Publicada primeramente en cuatro partes (entre el 29 de Diciembre de
2009 y el 1º de Enero de 2010) en toqonline.com
y completa en Julio de 2010 en counter-currents.com,
lo siguiente es una entrevista que le hizo Greg Johnson, editor jefe de esta
última editora, al señor Harold A. Covington, presentado en la entrada anterior
en este blog. La pusimos en
castellano porque ilumina aspectos que no se dan a conocer de otro modo de una
persona cuyos 15 libros ahora en Agosto de 2015 sus tres editores
estadounidenses han renunciado a seguir comercializándolos, sin dar ninguna
explicación y violando los contratos, estableciéndose una censura de facto sobre un autor molesto para el establishment, y no sólo sobre su
material "racista" y políticamente incorrecto. Aquí el señor
Covington, aparte de ir enfatizando su idea principal de una patria
estadounidense en los Estados del Pacífico Norte, hace interesantes recuerdos
de su vida y mención de sus novelas y sus pensamientos más íntimos, que
completan una idea de él y de qué pretende con su acción.
Entrevista con
Harold Covington
por Greg Johnson
15 de Julio de 2010
—Greg Johnson: ¿Podría usted darnos una breve autobiografía y
decirnos cómo usted se involucró en el Nacionalismo Blanco?
—HAROLD
COVINGTON: Nací en Burlington, Carolina del Norte, en 1953. Yo tuve mi primera
dosis de la realidad racial a la edad de 15 años cuando fui arrojado en una
escuela secundaria integrada en Chapel Hill, Carolina del Norte, que era mala
según los estándares de entonces (1968), pero que por supuesto era un kindergarten comparado con la situación
racial que existe en nuestras escuelas hoy. De todo lo que teníamos que
preocuparnos allá en mis tiempos era de negros con cuchillos más bien que de
pandillas organizadas y traficantes de drogas armados con armas
semi-automáticas, y por supuesto estaban los radicales inconformistas y
pacifistas tipo SDS (Students for a Democratic Society), muchos de los
cuales noté incluso entonces que parecían ser judíos. Los homosexuales ni
siquiera entraban en la ecuación en aquel tiempo, y las drogas en la escuela
eran sólo la cerveza, la hierba y el LSD, no el ecstasy o la cocaína o
el crack.
No me extenderé en una larga digresión
sobre las diversas y horribles experiencias raciales que tuve en la escuela
secundaria, pero el día en que finalmente me marché de allí, miré hacia atrás e
hice un voto personal silencioso de que yo dedicaría mi vida de alguna manera a
asegurarme de que ninguna persona Blanca joven alguna vez de nuevo tuviera que
pasar por lo que yo tuve que pasar en aquel lugar. Nuevamente, yo no comprendía
cuán relativamente moderados habían sido mis problemas y cuán terribles
llegarían a ser las cosas en mi vida.
Por motivos en los que no entraré, que
básicamente tienen que ver con el hecho de que mi padre era un psicópata, él me
pidió que me fuera de la casa familiar y entré en el Ejército de Estados Unidos
a los 17 años. Mis experiencias en el Ejército me proporcionaron una dosis
adicional de realidad racial, aunque una vez más yo entienda que ellas no
fueron nada comparado con lo que los jóvenes reclutas Blancos soportan hoy en
día cuando el Ejército en su desesperación ha rebajado los criterios de
reclutamiento para incluír a drogadictos, criminales, matones de pandilla, etc.
Hice mi formación básica en Fort Polk,
Louisiana, y luego fui enviado para el entrenamiento de infantería en Fort
Jackson, Carolina del Sur, y en la Ranger
School en Fort Benning, Georgia. En Fort Jackson leí un libro en la sala de
estar llamado La Orden de la Calavera (The Order of the Death’s Head),
de un alemán llamado Heinze Höhne. Raro entre los estudios del Tercer Reich,
el libro era en realidad razonablemente objetivo, y tuvo el efecto de
convertirme más o menos al Nacionalsocialismo. Sigo siendo un
nacionalsocialista en mi perspectiva personal hasta este día. Mientras estuve
estacionado en el Cuartel Schofield, en Hawaii, me integré al Partido
Nacionalsocialista de la Gente Blanca (National Socialist White People’s
Party, NSWPP), que fue fundado por George Lincoln Rockwell, y que era
dirigido entonces por un hombre llamado Matt Koehl. Formé una unidad de un
grupo de choque del Partido llamado la Liga
de los Militares Blancos, y terminé siendo dado de baja tempranamente,
aunque en condiciones honorables. Hoy en día, por supuesto, yo terminaría
probablemente en Leavenworth por ello [prisión militar de máxima seguridad en
los terrenos de Fort Leavenworth, Kansas].
