En
Enero recién pasado en ashraf62.wordpress.com
Ashraf Ezzat publicó el siguiente texto que vuelve a complementar su poco
ortodoxa exposición del pasado remoto de las tribus israelitas en Arabia y
Yemen, relocalizado en Palestina gracias a la falsificación de la traducción al
griego del Antiguo Testamento en el
siglo III a.C. Lo ofrecemos en castellano para que el lector que ha visto antes
aquí otros artículos del divulgador Ezzat una los cabos sueltos de esta
historia que, sin embargo, tiene sobrada coherencia.
El
Faraón de Abraham No Era el Rey de Egipto
por Ashraf Ezzat
3 de Enero de 2016
Durante épocas los intelectuales
occidentales creyeron que la cultura occidental es claramente distinta de la de
Oriente. Siempre pareció que las culturas oriental y occidental estaban
separadas por una gruesa línea roja (difícil de cruzar). Por lo tanto los
habitantes de Occidente tienden a ver sus ideas políticas, sociales y
espirituales como completamente diferentes de las del Este. La razón de esto es
la creencia (equivocada) de que la raíz de cada aspecto de la cultura
occidental había sido originalmente creada por mentes occidentales y que creció
y se desarrolló en suelo occidental según valores occidentales. Con respecto a
esto el judaísmo ha sido considerado durante mucho tiempo como uno de los
componentes básicos de la espiritualidad occidental (una convicción que hemos
desconstruído totalmente y de la que expusimos su falacia en nuestro reciente
libro).
La antigua convicción podría contener
alguna verdad en lo que se refiere a algunas ciencias, artes y humanidades,
pero cuando se trata de las ideas espirituales y religiosas dicho concepto
"hecho en Occidente" no resistirá nuestro escrutinio y caerá
finalmente sobre su cara.
Y ya que el judaísmo y sus historias se
consideraba que estaban en el núcleo de la teología cristiana, ambos fueron de
alguna manera mezclados como una sola fe bajo la común designación de
"judeo-cristianismo", dos sistemas de creencias totalmente
antagónicos que no deberían haber sido mezclados, si no hubiera sido por la
agenda política romana para pintar el Imperio entero con una brocha religiosa
monocromática. Aquello realmente se desarrolló en una forma que ayudó a acabar
con la incesante rebelión/beligerancia judía (como la del Estado Islámico de
hoy) en las provincias romanas de Arabia y el Levante.
Pregunte a cualquier europeo o
estadounidense promedio qué es lo que lo une a él al "Estado judío/sionista
de Israel" y usted recibirá al instante esta respuesta espontánea y
penosamente ingenua: "Hay un fuerte vínculo
entre nosotros e Israel porque compartimos los mismos valores".
Por aquellos mismos valores él
quiere decir la fe judeo-cristiana y las historias (apocalípticas) israelitas,
el (insano) cumplimiento de las cuales anunciará la así llamada segunda
venida de Cristo. De ahí la nueva terminología eclesiástica que las Iglesias
han comenzado recientemente a capitalizar acerca de este distorsionado
concepto, p. ej., el sionismo cristiano. Pero poco sabían aquellos
estadounidenses y europeos (que se suscribieron a esta nueva fe/Iglesia) que
dicho nexo era sólo un engaño disfrazado, y que aquellos valores eran
completamente ajenos a Occidente y a su cultura inherente. Éste es
principalmente el objetivo de nuestro libro y este ensayo: exponer siglos de
engaño e ilusión aumentados por la tendenciosa y descaminada academia
occidental.
Judaísmo
e Islam: Dos Caras de una Misma Moneda
La mayor parte de los orientalistas que
examinaron el Corán y la literatura y la jurisprudencia islámicas, a
menudo han llegado a la conclusión de que la literatura/escritura islámica ha
imitado muchas de las leyes e historias judías. Bien; con respecto a esto, los
orientalistas y la mayoría de los eruditos occidentales tienen sobrada razón.
Pero por extraño que parezca, ninguno de ellos se preguntó por qué el Islam y
el judaísmo son tan (sorprendentemente) similares en sus leyes e historias.
