de sed de sangre. Todas las sanciones civilizadas
contra la matanza de alemanes, tanto militares como civiles, fueron removidas.
Douglas Bazata, en su libro "Target Patton", cuenta de él y
otros "francotiradores" que trabajaron para la OSS. Él y los otros francotiradores fueron asignados para seguir
por detrás al ejército alemán cuando se retiró de Francia volviendo a Alemania
y matar a los rezagados que ya habían arrojado sus armas, es decir, soldados
alemanes que, debido a heridas o simplemente al agotamiento, no podían
continuar. Ellos los baleaban con rifles de francotirador desde la distancia
mientras dichos soldados se esforzaban a lo largo de los caminos tratando de
volver a Alemania.
Mientras armadas aéreas de miles de
bombarderos seguían borrando ciudades alemanas sin parar hasta el día de la
rendición, durante los últimos meses de la guerra 1.800 aviones de combate
británicos y estadounidenses fueron soltados sobre Alemania con órdenes de
destruír el sistema entero de transporte del país. Todo el día, cada día, los
cielos estuvieron llenos de esos aviones de combate que se entrecruzaban sobre
el campo alemán, bombardeando cualquier cosa que se moviera. Ellos apuntaron
especialmente a los trenes. Ellos primero disparaban a las locomotoras a vapor,
haciéndolas explotar, luego daban vueltas alrededor y hacían carreras de
bombardeo disparando a los coches, incluyendo vagones de pasajeros cargados de
refugiados.
Ellos bombardearon vehículos en los
caminos, a gente en bicicleta, o a gente que sólo caminaba a lo largo de los
caminos. Ellos bombardearon a agricultores que araban sus campos, y mataron a
su ganado. Ellos bombardearon las ventanas de las casas. Ellos bombardearon a
la gente en las calles. Ellos actuaron especialmente sobre columnas de refugiados en los
caminos cuando huían de los ejércitos invasores. La matanza de alemanes se
convirtió en un deporte. Alemania se convirtió en un matadero donde cualquier
cosa que se moviera era un blanco legítimo.
A consecuencia de todo eso, los alemanes
no podían alimentar a su gente por falta de transporte. Ellos no podían
alimentar a los presidiarios en los campos de concentración. Eso explica las
masas de cadáveres demacrados que impresionaron tanto a las tropas
estadounidenses y británicas que los encontraron cuando ellos se movieron por
Alemania. Las epidemias de tifus habían estallado entre los presidiarios
debilitados de hambre.
Pero los rusos fueron los peores. Cuando
ellos primero entraron en Prusia del Este, ellos violaron y mataron alemanes en
masa. Toda Prusia del Este se volcó a las carreteras, escapando de los rusos
que avanzaban, tratando de hacer su camino como refugiados hacia el centro
de Alemania.
"El
desastre que aconteció a dicha área con la entrada de las fuerzas soviéticas no
tiene ningún paralelo en la experiencia europea moderna. Hubo considerables
secciones de ello donde, a juzgar por toda la evidencia existente, apenas un
hombre, una mujer o un niño de la población autóctona fue dejado vivo después
del paso inicial de las fuerzas soviéticas" (George F. Kennan, Memorias, 1967).
Cuando los ejércitos rusos se derramaron
en Alemania cerca del final de la guerra, el ministro soviético de Propaganda,
el judío Ilya Ehrenburg, hizo imprimir millones de panfletos y los distribuyó
entre las tropas rusas, exhortándolas, para cuando entraran en Alemania: "¡Maten a los alemanes, dondequiera que
los encuentren! Cada alemán es nuestro enemigo mortal. ¡No tengan piedad de
mujeres, niños o ancianos! Maten a cada alemán ¡Aniquílenlos!".
"Maten,
maten, ustedes bravos soldados del Ejército Rojo, maten. No hay nada en los
alemanes que sea inocente. Obedezcan las instrucciones del camarada Stalin y
destruyan a la bestia fascista en su cueva. Rompan con fuerza la arrogancia racial
de las mujeres germánicas. Tómenlas como su botín legal. ¡Maten, ustedes bravos
soldados del Ejército Rojo, maten!".
"Los
alemanes no son seres humanos. De aquí en adelante la palabra Alemán significa
para nosotros la maldición más terrible. De aquí en adelante la palabra Alemán
activará tu rifle. No hablaremos más. No estaremos agitados. Mataremos. Si no
has matado al menos un alemán por día, has desperdiciado ese día... Si no
puedes matar a tu alemán con una bala, mátalo con tu bayoneta. Si hay calma de
tu parte en el frente, si estás esperando los enfrentamientos, mata a un alemán
antes de combatir. Si dejas vivo a un alemán, él colgará a un ruso y violará a
una mujer rusa. Si matas a un alemán, mata a otro. No hay nada más divertido
para nosotros que un montón de cadáveres alemanes. No cuentes los días; no
cuentes los kilómetros. Cuenta sólo el número de alemanes que has matado. Mata
al alemán: ésta es la plegaria de tu vieja madre. Mata al alemán: esto es lo
que tus hijos suplican que hagas. Mata al alemán: éste es el grito de tu tierra
rusa. No vaciles. No aflojes. Mata".
Tales panfletos fueron dejados caer casi
diariamente sobre el ejército ruso. Espoleado por esa clase de odio racial, no
es sorprendente que el Ejército Rojo cometiera atrocidades tan horribles.