Después de que salí del ejército serví en
el personal permanente en el cuartel del NSWPP en El Monte, California, bajo el
ahora legendario teniente Joseph Tommasi, que fue asesinado en 1975. Después
llegué a ser el editor del periódico del Partido, White Power, en
Arlington, Virginia. En 1974 trabajé para una empresa constructora en
Johannesburgo, Sudáfrica, durante aproximadamente seis meses, y luego fui a
Rhodesia y me integré al Ejército rhodesiano. En 1976 fui deportado de Rhodesia
por mis actividades en el proto-NS Partido de la Gente Blanca de
Rhodesia, junto con dos de mis compañeros estadounidenses, Eric Thomson y
Jeffrey Spencer. Ése es un ejemplo interesante de lo conservadores que son
nuestros verdaderos peores enemigos. Fui deportado por órdenes personales de
Ian Smith, y todos sabemos lo que el conservadurismo del señor Smith hizo a
Rhodesia.
A partir de entonces fue la usual larga
historia del Movimiento de grupos diferentes, enfoques diferentes, todos ellos
más o menos callejones sin salida, porque básicamente no hay nada que pueda ser
hecho sobre una base que abarque a todo EE.UU. a fin de revertir la decadencia
terminal de la civilización occidental en este continente, al menos no sin el
uso de un nivel de fuerza armada la cual, prácticamente hablando, el Movimiento
nunca tendrá a su disposición.
En 1982
anduve más o menos fugitivo durante cinco años debido a una situación legal de
la que aún no tengo la certeza de que sea completamente seguro profundizar en
ella, considerando la naturaleza paranoide de nuestros amos y señores por estos
días y su impaciencia por encontrar algo, cualquier cosa, para usar como una
excusa para caer sobre mí pesadamente y meterme en la celda al lado de Bill
White y Matt Hale. Terminé en Irlanda, que en ese entonces no tenía ningún
tratado de extradición con EE.UU., debido a la vergüenza y las complicaciones
políticas que significaría para el gobierno de Dublín el hecho de probablemente
extraditar a hombres del IRA [Irish
Republican Army, Ejército Republicano Irlandés] de allá para acá a través
del Atlántico.
Aprendí mucho en Irlanda. No sólo pasé el
tiempo en bares bebiendo la cerveza Guinness; leí todos los periódicos y
miré RTE [Raidió Teilifís Éireann, Radio y Televisión de Irlanda] y la BBC
de Irlanda del Norte; hice viajes al Norte, hablé con cierta gente (muy
cuidadosamente) y me senté silenciosamente en ciertos conocidos bares del IRA bebiendo
una pinta o dos de Smithwick, escuchando y observando. Básicamente, en
Irlanda vi cómo hay que actuar en el mundo moderno, no en la Alemania de los
años '30, y aquella fue una educación inestimable.
Es verdad que el IRA no ganó en el sentido
principal del término, pero aunque ellos sean comunistas (y yo sé aquello), esa
pequeña organización de dedicados hombres y mujeres Blancos de clase obrera
luchó contra una importante potencia militar democrática occidental hasta
provocar un punto muerto, y obligó a los ingleses a sobornarlos en vez de
aplastarlos. Como Rocky Balboa, ellos pelearon quince rounds completos
contra Godzilla, y ellos todavía estaban de pie al final de ello. La lección
que saco de este y otros acontecimientos en los últimos 20 años es que aquello puede
ser hecho.
En 2000, después de lo que Morris Dees le
hizo al pastor Butler, finalmente emergí abiertamente en favor del
separatismo Blanco territorial en la forma del Imperativo del Noroeste (Northwest Imperative).