¿Por qué las mismas historias de los Patriarcas judíos son reiteradas repetidas
veces y pueden estar en una manera más detallada en el Corán?.
Incluso más extrañamente importante, ¿cómo
es que millones de musulmanes durante los últimos 1.400 años han llegado a
familiarizarse tanto con las historias israelitas si aquéllas eran
exclusivamente occidentales?.
Hasta este mismo momento cada niño musulmán,
antes de que le enseñen el orden alfabético, es por lo general bien instruído /
adoctrinado con las historias de Noé, José, David y Salomón y por supuesto
(alimentado a cucharadas) con la célebre historia de Moisés y Faraón (en
Egipto).
Algunos podrían sostener que eso no es
sorprendente ni inesperado ya que el Islam es una de las religiones abrahámicas
que también incluyen al judaísmo y al cristianismo. Bien, ése es un buen
argumento, a condición de que primero concordemos en la geografía (original) y
la cultura que dio a luz a Abraham y su nueva fe e ideas. Primero hábleme de la
cultura nativa y la patria de Abraham y luego deme conferencias acerca de las
así llamadas religiones abrahámicas.
Determinar no
sólo el objetivo sino, más importante aún, la geografía exacta que produjo al
judaísmo y las historias israelitas, será de tremenda ayuda. Ello nos dará
acceso a la clase de "cultura" que creó aquella fe, y a la clase de
"pueblo" que contó y nutrió aquellas (violentas y tribales) historias
israelitas. En otras palabras, lograr averiguar las raíces culturales del
judaísmo en efecto descubrirá las razones (antropológicas) que están detrás de
la violencia (tribal) e intolerancia en la que las historias/leyes israelitas
están tan empapadas y que hizo de los adherentes a la fe judía los más
difíciles de asimilar en otras culturas a través de toda la Historia de la
Humanidad. Y del mismo modo aquello nos ayudará a entender por qué el Islam ha
seguido el ejemplo tan obstinadamente.
Los círculos académicos hasta este mismo
momento insisten en definir aproximadamente el judaísmo como "una fe monoteísta que brotó en el
antiguo Oriente Próximo". En la terminología moderna, aquello
significaría el Oriente Medio entero como el hogar del judaísmo y sus
historias. En otras palabras, los historiadores ortodoxos asignan el área
entera que va desde Marruecos en el Oeste a Irán en el Este, y desde Yemen en
el Sur a Turquía en el Norte, como la tierra de las historias israelitas. Esto
claramente parece muy grotescamente anti-científico, pero por otra parte esos
límites geográficos aproximados no podrían ser más convenientes para el fomento
y avance de la idea de un Gran Israel (aunque no haya ninguna relación en
absoluto entre el moderno Israel y los antiguos israelitas y su supuesta tierra
prometida).
Según la escuela crítica/académica de la
Historia, el "período patriarcal/ancestral" que comienza con Abraham
es considerado ahora como un constructo literario posterior, no un período en
la Historia real del mundo antiguo.
Pero ya que presento opiniones
alternativas acerca de la Historia antigua, tiendo a confiar más en la Filosofía
de la Historia con su metodología analítica que en la escuela crítica/ortodoxa
de la Historia, aunque yo esté de acuerdo con la evaluación de sus eruditos que
ven el cuento de Abraham (según es interpretado por los orientalistas) como no
siendo un reflejo de la Historia real.
El término Filosofía de la Historia se refiere al aspecto teórico de la
Historia, y especula si hay un diseño, un propósito, una coherencia y un
principio rector en los procesos de la Historia humana. Y, más importante aún,
investiga con su poder analítico la veracidad de nuestros registros y
narraciones históricas, y si el camino de la Historia humana ha sido
engañosamente desviado, o sus historias manipuladas. A diferencia de la escuela
crítica de la Historia, que se enfoca en la interpretación
literal de la Historia registrada, la Filosofía de la Historia se esfuerza
por leer entre líneas y conectar los puntos mirando hacia atrás para tratar de
entender cómo terminamos donde estamos.