"Según relatos de
testigos oculares, saqueo, pillaje, pestilencia y violación, asesinato al por
mayor y sufrimiento humano, de uno de los capítulos más terribles en la
Historia humana" (senador Eastland, 4 de Diciembre, Registro del Congreso).
"Durante tres semanas la guerra había
estado continuando dentro de Alemania, y todos nosotros sabíamos muy bien que
si las muchachas eran alemanas ellas podrían ser violadas y luego fusiladas.
Eso era casi una distinción de combate" (Alexander
Solzhenitsyn, como un soldado ruso con rango de capitán). [...]
Las exhortaciones de Ilya Ehrenburg a las tropas rusas para violar y
asesinar provocaron un horror tal que Europa nunca había visto. Los civiles
alemanes, en particular las mujeres y muchachas, fueron tratados como cerdos en
una matanza. [...] Esa bestialidad
era el resultado directo del propagandista judío de Stalin, Ilya Ehrenburg, que
machacó en el ejército ruso un frenesí de tortura, asesinato, violación y
destrucción cuando ellos avanzaban en Alemania. Dondequiera que vivían
alemanes, atrocidades similares se hicieron rutinarias.
"Muchos
alemanes fueron colgados de sus pies en los grandes carteles publicitarios en
la plaza St. Wenceslas [en Praga], y luego cuando el gran humanitario [Edvard
Benes, ex-Presidente checo] se acercó, a sus cuerpos empapados en petroleo se
les prendió fuego para formar antorchas vivientes" (Louis Marschalko).
"Las mujeres y los niños fueron
lanzados desde el puente al río. Los alemanes eran baleados en las calles. Se
estima que 2.000 ó 3.000 personas fueron muertas" (F. A Voigt,
corresponsal en Berlín del Manchester Guardian).
Aquellos alemanes que ellos no mataron
fueron obligados a abandonar todas sus propiedades y a abandonar esas tierras
donde sus antepasados habían vivido durante mil años. "El registro
checo oficial de nombres de pueblos revela que casi 500 pueblos (alemanes) ya
no aparecen en el registro porque ellos literalmente han desaparecido del
paisaje" (Informe de Múnich, 1965).
"Cuando las tropas coloniales
francesas (de negros) bajo su orden (del general Eisenhower) entraron en la
ciudad alemana de Stuttgart, ellos reunieron a las mujeres alemanas en el metro
y violaron a aproximadamente a 2.000 de ellas... Incluso un reportero confirmó
de mala gana la historia en sus principales detalles" (Peace Action,
Julio de 1945).
Después de que los alemanes se rindieron
el 5 de Mayo de 1945 la matanza comenzó en serio. Quince millones de alemanes
fueron obligados a dejar sus casas ancestrales en Europa del Este, incluyendo
la alemana Prusia del Este, partes de Polonia, Checoslovaquia, Yugoslavia,
Hungría y Rumania, y se dirigieron hacia Alemania, dejando toda su propiedad
detrás. Tres millones de ellos murieron durante el viaje a Alemania como
resultado de brutales asaltos, asesinatos de masas, violaciones al por mayor,
hambre y exposición al clima.
"Dios, odio a los alemanes",
escribió el general Eisenhower en una carta a su esposa en Septiembre de 1944,
y él repetidamente expresó tales sentimientos a otros, y no sólo acerca del
personal militar de Alemania sino sobre todos los alemanes. Cinco millones y
medio de soldados alemanes fueron tomados prisioneros por los estadounidenses
bajo Eisenhower. Un mes antes del final de la guerra, Eisenhower publicó
órdenes especiales acerca del tratamiento que debía darse a los prisioneros
alemanes.
La siguiente declaración específica estaba
contenida dentro de sus órdenes: "Los recintos de prisión no deben
proporcionar ningún refugio u otras comodidades". Esos prisioneros de
guerra alemanes fueron reunidos en enormes recintos con alambres de púas en
campos abiertos a lo largo del río Rhin sin refugio de ninguna clase. Él
también ordenó que no les dieran agua ni comida durante seis días después de
ser reunidos en esos recintos, y a partir de entonces, les dieron sólo raciones
de hambre, aunque los estadounidenses tenían enormes depósitos de comida a
mano. Los presos dormían en la tierra bajo la lluvia y la nieve, y no se les
proporcionó ninguna asistencia médica. Se estima que 1,7 millón de esos
prisioneros alemanes murieron de hambre, gangrena, congelamiento y exposición a
la intemperie durante el año que ellos estuvieron retenidos en cautiverio por
los estadounidenses.
Venganza Judía
Cuando los alemanes fueron derrotados y
los combates se detuvieron en Europa, los judíos inundaron Alemania por miles
para buscar su venganza y obtener su parte de los despojos. Ellos
inmediatamente comenzaron la implementación del Plan Morgenthau, un plan
judío de venganza para destruír la economía alemana, subdividir Alemania en
varios Estados más pequeños, esclavizar a millones de sus ciudadanos, y
exterminar a no menos de 20 millones de personas. Aunque el Plan fuera atenuado
por mentes un poco más sanas, la mayor parte de él fue puesto en práctica como
la Directiva de los Jefes de Estado Mayor Conjunto (JCS 1067), con
consecuencias brutales para el pueblo alemán.
Los judíos inundaron los Procesos de
Núremberg y los usaron como un medio para conseguir venganza contra los
dirigentes alemanes. Se reportó que de las 3.000 personas que participaron en
los Procesos, 2.400 de ellas eran judíos. Trabajando detrás de sus testaferros Gentiles,
los judíos pudieron hacer lo que querían, mientras los alemanes derrotados,
hambrientos y postrados estaban sin ningún medio para defenderse a sí mismos.