—GJ: ¿Puede usted explicar el Imperativo del Noroeste, y
decirnos cómo usted llegó a creer en ello?
—H.
COVINGTON: El Imperativo del Noroeste
está basado en la convicción, muy precisa, de que Estados Unidos en su forma
actual está condenado, y de que es necesario para la supervivencia física de la
raza Blanca que establezcamos una Patria para toda nuestra gente de todo el
mundo en algún sitio en el continente Norteamericano. La economía, los datos
demográficos y la logística dictaminan que la mejor localización para tal
Patria está aquí en el Noroeste del Pacífico. Además, tenemos una larga
historia aquí de compromiso y martirio aquí en el Noroeste: Bob Mathews y los
hombres de The Order, Sam y Vicky Weaver, Gordon Kahl, y nuestro último
mártir del Frente del Noroeste (Northwest
Front), Jeff Hughes de Vancouver, Canadá.
La esencia de
la Idea del Noroeste es reducir el problema a proporciones manejables. Somos
simplemente demasiado débiles, desorganizados, y demasiado pocos para hacernos
cargo de Estados Unidos, y tenemos que aceptar que aquello precisamente no va a
ocurrir. En vez de un enorme continente entero y 300 millones de personas en su
mayoría hostiles de los cuales preocuparnos, reducimos el problema geográfica y
demográficamente a tres Estados y medio con aproximadamente 12 millones de
personas, en su mayoría Blancos. Considerando la inevitable próxima implosión
de Estados Unidos y el colapso de la autoridad central en Washington D.C.,
cuando ellos se queden sin dinero para pagar a sus mercenarios, burócratas y
ejecutores, el Imperativo del Noroeste es factible en una forma en que ningún
otro plan con el que hayamos aparecido alguna vez lo ha sido.
El Imperativo
del Noroeste también reduce el problema al de una guerra colonial, y hay
numerosos modelos del último siglo en cuanto a cómo emprender y ganar una
guerra colonial. El objetivo es hacer el territorio disputado ingobernable y
convertirlo en una masiva ratonera donde la potencia ocupante se desangre en
términos de dinero, hombres y recursos hasta que no pueda detener la hemorragia
durante más tiempo y corte sus pérdidas. La declaración más importante en
cualquiera de mis novelas sobre el Noroeste, tan importante que hago que varios
personajes la digan repetidas veces en cuatro libros, es ésta: "En una
guerra colonial, no son nunca los generales los que se rinden. Son los que
están a cargo de las cuentas".
—GJ: ¿Puede usted decirnos qué está haciendo para promover la
idea de una patria en el Noroeste y para preparar su materialización concreta?
—H.
COVINGTON: Hemos formado el "Partido" de las novelas del Noroeste,
llamado el Frente del Noroeste (Northwest
Front), aunque no es realmente un Partido aún y probablemente no lo será
durante algún tiempo. Ahora mismo es sólo lo que el nombre dice, un frente
amplio más bien que un partido. Tenemos la participación de gente que está
implicada con otros grupos y de gente que no está implicada con ninguno. No hay
ningún status formal de pertenencia,
ninguna cadena de mando, y ninguna jerarquía. Proporcionamos el apoyo que
podemos a cualquiera que vive aquí o que quiere venir aquí a la Patria y
trabajar por la independencia del Noroeste.
Finalmente esto tendrá que cambiar, por
supuesto. Finalmente debe haber un partido disciplinado, combativo y
revolucionario de soldados políticos, pero eso va a tomarnos un tiempo. Los
estadounidenses Blancos son la gente más negligente, indolente y narcisista en
el mundo, y ellos simplemente no pueden envolver sus mentes con un concepto
europeo como el soldado político. No
todavía. Ellos tendrán que cambiar, o desaparecerán de la Tierra.
—GJ: Como la mayor parte de la gente en el movimiento racialista
hoy, mi despertar y educación se vieron enormemente favorecidos por la Internet. Usted mismo tiene una presencia sustancial en la web. Sin embargo usted es conocido como un firme crítico de
la fuerte dependencia de Internet por parte del movimiento.
¿Puede usted explicar sus opiniones acerca de las virtudes y los límites de la Internet para el nacionalismo
Blanco?