Según la interpretación orientalista de la Biblia hebrea, Abraham fue "el Superhombre de la
Antigüedad".
El Patriarca nació en algún momento
alrededor de 1900 a.C. en la ciudad/pueblo de Ur (Sur de Iraq) en el antiguo
Imperio caldeo en Mesopotamia; luego él se trasladó a Haran (frontera
turco-iraní) y luego él se dirigió a Damasco (Siria). Luego viajó a Shechem y
Bethel en Palestina (confundida por los académicos como Canaán). Después de
eso, él dio un salto gigantesco hacia Egipto, donde él ofreció a su arrugada
esposa/hermana de 65 años como una concubina para su rey (confundido con
"Faraón"). Después él volvió a Palestina (confundida con Canaán) y, por
supuesto, los viajes del entonces Patriarca de más de 150 años no habrían sido
considerados santos si no se hubiera detenido un momento en Salem (Jerusalén),
donde tuvo una reunión amistosa con su jefe, Melquisedec (rey honesto,
en árabe).
Ahora, la razón de por qué muchos
historiadores "académicos" ven el cuento de Abraham como solamente
ficticio es simplemente porque muchos de los nombres de ciudades mencionados en
su historia realmente no estaban todavía establecidos alrededor de la época del
Patriarca.
En 1900 a.C. no
existía Damasco aún, ni Canaán, ni Jerusalén, y definitivamente ningún Faraón
en Egipto.
Sintiendo el bochorno y la vergüenza
después de que casi dos siglos de extensas excavaciones en Egipto no entregaron
ninguna evidencia histórica de algún "Faraón" como el título para el
"Rey" del Egipto antiguo, los arqueólogos (con mentalidad capturada
por la Biblia) admitieron que "Per-aa
/ Faraón" nunca realmente había sido el título regio para el rey de
Egipto. Sin embargo, en un intento de salvar sus apariencias, ellos han añadido
recientemente que el título "Faraón"
comenzó a ser usado como una referencia genérica para el "Rey" de
Egipto en un período muy tardío del antiguo Imperio egipcio (alrededor de
1200-1000 a.C.).
Ahora, aunque aquella aseveración y
cronología sean totalmente erróneas, todavía es muy difícil para aquellos
historiadores y arqueólogos "académicos" explicar cómo el "Rey
de Egipto" al cual Abraham presentó a su esposa como su hermana podría
mencionarse como "faraón", ya que según sus "contundentes"
tesis/investigaciones no había ningún "faraón" en el Egipto antiguo
alrededor de 1900 a.C. (la pretendida época del cuento de Abraham).
El
Faraón de Abraham
Ahora, detengámonos aquí un momento y
reflexionemos sobre esta inconsistencia. No había "faraones" aún en
Egipto, y sin embargo Abraham se encontró con uno en sus antiguos viajes. Bien,
esto podría traducirse en una de dos posibilidades: o Abraham nunca puso pie en Egipto, o él realmente había
encontrado al "faraón", pero no en el "Egipto" que todos
conocemos, y eso es lo que realmente había sucedido.
El "faraón" en la historia de
Abraham, así como aquel con el cual hablaron Moisés y José, no es el rey de
Egipto, como a millones de personas durante cientos de años se les ha hecho
creer, sino que "Faraon / فرعون " es el antiguo título árabe para el líder tribal. Se sabe,
lingüística e históricamente, que en la antigua Arabia el jefe de la tribu era
designado como Faraon / فرعون. Por eso el verdadero faraón
de Moisés era solamente un despiadado beduino/nómade árabe. Y, por
consiguiente, aquello haría de los israelitas gente nativa de la Arabia antigua
(gracioso, ¿no?), lo cual, sin embargo, es penosamente verdadero.
Pero nunca ni por un segundo conciba la
falsa noción de que estamos construyendo nuestra tesis simplemente a partir de
la correlación lingüística, ya que hay mucho más en esto que sólo semejanzas
fonéticas, muchísimo más. Existe una verdad escondida, y estamos sólo
rasguñando su superficie. Simplemente estamos exponiendo un grotesco y
deliberado acto (judío) de distorsionar la Historia antigua de la Humanidad.