Luego estaba la Brigada Judía, de la cual no muchas personas saben hoy, o han
sabido alguna vez. Formados en Palestina, equipados con uniformes del Ejército
británico y montados en Jeeps estadounidenses, ellos siguieron a los
Aliados cuando éstos expulsaron a los alemanes de Italia de vuelta a Alemania.
Los oficiales de la Brigada Judía eran judíos británicos, pero los soldados
ordinarios eran judíos palestinos, un gran número de los cuales era de origen
alemán. La historia de la Brigada Judía es una historia sórdida que debería haber
recibido más publicidad.
Dicha Brigada fue establecida no para
luchar en la guerra sino para entrar en Alemania detrás del ejército británico
para tomar venganza contra los ahora desarmados e indefensos alemanes. Después
de entrar en la derrotada Alemania, ellos formaron lo que ellos llamaron "escuadrillas de venganza"
para detectar y matar a oficiales alemanes superiores. La Brigada Judía era
técnicamente parte del Octavo Ejército británico, pero funcionó de manera
independiente, y recibía sus órdenes de líderes sionistas en Tel-Aviv.
Usando sus uniformes británicos y
credenciales del Ejército británico ellos viajaron por Alemania y Austria
cazando y matando a oficiales alemanes de alto rango. La Brigada Judía tenía un
ilimitado apoyo logístico del Ejército británico: podía requisar cualquier cosa
que ellos necesitaran, y viajaban a todas partes en Alemania o Austria como una
función "oficial", aunque ellos eran totalmente no responsabilizables
ante el Ejército británico. Todos los archivos oficiales de Alemania estaban
ahora en manos de los Aliados, a los cuales la Brigada Judía tenía fácil
acceso. Además, ellos conocían el idioma alemán y pudieron leer los archivos
alemanes. Después de obtener las direcciones de los domicilios de oficiales
alemanes tras leer esos archivos oficiales, ellos entonces conducían hacia sus
casas en sus jeeps estadounidenses, presentándose a sí mismos como
oficiales británicos, y cuando ellos encontraban a los oficiales que estaban buscando,
los mataban. Para esas fechas, el Ejército alemán había capitulado, y los
oficiales y soldados de tropa que no estaban aún detenidos en campos para
prisioneros de guerra, habían dejado sus armas y se habían ido a casa. Ellos
estaban desarmados y completamente indefensos.
Según Morris Beckman, en su libro "La
Brigada Judía": "Ésas fueron las primeras ejecuciones de
posguerra de seleccionados nacionalsocialistas superiores. Había varias docenas
de escuadrillas de venganza actuando; la estimación más alta de ejecuciones fue
de 1.500. La cifra exacta nunca será conocida". No hubo ningún cargo
registrado contra esos oficiales alemanes, ningún proceso, ningún juez, ni
siquiera una detención; ellos fueron simplemente asesinados según el capricho o
deseo de los judíos buscadores de venganza. Se supuso que los oficiales
alemanes eran "culpables" en virtud de ser oficiales alemanes. Ellos
mataban con total impunidad a cualquiera que quisieran matar. Los judíos lo
llamaban "venganza", pero, de hecho, eso era simple asesinato de
hombres indefensos que pueden o no haber sido culpables de algo excepto haber
servido en el Ejército alemán en defensa de su país.
Uno de esos verdugos judíos, Israel Carmi,
explica en el libro de Beckman cómo ellos trataban con sus objetivos
seleccionados. "Cuando
llegábamos a la casa de nuestro sospechoso nos poníamos cascos de la policía
militar militar [británica] con la cinta blanca y brazaletes de policía. Luego
entrábamos en la casa y tomábamos al sospechoso con nosotros, diciendo que lo
queríamos para un interrogatorio. Por lo general ellos venían sin ofrecer
resistencia. Una vez en el automóvil le decíamos al prisionero quiénes éramos y
por qué lo tomábamos. Algunos admitían culpa. Otros guardaban silencio.
Nosotros hacíamos el trabajo". Es decir, ellos los mataban.
"Estábamos ardiendo de
odio", dijeron ellos. "Sabíamos que nuestro pueblo nunca nos
perdonaría si no aprovechábamos la oportunidad para matar
nacionalsocialistas".
Michael bar-Zohar, un judío israelí, escribió
un libro en 1967 titulado "Los
Vengadores", en el cual describió las muchas increíbles
atrocidades cometidas por judíos contra alemanes indefensos, tanto civiles como
ex-militares, inmediatamente después de la guerra. Esos asesinatos masivos
fueron encubiertos por los militares estadounidenses para impedir que el
público alemán supiera sobre ellos. Precisamente uno de los numerosos tales
acontecimientos de los que él escribe ocurrió el 15 de Abril de 1946, cuando un
grupo de judíos de Europa del Este en Alemania (ellos inundaron Alemania al
final de la guerra), con la complicidad de soldados judíos estadounidenses,
envenenó 3.000 raciones de pan que fueron entregadas entonces a un campo de
prisioneros de guerra que tenía 36.000 prisioneros SS alemanes. El
veneno resultó haber estado demasiado diluído y ninguno de los prisioneros
murió, aunque miles se pusieron agudamente enfermos.