—H.
COVINGTON: Internet es una realidad
de la vida del siglo XXI. Entiendo y acepto eso. No es más artificial que la
pólvora o que la energía nuclear. La Red se ha convertido en un mal necesario,
pero a pesar de todo, en un mal, en mi opinión.
En primer lugar, Internet es en
gran parte estéril políticamente. No produce casi nada excepto más Red. Alguien
ve un gran sitio web pro-Blanco, y ellos son inspirados con
entusiasmo... a construír otro sitio web. Existe esta inmensa
desconexión entre lo que es esencialmente un mundo de fantasía en el
ciber-espacio y el mundo real aquí fuera donde la gente Blanca está desempleada,
y donde familias Blancas que perdieron sus casas por deudas hipotecarias están
comenzando a vivir en ciudades de tiendas de campaña llamadas Obamavilles.
La Internet le da al varón Blanco
una sensación de satisfacción para conseguir la cual él no tiene que hacer
ningún mérito. Él se sienta frente a su computador después del trabajo con un
plato hondo de papas fritas y unas cervezas frías, él juguetea en VNN [Vanguard News Network] o surfea por la web
en busca de asuntos raciales; tal vez él escribe un comentario o dos, y luego
al final de la tarde él se levanta y se tambalea al ir a acostarse con la
sensación de que él ha llevado a cabo algo, pero él no ha hecho nada. Todo lo
que él ha hecho ha sido generar palabras, y las palabras no son nada bueno en
la Tierra si ellas nunca se traducen en acción física.
La Internet
proporciona al varón Blanco un sustituto de la acción, y un lugar donde él
puede esconderse. Sí, entiendo que la mayoría de nosotros tiene empleos y
familias y hogares que tenemos que proteger, pero persiste el hecho de que en
algún punto en el tiempo vamos a tener que estar erguidos una vez más, como
hombres, y no con nuestras cabezas gachas y nuestros ojos hacia abajo y
nuestros pies a la rastra en presencia de nuestros amos y señores judíos y
liberales. La Internet no facilita el refuerzo de la virtud antigua de
nuestra gente que más que nada tenemos que descubrir de nuevo: el simple coraje
físico.
Finalmente, la Internet proporciona
algo que nuestra gente altamente disfuncional no puede resistir: el mal
comportamiento sin consecuencias. Éste no es sólo un fenómeno del Movimiento;
esto es una cosa de los Blancos. La Internet es un manicomio, y todo el
mundo lo sabe. La Internet es donde gente enferma y retorcida y a menudo
completamente desquiciada va a vomitar. Nunca he visto nada como algo de la
suciedad, depravación, estupidez y locura simplemente irracional que encuentro
en la Internet cada día. Conozco gente completamente corriente y
aparentemente estable, funcional y exitosa, que se sienta detrás de aquel
teclado, y de repente ellos reciben una visita de Mr. Hyde. ¿Ha oído usted
hablar acerca de descubrir al Niño Interior de uno mismo? Parece que el señuelo
del mal comportamiento sin consecuencias en Internet libera al Chalado
Interior de alguna gente.
Habiendo sido dicho todo esto, la Internet
sigue siendo el único medio de comunicación masiva al que tenemos acceso,
el único lugar que proporciona algo remotamente parecido a un terreno de juegos
razonable, que es probablemente por lo cual los judíos y el Gobierno la odian
tanto. Ya ame la Internet o la odie, parece que estamos obligados a
convivir con ella.
—GJ: Mucha de nuestra gente habla mucho de signos negativos, y
hay muchos de ellos. ¿Ve usted signos positivos?. ¿Piensa usted que hay buenas
razones para la esperanza?
—H.
COVINGTON: Oh, sí, por cierto. Mientras uno no confunda la esperanza con el
optimismo.
En primer lugar, es una obviedad histórica
el hecho de que nada dura para siempre. Esa cháchara de Francis Fukuyama acerca
de la democracia liberal como el "final de la Historia" es estiércol
de caballo. Todo termina, y el actual orden mundial sionista terminará también,
muy probablemente durante la vida de aquellos que han nacido ahora. Podría no
terminar del modo en que queremos que termine, y dicho final puede arrastrar a
la raza Blanca y a la civilización occidental con ello, pero oh, sí, esto se
acabará. Nuestra tarea en esta generación y en las que vienen es asegurarnos de
que sobreviviremos al colapso de este mal masivo, junto con al menos algún
apariencia de la civilización occidental.