Este antiguo engaño nos ha conducido lamentablemente a nuestra actual situación
donde estamos abrumados con más del mismo grotesquismo y distorsión.
Los increíbles viajes de Abraham (solo y
en un camello) parecieron casi imposibles o por otra parte sólo pura ficción
para que los hiciera un hombre de cien años. Ello fue aún más difícil de tragar
para los sofisticados y modernos arqueólogos (judíos) después de que ellos
habían datado el siglo VII a.C. como la época en que los camellos fueron
primeramente domesticados en el antiguo Oriente Próximo. En sus largos y arduos
viajes, el envejecido Patriarca debe haber montado uno de aquellos horrendos
caballos (direhorses) que vimos en la película Avatar de James
Cameron (ningún sarcasmo aquí).
Pero si reexaminamos la misma historia de
Abraham, pero esta vez mirada en su geografía, cultura y línea de tiempo
originales y nativas, la historia entera podría parecer no sólo diferente sino
también probable.
De acuerdo a las antiguas narraciones
orales árabes/musulmanas, todos los lugares a los que Abraham viajó en su
cuento antiguo estaban dentro de la antigua Arabia y de Yemen del Norte. Una
vez que comprendemos que Ur, Horan, Bethel y Salem/Jerusalén no son sino
nombres antiguos para pequeñas ciudades árabes en la provincia de Asir, el
origen de los israelitas (que va desde La Meca en el Norte hasta Sanaa en el
Sur), todos los fragmentos y partes de la desconcertante historia de Abraham
calzarán al instante en su lugar.
Miles de millones de musulmanes de todo el
globo y a lo largo de los últimos 1.400 años aceptan como algo verdadero que
Abraham fue el que (con su hijo Ismael) realmente edificó el santuario de La
Meca, y que él vivió en algún sitio cerca del monte Moria (Marwah). Éste es un sólido principio de la tradición y la historia
islámicas, basado en incontables narraciones antiguas y citas paralelas en los
registros históricos y en la poesía de la Arabia antigua.
En este punto particular de mi ensayo
alguien (agitado por estas nuevas revelaciones) intentará refutar las antiguas
narraciones, poesía y tradiciones árabes como pruebas históricas. No tengo
absolutamente ningún problema con eso, sólo si el señor "agitado"
aplicara las mismas dudas y metodología (refutatorias) al judaísmo y el
cristianismo (y a sus fuentes/evidencias históricas totalmente anecdóticas).
Creo que no muchos occidentales sabían que
"Jerusalén" es mencionada como "Salem"
en la Biblia hebrea (AT). Y dudo que incluso menos
occidentales supieran que "Salem" es una genuina palabra árabe que significa "Pacífico", así
como que Melquisedec significa "rey honesto".
Para decirlo en voz alta, ¿qué tiene que
ver una palabra como "Melquisedec" con algo de la cultura fonética
occidental, mucho menos con su espiritualidad? La verdad del asunto es que el
"judaísmo" es tan extremadamente extranjero para los occidentales
como "Melquisedec" lo es para sus oídos.
En muchos de los antiguos registros y
narraciones orales árabes "Salem" es mencionada como "Dar
Salem / Casa de Paz" en Yemen del Norte, o lo que los orientalistas
occidentales habían identificado equivocadamente con "Jerusalén" en
Palestina.
¿Pero por qué el libro hebreo de historias
debería incluír palabras árabes? No debería ser ninguna sorpresa si llegásemos
a entender que las historias israelitas son simplemente remotos cuentos
populares de la Arabia antigua. El judaísmo y sus historias israelitas de
incursiones agresivas son tan genuinamente árabes como el Islam y sus cuentos
de guerras santas y yihad.
Pocos occidentales se han topado con esta
información (histórica); uno de ellos fue el apóstol Pablo. ¿Por qué cree usted
que Pablo se dirigió a Arabia y moró allí durante tres largos años antes de que
él se atreviera a emprender sus viajes misioneros (en el mundo
romano-occidental)?.