En otro pasaje de su libro, Bar-Zohar describe la entusiasta alegría
sentida por esos soldados judíos cuando ellos estaban a punto de entrar en
Alemania inmediatamente después del final de las hostilidades. Ellos
fantaseaban, dice él, acerca de lo que harían cuando entraran en Alemania,
sobre cómo ellos tenían la intención de matar a civiles alemanes y violar
mujeres alemanas: "¡Pero ahora ellos
estaban yendo a Alemania! Los hombres hablaban de esas noticias con gran
entusiasmo. ¡Era demasiado bueno para ser verdad! Denme sólo un mes allí, sólo
un mes", se decían ellos unos a otros. "Les daremos algo para que nos recuerden para siempre. Ellos
tendrán verdaderos motivos para odiarnos ahora. Tendremos sólo un pogrom en números redondos, incendiaremos mil
casas y mataremos a quinientas personas y violaremos a cien mujeres".
Y a más de un joven judío se le oyó decir: "Debo
matar a un alemán a sangre fría, debo hacerlo. Y debo violar a una muchacha
alemana. Ése es nuestro objetivo de guerra: ¡venganza! No las cuatro libertades
de Roosevelt o la mayor gloria del Imperio británico o la ideología de Stalin,
sino venganza, venganza judía".
Diversos oficiales en el ejército británico estaban conscientes de lo
que estaba ocurriendo, y varios trataron de detenerlo, pero el comando militar
británico rechazó actuar e hizo la vista gorda ante la matanza que la Brigada Judía estaba haciendo de
oficiales alemanes. "Los comandantes
del Octavo Ejército sabían lo que estaba pasando, pero ellos tenían simpatía...
por la Brigada", dijo Beckman.
* * * *
Los alemanes fueron brutalmente tratados
por todos los ejércitos de ocupación después de la guerra, resultando en la
muerte de no menos de 13 millones de alemanes después de que la guerra había
terminado. Sólo cuando los soviéticos se mostraron como una amenaza para
Occidente los Aliados comenzaron a soltar a los alemanes. Ellos los dejaron
sólo porque ahora necesitaban su cooperación en la Guerra Fría que entonces estaba tomando forma. Nosotros entonces
cambiamos nuestra actitud hacia los alemanes y comenzamos a considerarlos como
una parte integrante de la Civilización Occidental. Ahora, de repente, ellos
eran tipos buenos. ¿Habíamos estado equivocados sobre ellos todo el tiempo? El
general Patton pensaba eso.
Después de convertirse en el gobernador
militar de Baviera inmediatamente después de la guerra, Patton cambió
completamente de opinión sobre los alemanes y comenzó a comprender que habíamos
estado luchando contra el enemigo equivocado. Él fue despedido de su trabajo
como gobernador militar de Baviera y fue "pateado escaleras abajo"
por rechazar cooperar en el tratamiento brutal que Eisenhower daba a los
derrotados alemanes. Él murió poco después de eso en circunstancias misteriosas
y sospechosas; muchos creen que como resultado de su obstinación.
Ganadores y Perdedores
Ha sido observado que
la Segunda Guerra Mundial fue una continuación de la Primera. Si bien aquella
observación es claramente verdadera, no es la historia entera. La Primera
Guerra Mundial fue emprendida para impedir que Alemania dominara al continente
de Europa, y el Tratado de Versalles fue por lo tanto impuesto para sujetar a
Alemania. Cuando Alemania logró sacarse las cadenas de Versalles y se convirtió
en una gran potencia de nuevo, sus viejos antagonistas, Francia y Gran Bretaña,
estaban determinados a tener otra guerra. Pero ése fue sólo un elemento de la
Segunda Guerra Mundial.
Entretanto, otra
fuerza predadora —la Judería Internacional bajo la bandera del Comunismo— había
surgido de entre los escombros de la Primera Guerra Mundial para amenazar a una
ahora postrada e indefensa Europa. Los judíos siempre habían estado allí como
una fuerza rival de la Civilización Occidental y Cristiana, pero ellos siempre
habían sido mantenidos bajo control. Ahora, ellos se estaban difundiendo sobre
el cuerpo de Europa como bacilos que aparecen en un cuerpo enfermizo con un
sistema inmunológico debilitado.
Toda Europa,
incluyendo a Rusia, estaba en bancarrota y desorganizada a consecuencia de la
Primera Guerra Mundial, y por lo tanto extremadamente vulnerable a las
depredaciones de este nuevo agresor. Rusia fue la primera en caer bajo su
garra, resultado de la Revolución de 1917, la que entonces se convirtió en su
base de operaciones. Utilizando el poder económico y militar de Rusia que ahora
controlaba, la Judería Internacional, bajo la bandera del Comunismo, empezaba a
tomar el control de toda Europa. Su modus operandi era instigar la
revolución entre las masas descontentas por medio de una red de Partidos
comunistas dominados por el judío (los que estaban organizados bajo la "Internacional Comunista" con
sede en Moscú), y luego coordinar a la población judía en cada país europeo,
las que funcionaban como "quintas-columnas".
(Una "quinta columna" es un
grupo que clandestinamente socava una nación desde dentro).