En segundo lugar, a pesar de todas
nuestras debilidades y defectos, somos todavía la raza más inteligente y
potencialmente la más valiente y fuerte sobre la Tierra. Se requieren más de
cien años de lavado liberal de cerebro, corrección política y Cajitas Felices
de McDonalds para contaminar y extinguir un genotipo humano entero. Muy
en lo profundo somos todavía los hombres que fueron nuestros antepasados, sólo
que a veces eso está tan profundo que no podemos leer nuestro libreto genético.
Podemos hacer lo siguiente: podemos
golpear a esos bastardos, en cualquier momento que elijamos. La pregunta es:
¿elegiremos aquello? El enemigo del mundo (Weltfeind) cuenta con su
capacidad de obscurecer nuestra luz racial en una tiniebla de cuestionamientos,
indecisión, introspección, corrupción y apatía, para arrastrar al mundo entero
hacia las sombras de gris en las cuales el judío prospera. Si podemos conseguir
la claridad moral en nuestras almas, recuperaremos nuestro coraje, y cuando
recuperemos nuestro coraje arrancaremos sus corazones.
—GJ: Una de las cosas que más me ha abrumado con respecto a su
Cuarteto de novelas acerca del Noroeste es la actitud de una alta seriedad
moral que esas novelas comunican, lo que pienso que es un valioso correctivo
para el ethos general del movimiento de
complacencia emocional. Pero usted es mejor para comunicar eso que yo. La
mayoría de los nacionalistas Blancos aceptan que nuestra raza está enfrentando
el olvido. ¿Qué más necesitan ellos para ponerse serios?
—H.
COVINGTON: La respuesta de rutina a eso es que las cosas tienen que ponerse tan
malas, que cada hombre, mujer y niño Blancos se vean personalmente afectados en
sus propias vidas por la actual crisis de la civilización. Ellos deben perder
sus casas, sus empleos, sus automóviles todo-terreno y sus televisores de
plasma, y toda aquella agradable cerveza fría en sus refrigeradores. Esto
ciertamente es verdad según van las cosas, y eso finalmente está comenzando
ahora a suceder durante este inicio de la Depresión de Obama.
Pero creo que algo más tiene que ocurrir.
Tiene que haber un genuino despertar espiritual que queme las varias
generaciones pasadas de excremento que los judíos han depositado alrededor de
nuestras almas. Nuestra gente debe aprender una vez más a valorar algo más
elevado que sus propias vidas privadas y sus propias comodidades materiales. Yo
personalmente encontré eso en el Nacionalsocialismo; otros lo encuentran en la
religión. Pero una de las ventajas de convertir esto en una guerra colonial es
que esto permite la creación de un nuevo (o bastante viejo) idealismo en
nuestros corazones, un nacionalismo secular que aspira a la creación de un
nuevo país, libre de opresores foráneos. Eso funcionará. Pregúntele a los
irlandeses.
—GJ: Temprano en su carrera, usted era un nacionalsocialista
declarado. ¿Cómo ha cambiado su pensamiento desde entonces?. En su opinión,
¿cuáles son las verdades duraderas en el Nacionalsocialismo, y cuáles son sus
limitaciones?
—H. COVINGTON: Soy tan nacionalsocialista ahora como
siempre lo he sido. La verdad duradera del Nacionalsocialismo está en un lema: "Nuestra raza es nuestra nación".
El Nacionalsocialismo afirma la primacía de la raza por sobre aspectos menores
de la existencia humana, tales como la religión y la nacionalidad.