"Pero cuando el dios que me apartó
desde el vientre de mi madre y me llamó por su gracia se complació de revelar a
su hijo en mí, de modo que yo pudiera ser su heraldo entre las naciones,
inmediatamente no consulté con carne ni sangre, ni tampoco me acerqué a
Jerusalén a aquellos que eran apóstoles antes de mí, sino que fui a Arabia, y retorné
de nuevo a Damasco" (Gálatas 1:15-17).
Pablo no
viajó a Arabia en un viaje de safari ni para ir en busca de petróleo. El
educado y multilingüe hombre sabía que Arabia era la tierra (nativa) cultural y
geográfica del judaísmo y de sus historias de un nuevo Mesías / Mashiach
[1] (el tema de su entonces próxima misión imposible).
La ideología cristiana está basada en la
distorsionada narrativa (judía) de que el Faraón era el rey del antiguo Egipto
y de que Moisés fue criado en una corte egipcia y que el épico Éxodo salió desde
el reino (pagano) de Egipto hacia la nueva Tierra Prometida (reino) del pueblo
elegido y honrado por Dios en Palestina/Canaán. Ella está basada en el
error de que Moisés recibió sus tablillas en el egipcio monte Sinaí. Pero en el momento en que la historia de
Cristo se estaba desarrollando pareció que el apóstol Pablo era el único que
realmente sabía la verdad (después de que él se había sumergido en la antigua
Arabia).
"Abraham tuvo dos hijos, uno de la
mujer esclava, uno de la libre. Pero el hijo de la mujer esclava nació según la
carne; el de la mujer libre, por la promesa, lo que es una alegoría, ya que
estas dos mujeres son dos pactos. Una es del monte Sinaí, nacida para la
esclavitud, que es Hagar, ya que Sinaí es un monte en Arabia; y [Sinaí]
corresponde a la actual Jerusalén, ya que ella está en esclavitud con sus
hijos. Pero la Jerusalén de arriba es libre, y ella es la madre de todos
nosotros" (Gálatas 4:25).
Aquí está Pablo, el hombre que
literalmente inventó el cristianismo (occidental), afirmando inequívocamente
que el monte que presenció el encuentro de Moisés con su dios todo el tiempo
había estado en Arabia. Bien; esto sugeriría automáticamente que el resto de la
historia del "Éxodo israelita" realmente hubo ocurrido en la antigua
Arabia también (y no en el Egipto antiguo como millones de legos han creído de
manera tan ignorante y patéticamente). Y Pablo no era la clase de hombre que
pronunciara palabras a la ligera ni que afirmara hechos que él sabía que no
eran verdaderos.
Sólo
los Extranjeros Necesitan Traducciones
A diferencia de Occidente, los árabes y
los musulmanes no se basaron en una traducción del libro hebreo para
familiarizarse con sus historias. De hecho, la Biblia hebrea fue traducida
por vez primera al árabe tan tardíamente como en el siglo X [2], y aquello fue
hecho por el erudito judío egipcio "Said bin Yūsuf al-Fayyūmi, también
conocido en el mundo occidental como Saadia Gaon" [3].
[2]
https://en.wikipedia.org/wiki/Bible_translations_into_Arabic
[3] https://es.wikipedia.org/wiki/Saadia_Gaon
Y si bien la "Biblia
Septuaginta" en su traducción griega (en el siglo III a.C.) fue el
momento trascendental para las historias israelitas, después de lo cual habían
comenzado a diseminarse por todas partes del mundo occidental, la traducción
árabe de la misma Biblia hebrea realmente no cambió nada en el terreno,
puesto que el mundo oriental entero ya había estado familiarizado y empapado
con las historias israelitas durante cientos de años que incluso precedieron al
tiempo de la traducción llamada Versión de los Setenta.
Las historias israelitas eran bien conocidas
por todos los árabes, ya que simplemente la Arabia antigua había sido desde el
principio la patria del judaísmo y sus historias. Por eso los árabes nativos
nunca necesitaron una traducción de uno de sus productos culturales nativos.