Sólo Alemania parece
haber reconocido esa nueva amenaza para Europa por lo que era, y se organizó
para oponerse a ella. Los viejos antagonistas de Alemania, Gran Bretaña y
Francia, finalmente iniciaron una guerra contra Alemania
(2ªGM) en búsqueda de su misma vieja agenda de dominar a Alemania, aunque ese
aspecto de la guerra fuera secundario con respecto a la lucha principal. La
lucha principal era entre Alemania, como la autodesignada defensora de la
Civilización Cristiana Occidental, por una parte, y la Judería Internacional
enmascarada como Comunismo, determinanda a la conquista de toda Europa, por
otra. Hermann Goering entendía la verdadera naturaleza de la guerra. "Esta guerra no es una Segunda Guerra
Mundial. Es una gran guerra racial. En el análisis final, es sobre si el alemán
y el ario prevalecen aquí, o si el judío gobierna el mundo, y eso es por lo
cual estamos luchando" (Hermann Goering, citado en el libro
de Michael Burleigh "El Tercer Reich, Una Nueva Historia", 2000).
No está claro el
grado hasta el cual el Presidente Roosevelt y su administración entendían la verdadera
naturaleza de la guerra, y cuál de los dos aspectos de la guerra debía ser más
atendido.
Muchos en la
administración de Roosevelt sin duda habían sido convencidos de que Alemania
era una amenaza para la paz mundial y que tenía que ser detenida (tonterías, por
supuesto). Pero ¿qué creía Roosevelt? El propio Roosevelt estaba inclinado al
socialismo y era un admirador de Joseph Stalin (el "Tío Joe", como
él lo llamó) y de la Rusia comunista, y se rodeó de hombres de un mismo
parecer. La administración de Roosevelt fue infiltrada completamente por judíos
comunistas que eran los fieles agentes de la Rusia comunista controlada por el
judío. Esos hombres hicieron todo lo que estuvo en su poder para dirigir el
poderío estadounidense hacia la causa de la Rusia soviética (y así, en favor de
la causa de la Judería Internacional).
El judío
Subsecretario de Tesorería de Roosevelt, Harry Dexter White, era un agente
secreto soviético, y la mayoría del personal consultivo de Roosevelt eran judíos
con no disimuladas simpatías por los soviéticos. La agenda de Roosevelt
parece haber sido unirse con la Unión Soviética para destruír Alemania y luego
dividir el control del mundo occidental entre Estados Unidos y la Unión
Soviética. Cada decisión que él tomó durante toda la guerra indicaba que ése
era su objetivo sistemático.
Por medio del
programa de transferencia de bienes a Rusia [Lend-Lease Act, de 1941],
Roosevelt puso la fuerza industrial entera de Estados Unidos detrás del "Tío Joe" y la
Unión Soviética. 20.000 aviones, 440.000 camiones y masivas cantidades de toda
otra clase de material bélico de guerra fueron canalizados hacia la Unión
Soviética desde Estados Unidos. Sin ese apoyo masivo Rusia no podría haber
derrotado a los alemanes.
Al mismo tiempo que
la Unión Soviética se involucraba con Alemania en una titánica lucha en tierra,
tanto Churchill como Roosevelt, cada uno con una agenda diferente, trabajaron
juntos para destruír las ciudades de Alemania mediante bombardeos aéreos. Gran
Bretaña y Estados Unidos sólo entraron en la guerra de tierra al final, cuando
Alemania ya estaba esencialmente derrotada.
* * * *
Con millones de su
gente muerta y la mayor parte de sus ciudades destruídas, Alemania era el
palpable perdedor de la Segunda Guerra Mundial, pero los verdaderos
ganadores a largo plazo de la guerra eran menos obvios, al menos al principio.
Gran Bretaña es enumerada como uno de los vencedores, pero para Gran Bretaña
ésa fue una victoria pírrica. Forzando a Alemania a la guerra, y luego
rechazando tenazmente considerar las numerosas ofertas de paz de Alemania,
Churchill no llevó a cabo nada salvo llevar a la bancarrota a su país y bajar
la cortina del Imperio británico.
Los dos ganadores
obvios de la guerra fueron Estados Unidos y la Unión Soviética. Eso fue claro
para cada uno. Pero el otro gran ganador, que quizá no era tan obvio, al menos
no al principio, fue la Judería Internacional. Uno podría decir incluso que la
Judería Internacional fue la principal ganadora de la guerra, aunque hacer tal
aseveración viola hoy un tabú muy fuerte. Los judíos sólo pueden ser retratados
como las víctimas últimas de la guerra, no como vencedores. Pero, en realidad,
los judíos ganaron en todos los frentes.
Después de que los
soviéticos entraron en Europa del Este al final de la guerra, los judíos fueron
instalados como la élite dirigente en casi cada país que cayó bajo el control
de la Unión Soviética. John Gunther, en su libro "Detrás de la Cortina
de Hierro" de 1949, escribió que "Polonia,
Hungría, Rumania y Checoslovaquia todas tienen dictadores judíos". Los
tres judíos en lo alto del gobierno húngaro, según Gunther, eran Matyas Rakosi
(Rosencranz), Erno Gero (Singer), y Zoltan Vas. En Polonia ellos eran los
judíos Minc, Skryeszeqski, Modzelewski y Berman. En Rumania la judía gobernante
era Anna Pauker. En Checoslovaquia era Rudolph Slansky.
El único dictador
no-judío detrás de la Cortina de Hierro era Tito de Yugoslavia, aunque
su hombre mano derecho era el judío Mosa Pijade. Según Gunther, "Él es el mentor de Tito...
Independientemente de la estructura ideológica que Tito pueda tener, él la
recibió del sagaz anciano". No sólo los dictadores de esos países eran
judíos sino que sus administraciones eran casi completamente judías. Las
posiciones claves fueron llenadas por judíos en casi todos los países ocupados por los
soviéticos. Los judíos controlaban la Unión Soviética, y las élites judías
ahora controlaban casi todos los países que estaban bajo ocupación soviética.