He llegado, sin embargo, a comprender que
la mayor parte de los estadounidenses absolutamente no están preparados
espiritualmente para aceptar tal doctrina. Ellos no hablan el lenguaje. Ellos
simplemente no han sido diseñados de esa manera, y por supuesto 70 años de
propaganda judía de odio, falsificación y distorsión no han ayudado. Atrás en
mi juventud en el viejo Partido, teníamos la idea de que por un proceso de una
larga y lenta educación podríamos apartar a un número suficiente de nuestra
gente lejos de la narrativa judía y hacerlos ver la verdad, pero no actuamos
tan intensamente en ello, y ahora no tenemos tiempo. Simple y crudamente, ahora
se trata acerca de la supervivencia racial, y eso es lo que tiene que tomar el
primer lugar en nuestra estrategia.
A fin de convencer a la gente, usted debe
ponerse a sí mismo primero sobre una base creíble de comunicación con ellos, y
usted no puede hacer eso confrontándolos inmediatamente con símbolos e ideas
que ellos han sido condicionados desde su nacimiento para rechazar. Cada
principio esencial del Nacionalsocialismo puede ser explicado mediante un
circunloquio absolutamente razonable y comprensible que puede ser usado dentro
del contexto estadounidense para evitar los mecanismos de rechazo socialmente
diseñados que han sido implantados en los cerebros de la gente Blanca. Llámelo
Nacionalsocialismo Liviano, si usted prefiere. No me gusta esto, pero la
urgencia de nuestra crisis racial prevalece por sobre mis sentimientos
personales.
—GJ: ¿Cuáles son los libros, escritores y acontecimientos
históricos que más han formado su versión particular del nacionalismo Blanco?
—H.
COVINGTON: ¿Aparte de las obras y la historia nacionalsocialistas? Antes que
nada está la vida y la obra del comandante George Lincoln Rockwell. Está la
Guerra Civil estadounidense, por supuesto. Yo nací y me crié en lo último del
Viejo Sur, cuando era considerado completamente normal tener banderas
Confederadas entre las propias posesiones, y cuando era todavía posible ver a
los héroes Confederados positivamente retratados por la televisión y en libros
de historietas, etc.
La Pascua de Resurrección de 1916 [24 de
Abril de 1916, fecha de una fracasada violenta insurrección irlandesa contra
Inglaterra] [1] y la Guerra irlandesa de Independencia [1919-1921] es otro
ejemplo obvio. Pienso que la situación en Irlanda en los años '20 es
probablemente un cercano paralelo de nuestra situación hoy como puede ser
concebida. Posteriormente podemos lograr alguna comprensión de la Guerra Civil
española, que siempre me ha gustado, la última guerra en que los tipos buenos
realmente ganaron.
[1]
http://www.bbc.co.uk/history/british/easterrising/
Mis
principales consejeros en el Movimiento fueron el mayor William Gaedtke, el
último líder del antiguo Comité Estados Unidos Primero [America First
Committee, que abogaba por la no intervención estadounidenses en la 2ªGM]
(el de Lindbergh), y el pastor Robert Miles. Ellos me enseñaron las
líneas fundamentales. Aprendí mucho de Matt Koehl también. Nunca pensé que yo
diría esto, y todavía no estoy de acuerdo con lo que Koehl hizo al NSWPP, pero
después de tres décadas ahora entiendo por qué Koehl hizo muchas de las cosas
que hizo.
—GJ: Yo realmente disfruto de sus novelas. He examinado el
Cuarteto (de novelas del) Noroeste (The Northwest Quartet), y también he leído "Slow Coming Dark", "Fire
and Rain", y más
recientemente "The Stars in
Their Path", así como la
colección de cuentos "Other
Voices, Darker Rooms".
¿Quiénes son sus principales influencias literarias?. ¿Cuáles de vuestras obras
son sus favoritas y por qué?
—H.
COVINGTON: Mi padre era un lector de revistas baratas de ciencia-ficción allá
en los años '50 y '60, y él tenía grandes cajas de cartón con viejas novelas de
ciencia-ficción en el sótano, incluso muchas de las viejas novelas dobles
editadas por Ace, que costaban 50 centavos en aquel tiempo y que
costarían unos 200 dólares cada una hoy si usted pudiera conseguir una copia
intacta. Ellas fueron escritas por todos los grandes de la ciencia-ficción de
los años '50 y '60: Robert A. Heinlein, Brian Aldiss, Philip K. Dick, Alfred
Bester, Edmond Hamilton, Alan E. Nourse, Andre Norton, Ray Bradbury, etc.