Todo el asunto es árabe. La Biblia (hebrea)
árabe y los israelitas árabes le concederán credibilidad al mal interpretado
viaje de Abraham (desde Ur/Haran en Mesopotamia hasta Damasco, a Bethel en
Palestina, luego a Egipto, y de vuelta a Bethel otra vez). Aquellos largos y
arduos viajes (cabalgando un camello, no un todo-terreno 4x4) parecían no sólo
tontos para un anciano (de casi 150 años) sino completamente imposibles. La
forma defectuosa en la cual los orientalistas occidentales han interpretado la
geografía de la historia del Patriarca había convertido irrevocablemente este
antiguo cuento de Abraham (y el resto de las historias israelitas) en un
absoluto serio problema para los arqueólogos y en una débil probabilidad para
los historiadores.
Cuando Haran es visto como era
originalmente, es decir, el valle árabe de Horan, y Bethel como la ciudad santa
de La Meca, entonces los viajes del viejo Abraham ya no necesitarán a un
Superhombre para llevarlos a cabo o una mente crédula para creerlos.
Mahoma, el profeta del Islam, era un
hombre analfabeto que no tuvo acceso a la versión occidental/griega de la Biblia
hebrea. El profeta del Islam no tenía necesidad de una traducción griega del
libro hebreo ya que él realmente tenía un acceso único a la versión (árabe)
original del libro entero y sus violentas historias tribales.
Mahoma no tuvo que leer el libro hebreo
para informarse acerca de aquellas historias israelitas ya que ellas eran sólo
los cuentos de sus antepasados árabes/judíos.
Además, la
Península Arábiga durante el siglo VII d.C., la época del surgimiento del
Islam, era un territorio aislado después del acabamiento de la antigua ruta de
las caravanas de incienso [4]. Vale la pena mencionar aquí que la Ruta de las
Caravanas nunca había atravesado la tierra de la antigua Palestina, sino que
más bien comenzaba en el Sur en Yemen y terminaba en Palmira (cerca de Siria) o
Petra (cerca de Jordania). En el primer caso, las caravanas de camellos seguían
su viaje a la pagana Persia en el Este, y en el segundo, continuaban su camino
al pagano Egipto en el Oeste, y luego a través de Alejandría a la pagana Grecia
mediante la ruta marítima.
[4]
http://www.asia.si.edu/unearthingarabia/incense-trade.asp
Toda la ruta de las caravanas había estado
en la antigua Arabia y en Yemen, la patria del judaísmo y de las historias
israelitas, como argumentamos en el libro. La amplia diseminación de las
historias de los Patriarcas judíos a través de todo el antiguo Oriente Próximo
se debió a que aquellas historias brotaron en la Arabia antigua y fueron
llevadas por todas partes por los judíos árabes que alguna vez controlaron el
comercio del incienso y su ruta de caravanas. Arabia no sólo llevaba incienso y
especias en sus caravanas de camellos al mundo antiguo sino también las nuevas
ideas del judaísmo y las historias de sus patriarcas.
Esto es lo que extrañamente había escapado
a la mente de los orientalistas occidentales. Los investigadores occidentales
habían fracasado miserablemente en ver que la antigua Arabia (y no Palestina)
había sido siempre la tierra nativa de los israelitas y sus (violentas)
historias de guerras tribales. Y por eso el Islam había seguido donde acababa
exactamente el judaísmo.
En otras palabras, el judaísmo y el Islam
como dos credos/religiones son los productos culturales de la Arabia antigua y
Yemen, y las historias de los Patriarcas judíos son los antiguos cuentos
populares de Arabia.
Para apuntalar sus razones para su nueva
religión en Arabia, Mahoma dejó claro que él era sólo el último mensajero de
una larga línea de profetas. Aquellos profetas predecesores a los que él a
menudo se refería eran por supuesto los Patriarcas israelitas. Ahora, hagamos
también una pausa aquí durante un momento y tratemos de contemplar lo que
tenemos a mano. Mahoma no salió con nada nuevo sino que más bien su Corán
fue llenado hasta el tope con los cuentos israelitas de Noé, Abraham, José,
David, Salomón, y por supuesto de Moisés y Faraón.