Esas élites judías dirigentes eran leales no a los países que ellas gobernaban
sino a la Judería Internacional, con sede en la Unión Soviética.
Los judíos también
obtuvieron su largamente buscado Estado de Israel a consecuencia de la guerra,
y en la tradición de los ganadores de guerras honrada por el tiempo, la Nación
Internacional de Israel exigió y recibió miles de millones de dólares en
reparaciones de parte del perdedor, Alemania (Alemania ha pagado a Israel
75.000 millones de dólares en reparaciones hasta ahora. Las demandas de
reparaciones del ruinoso Tratado de Versalles sólo requerían que Alemania
pagara 35.000 millones de dólares). Hoy, seis décadas y media después de la
guerra, Alemania todavía está pagando pensiones vitalicias a medio millón de
supuestos "sobrevivientes del Holocausto",
es decir, a judíos que o vivían en territorio ocupado por los alemanes durante
la guerra, o que fueron obligados a emigrar a consecuencia de la guerra.
Cuando la guerra en
Europa llegó a su final, parecía que los judíos tenían el control de todo.
Ellos controlaban la Unión Soviética, y prácticamente controlaban Gran Bretaña
y Estados Unidos. Ellos eran tan numerosos dentro de la administración de ocupación
Aliada en Alemania que ellos dictaron todos los términos de la ocupación,
incluyendo el Plan Morgenthau. Ellos tenían el control total de los
Procesos de Núremberg. Ellos incluso fueron puestos a cargo de la mayor parte
de los periódicos en la Alemania ocupada.
* * * *
Alemania no fue sólo
el perdedor de la guerra sino también la víctima de la agresiva guerra
emprendida contra ella por Gran Bretaña, Estados Unidos, la Unión Soviética y la
Judería Internacional, por motivos que eran muy diferentes de los declarados en
público. Los judíos no sólo controlaban la Unión Soviética, como ha sido
repetidamente declarado aquí, sino que tanto Roosevelt como Churchill estaban
rodeados por judíos, y sus decisiones de política exterior estuvieron
fuertemente influídas por judíos. La Judería Internacional tuvo tanto que ver
con la instigación de la guerra como cualquier otra facción, y quizá más, y los
judíos fueron los mayores beneficiarios a largo plazo después de que la guerra
fue ganada. Una serie de citas de aquella época apoya esta opinión:
"Cuando los nacionalsocialistas y sus
amigos protestan o murmuran que esta guerra ha sido provocada por judíos, ellos
están absolutamente en lo correcto" (Revista judía Sentinel
de Chicago, 8 de Octubre de 1940).
"Nosotros
logramos arrastrar a Estados Unidos a la Primera Guerra Mundial y si ellos
(EE.UU.) hacen lo que exigimos en cuanto a Palestina y las fuerzas armadas judías,
entonces podemos conseguir que los judíos de EE.UU. arrastren a ese país a ésta
(la Segunda Guerra Mundial) también" (Weizmann a Churchill, Septiembre de 1941).
"Hitler no quiere la guerra pero él será forzado a ella, y de
hecho pronto. Inglaterra tiene la palabra final, tal como en 1914" (Sionista Emil Ludwig
Cohn).
"El 3 de Junio de 1938 el periódico The American Hebrew se jactó de que ellos tenían a judíos en
las principales posiciones de influencia en Gran Bretaña, Rusia y Francia, y
que esos tres hijos de Israel enviarían al diablo al dictador
nacionalsocialista" (Joseph Trimble, en The
American Hebrew).
"La guerra ahora propuesta tiene el propósito de establecer la
hegemonía judía en todo el mundo" (General de brigada George van Horn
Mosely, The New York Tribune, 29 de Marzo de 1939).
"Los
millones de judíos que viven en Estados Unidos, Inglaterra y Francia, en Norte
y Sudáfrica, y no olvidemos los que viven en Palestina, están determinados a
llevar la guerra de aniquilación contra Alemania hasta su completo final"
(Central Blad Voor Israeliten in
Nederland, 13 de Septiembre de 1939).
"Al perder a Alemania, la Judería perdió un territorio desde el
cual ejercía poder. Por lo tanto estaba determinada a conquistarla de
nuevo" (Louis Marschalko, "Los
Conquistadores del Mundo: Los Verdaderos Criminales de Guerra").
"La Segunda Guerra Mundial está siendo emprendida para la defensa
de los fundamentos del judaísmo" (Rabino Felix Mendelsohn, Sentinel
de Chicago, 8 de Octubre de 1942).
"La
garantía de la victoria está basada predominantemente en el debilitamiento de
las fuerzas enemigas, en destruírlas dentro de su propio país, dentro de la
resistencia. Y nosotros somos el Caballo
de Troya en la fortaleza del enemigo. Los miles de judíos que viven en
Europa constituyen el principal factor en la destrucción de nuestro enemigo" (Chaim Weizmann,
presidente del Congreso Judío Mundial, jefe de la Agencia Judía y
posteriormente Presidente de Israel, en un discurso el 3 de Dic. de 1942 en
Nueva York).
"Hicimos
de Hitler un monstruo, un demonio. Por lo tanto no podíamos desdecirnos después
de la guerra. Después de todo, movilizamos a las masas contra el diablo mismo.
De esa manera nos vimos obligados a jugar nuestra parte en ese diabólico
escenario después de la guerra. De ninguna manera podríamos haber señalado a
nuestro pueblo que la guerra era sólo una medida económica preventiva"
(Ministro de Asuntos Exteriores estadounidense James Baker, 1992).
"No puede haber ninguna duda: el Nacionalsocialismo era parte de
un proceso de modernización en la sociedad alemana. Él aceleró los cambios
sociales en Alemania. Transfirió más a los segmentos
menos privilegiados de la sociedad y llevó igualdad y emancipación a las
mujeres" (Heinz Hoehne, Gebt mir vier Jahre Zeit,
Berlín-Frankfurt 1996, p. 10).
"No veo ninguna razón de por qué esta
guerra debe continuar. Estoy apesadumbrado al pensar en los sacrificios que
ella reclamará. Me gustaría evitarlos" (Adolf Hitler, Julio de
1940).
"Es falso que yo o alguien más en Alemania quisiéramos la guerra
en 1939. Ella fue querida y provocada únicamente por estadistas internacionales
de origen judío o que trabajaban para intereses judíos. Tampoco deseé nunca que
después de la espantosa Primera Guerra Mundial hubiera habido alguna vez una
segunda contra Inglaterra o contra Estados Unidos" (Adolf Hitler,
Abril de 1945).
* * * *
Aunque los judíos
surgieron como los ganadores inequívocos de la guerra, al mismo tiempo ellos
pudieron establecerse en la mente pública como las víctimas últimas de la
guerra, con derecho a miles de millones de dólares en reparaciones, a la vez
que estaban totalmente exentos de cualquier crítica por sus propias violaciones
de los estándares civilizados de comportamiento y conducta. Ellos fueron
capaces de hacer eso porque ellos controlan los medios de información y de
noticias.
Que los judíos
continúen caracterizándose hoy como una amenazada minoría rodeada de mayorías
hostiles determinadas a "perseguirlos", o incluso a
"exterminarlos" (como ellos afirman que Irán, y en realidad, el mundo
árabe entero, quiere hacer), es totalmente absurdo. Los judíos son ahora la
nacionalidad más poderosa en el mundo, a pesar de su pequeña cantidad. Habiendo
ganado la guerra, ellos han abandonado a la ahora difunta Unión Soviética
(después de saquearla de sus activos), y trasladaron su base de operaciones a
Israel y Estados Unidos.
Dentro de las tres o
cuatro décadas pasadas, los judíos se han elevado al status de élite en
Estados Unidos, desplazando totalmente a la tradicional élite WASP (Blanca Protestante y Anglo-Sajona)
que solía dirigir el país. Su infiltración de los puestos más altos de cada
institución estadounidense, su extrema sobre-representación en cada profesión,
su control del gobierno, su control de la banca y las finanzas, su control de
los medios informativos y de entretenimiento, su sobre-representación en las
universidades, es aún más omnipresente en EE.UU. hoy que en la Alemania de
Weimar. Por ejemplo, de las ocho Universidades de la Liga Ivy [las más
tradicionales] en Estados Unidos, seis tienen presidentes judíos.
Pero a diferencia de
la élite WASP a la que ellos han
desplazado, los judíos han llegado a ser lo que el profesor Kevin McDonald, en su
trilogía de libros sobre la cultura judía, llama una "élite hostil". La antigua élite WASP nunca perdió su sentido de que Nobleza Obliga hacia la
gente común de Estados Unidos. Ellos eran, después de todo, de la
misma religión y del mismo origen étnico, y tenían un sentido de
responsabilidad por el bienestar general de todos sus conciudadanos. Nuestra
nueva élite judía es diferente. Ellos no sienten ninguna identidad con los
estadounidenses corrientes, sólo desdén, y ellos se preocupan sólo de "lo que es bueno para los judíos".
Esta nueva élite
judía no sólo no tiene ninguna empatía con la tradicional mayoría europea de
Estados Unidos sino que ellos trabajan activamente para debilitarla. Según E.
Michael Jones, en su libro "El Espíritu Revolucionario
Judío y Su Impacto en la Historia Mundial" de 2008, los judíos han
estado detrás de cada uno de los movimientos anti-Blancos y anti-cristianos en
este país, sobre todo desde principios de los años '60. La NAACP (National Association for the Advancement of Colored People)
fue fundada por judíos. El Movimiento por los Derechos Civiles fue organizado y
promovido por judíos. Lo mismo la Revolución Sexual, el Movimiento Hippie, el Movimiento Feminista, la
promoción de los derechos homosexuales, el "matrimonio" del mismo
sexo, el movimiento por la separación de Iglesia y Estado (un ataque contra el
cristianismo), y sobre todo el movimiento Multiculturalista.
Fueron los judíos los
que lograron cambiar nuestra ley de inmigración en 1965 que entonces abrió
nuestras puertas a muchedumbres de inmigrantes no-Blancos y no cristianos. Esa
nueva política de inmigración presagia la perdición del Estados Unidos
tradicional que conocimos. Ha sido proyectado que la mayoría Blanca de Estados
Unidos quedará reducida al status de minoría dentro de dos o tres
décadas. Este cambio demográfico cambiará completamente el carácter de este
país, y no para mejor. Además, los judíos han hecho exactamente lo mismo a
Europa, de modo que la demografía de Europa está siendo drásticamente cambiada
también. Se considera que debilitar a las mayorías controladoras y promover el
multi-culturalismo es "bueno para los judíos". Dividir y conquistar,
como se dice.
Mientras todos los
diferentes grupos étnicos y religiosos ahora residentes en Estados Unidos riñen entre nosotros, nuestra
nueva élite judía usa su poder para promover los intereses de Israel y de la Judería
Internacional.