Es obvio (con un poco de pensamiento
crítico) que el mensaje mahometano era simplemente una variación del mismo
viejo tema israelita / judío. En otras palabras, la sharia islámica es
el Talmud judío, pero con alguna distorsión. Por eso los
salafistas/yihadistas islámicos de línea dura comparten la misma ideología
dogmática (árabe) de los Haredíes judíos.
Para hacer más fuerte su posición, Mahoma
dejó claro desde un principio que él vino para terminar lo que sus predecesores
habían comenzado pero que de alguna manera dejaron de llevar a cabo. La razón
de aquel fracaso y por consiguiente la desazón de Dios había sido la desviación de los judíos del camino justo del Creador.
Cuando Mahoma se refería a su dios creador (Alá)
él no estaba hablando de algún dios extranjero con el que los israelitas / judíos
no estuvieran familiarizados, dado que la deidad suprema a la cual los miembros
de la tribus árabes del Norte de Hejaz y La Meca se referían como "Alá", los miembros de las
tribus judías árabes del Sur en Yemen llamaban "Elohim" (una
narrativa que es enormemente ajena a cualquier valor y tradición occidentales).
En ese
sentido, el principal conflicto del Islam fue con los judíos y los paganos de
Arabia. Mahoma dejó inequívocamente claro que su misión era cumplir la misión
final que muchos de sus precursores dejaron de hacer, a saber, unir a todas las
tribus de Arabia bajo la bandera de Alá
/ Elohim. Aquello él muy ciertamente lo hizo, y principalmente venciendo
y subyugando a las tribus judías de Arabia.
Esto de alguna manera explica el concepto
de Yihad / militancia / beligerancia
que impregna la escritura/literatura de todo el Islam.
Esto también explica por qué la
escritura/literatura musulmana es en algún grado anti-judía. Para que Mahoma
subiera al poder en Arabia (y más allá) él simplemente tenía que dominar a las
tribus judías árabes y conducir una nueva Era en Arabia, la Era del Islam. Pero
no se equivoque: esta nueva fe islámica se había basado en y había incorporado
los mismos cuentos antiguos de Arabia que había usado el judaísmo antes, a saber,
las historias de Abraham y su tribu israelita (árabe).
Cuando
el Occidente Fue Engañado
Pero entonces ¿cómo es que el mundo
occidental hubo tan miserable e ingenuamente llegado a creer que el judaísmo es
uno de los componentes principales de la espiritualidad y la cultura
occidentales? Bien, aquello fue el resultado de una traducción distorsionada
del "libro hebreo" al griego (la lengua madre de todas las lenguas
occidentales) que llegó a ser conocida como la "Biblia
Septuaginta".
En aquella traducción griega (la
fuente-madre de todas las Biblias del mundo occidental) 70 escribas
judíos habían relocalizado engañosamente la geografía de las historias
israelitas desde su lugar árabe original a nuevos lugares que estaban entonces
bajo el dominio colonial griego, a saber, Egipto y Palestina.
En la nueva traducción griega, que se
efectuó en el siglo III a.C. en la legendaria biblioteca de Alejandría, el
antiguo Egipto y Palestina fueron secuestrados, y los reyes de Egipto fueron
convertidos de la noche a la mañana en "faraones".
En el proceso de
occidentalización y helenización de los cuentos (árabes) hebreos, Egipto había
sido convertido en la tierra del Éxodo israelita, tal como Palestina había sido
convertida en su "Tierra Prometida".
Ese descarado engaño (griego / judío) ha
servido inmerecidamente como la fuente y premisa infalible para todos los
estudiosos de la Historia y la teología antiguas en el mundo occidental a
partir del siglo III a.C. y hasta este mismo momento. ¿Comienza usted a
discernir las enormes proporciones de este impúdico acto de engaño bajo cuya
influencia ha estado el Occidente (y por consiguiente el mundo entero) durante
tanto tiempo?.
Si usted
realmente se da cuenta de ello, entonces tome la Biblia más cercana y
comience a releerla correctamente, omitiendo los fragmentos y partes acerca de
Egipto y Palestina.–
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