Los 5,2 millones de
judíos en Estados Unidos, y los 5,8 millones de judíos en Israel confabulan
juntos para manipular y controlar la gran potencia y la riqueza de Estados
Unidos y dirigirla para beneficio de la Judería Internacional y la nación de
Israel. El dinero y la tecnología estadounidenses han sido usados para
construír una de las fuerzas militares más poderosas en el mundo en el diminuto
Israel. Trabajando por medio de sus congéneres judíos que controlan al gobierno
estadounidense, Israel prácticamente dicta nuestra política exterior, sobre
todo en Oriente Medio, y el Ejército estadounidense está siendo usado como un
ejército delegado del diminuto Estado de Israel, a fin de conseguir sus objetivos
de política exterior. Además, enormes sumas de dinero son continuamente sacadas
con sifón de los contribuyentes estadounidenses, sin su consentimiento, y
canalizadas hacia Israel. Una parte de aquel dinero es devuelta después a
Estados Unidos para financiar las campañas de políticos que obedientemente
cumplen sus órdenes, asegurando así que el ciclo de dinero continúe con toda su
intensidad.
Por estos medios, y
otros, el judío AIPAC (Comité
Estadounidense de Asuntos de Públicos de Israel) controla totalmente al gobierno
estadounidense, tanto el Congreso como el Poder ejecutivo, y la industria de
noticias y entretenimiento dominada por los judíos controla a la opinión
pública estadounidense. Aunque los judíos afirmen ser sólo víctimas perpetuas,
bajo una amenaza constante de persecución e incluso exterminio por parte de sus
poblaciones anfitrionas Gentiles, ellos fueron, de hecho, los ganadores
indiscutibles de la Segunda Guerra Mundial, y han cosechado todas las
recompensas de aquella victoria. Ellos ahora gobiernan en todas partes.
* * * *
La Unión Soviética
dominada por los judíos no podía haber derrotado a Alemania sin ayuda, pero
entonces uno debe comprender que la guerra no fue sólo una guerra entre
Alemania y la Unión Soviética; fue una guerra entre Alemania y la Judería
Internacional. La Unión Soviética era sólo un componente de aquella guerra. Poderosos judíos en Estados
Unidos y Gran Bretaña arrastraron a ambos países a la guerra del lado de la
Unión Soviética. Alemania, por supuesto, no podía resistir esa aplastante
combinación de fuerzas organizada contra ella, y por ello Alemania fue
destruída.
La sabiduría
convencional todavía parece incapaz de comprender que la destrucción de
Alemania fue un desastre para Occidente. Alemania
siempre ha sido un componente integral de la civilización occidental y
cristiana, el corazón mismo del viejo Sacro Imperio Romano, que formó el
fundamento de la moderna Europa. Aliándonos con la
Unión Soviética y el comunismo internacional judío contra la occidental y cristiana
Alemania, Estados Unidos y Gran Bretaña provocaron el suicidio virtual de
Occidente. Adolf Hitler, el campeón de la civilización occidental y cristiana y
el hombre más responsable de impedir un apoderamiento completo de Europa por el
comunismo conducido por los judíos durante el período de entreguerras, fue
conducido al suicidio, y la gran promesa de Europa bajo el liderazgo de Hitler
y Alemania murió con ellos.
Las consecuencias de
la guerra fueron inmensas. Dos mil años de arte, arquitectura, cultura y
ciencia acumulados subieron convertidos en humo mientras el corazón y el alma
de Europa fueron destruídos por la guerra. La economía europea fue llevada a la
bancarrota. Los sobrevivientes de la guerra pasaron hambre hasta la muerte por
millones. El Imperio británico se derrumbó. La mitad de lo que quedó de Europa
cayó bajo el control de la judía y comunista Unión Soviética. Una larga Guerra
Fría entre Este y Oeste siguió entonces. A consecuencia de la guerra, el camino
de la Civilización Occidental fue cambiado de uno de posibilidades ilimitadas a
uno de decadencia inexorable.
A comienzos del siglo
XX la raza blanca dominaba el mundo. La Primera Guerra Mundial dio a la
Civilización Occidental un golpe mortal, aunque Europa pudiera haberse repuesto
de ello. Pero hoy, aproximadamente 65 años después de la devastadora Segunda
Guerra Mundial, una guerra que podría haber sido fácilmente evitada, la raza
blanca europea afronta el peligro de su eventual extinción. Su índice de
natalidad ahora se cierne debajo del nivel de mantenimiento demográfico,
mientras las reservas de inmigrantes no-Blancos y no cristianos pululan por
todos lados —tanto en Europa como en Estados Unidos— contaminando, diluyendo,
dividiendo y "balcanizando" nuestras poblaciones alguna vez
homogéneas, hasta el punto de que el proceso ahora parece irreversible.
Si "Demografía es destino",
entonces el destino de Occidente está en una decadencia inexorable, mientras la
fortuna de la Judería Internacional está en ascenso. La llamada
"buena" guerra ha resultado en un final muy "malo" para
Occidente. Incluso Churchill finalmente reconoció el gran error de Gran Bretaña
y Estados Unidos al ponerse del lado de la Unión Soviética contra Alemania. En
un discurso mucho después de la guerra, él dijo: "Matamos al cerdo equivocado".–
Capítulo 21
http://editorial-streicher.blogspot.com/2017/05/el-objetivo-aliado-la-destruccion-de.html
¡Gracias!
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