Aquéllas fueron mi primera lectura en masa, y luego como a los 14 años yo de
alguna manera (no recuerdo cómo) descubrí a H. P. Lovecraft, y ése fue un amor
a primera vista. Todavía llevo conmigo los tres volúmenes de sus obras completas,
publicadas por Arkham House,
dondequiera que voy.
Mis novelas del Noroeste son polémica
puramente política, en donde digo cosas que no sería prudente decir
abiertamente en ningún otro contexto. Ellas tienen el propósito de impartir
ideas y difundir información práctica, usando lo que Lenin llamó "el
lenguaje de Esopo", el lenguaje de la fábula. Mis escritos de ficción
actuales en cuanto tales, novelas como "The
Stars in Their Path", "The
Renegade", "Vindictus",
etc., no están realmente "influídas" por nadie o por nada. Ellas son
sólo historias que concebí en mi cerebro febril y que tengo que purgar
contándolas y dejándolas salir.
En cuanto a mis obras favoritas,
excluyendo el Cuarteto [2], las que no cuento porque ellas no son realmente
novelas en el verdadero sentido de la palabra, yo tendría que decir que "The
Madman and Marina" [en "Other Voices, Darker Rooms"]
es la mejor pieza breve que haya escrito alguna vez. Incluso puede ser
probablemente la mejor de todas, y punto. Una vez tuve un corresponsal de
correo electrónico en San Petersburgo que me dijo que él no creía que mi
apellido fuera Covington, que yo tenía que ser un ruso escribiendo bajo un
seudónimo estadounidense, porque sólo un ruso podría producir una historia tan
Dostoyevskiana. Considero que aquella es la mejor reseña que he tenido alguna
vez.
[2]
Actualmente Quinteto, con la novela "Freedom's
Sons" (2011-2012), añadida a "The
Hill of the Ravens" (2003), "A
Distant Thunder" (2004), "A
Mighty Fortress" (2005) y "The
Brigade" (2008), todas con el tema de una república estadounidense del
Noroeste.
¿Personalmente favorita entre las novelas
largas? The
Stars in Their Path, yo diría. Como todos mis otros libros,
cuenta una historia, pero uso la reencarnación como un mecanismo para seguir
contando la misma historia una y otra vez, de una forma diferente cada vez y
con personajes diferentes, más bien que hinchar el mismo argumento hasta
100.000 palabras. Pienso que ésa fue impecable, al menos yo mismo lo digo.
—GJ: Con el Cuarteto del Noroeste y Fire and Rain quedé especialmente impresionado por cómo usted puede mezclar el drama
intenso con la comedia liviana, la elocuencia clásica con el argot de la
cultura pop y la vulgaridad. Joss Whedon y Quentin Tarantino vinieron a mi
mente. ¿Presta usted atención a la cultura popular?; ¿mira usted películas o
televisión? Nombre algunos escritores, directores, películas, programas de
televisión, favoritos.
—H.
COVINGTON: Yo ya no veo televisión, y no lo he hecho durante mucho tiempo. No
es sólo que esté judaizada al máximo y que sea políticamente repugnante: es
simplemente estúpida. Idiota. Echo un vistazo a hulu.com de vez en
cuando, y no veo nada allí que me impulse a conseguir televisión por cable otra
vez. ¿Por qué pagar 75 dólares por mes por tonterías?.
Las películas
son otro asunto. Los DVDs de los estantes con películas exitosas son casi la
única forma de recreación que puedo permitirme, además de una tarjeta de
biblioteca. En ese sentido sí, he logrado mantenerme al corriente de suficiente
cultura popular, sobre todo entre la gente Blanca joven (aunque aquella cultura
esté negrificada) de modo que puedo hacer creíbles mis personajes jóvenes. Así
me lo parece, como sea. Ninguno de mis lectores juveniles se ha quejado hasta
ahora.
Hay
ciertas películas que para mí son simplemente repugnantes, como El Almuerzo
Desnudo (Naked Lunch), y hay ciertas imágenes en movimiento que encuentro
fascinantes porque ellas son increíblemente extrañas, como Dark Star y
la versión estadounidense de Kingdom Hospital, que en mi humilde opinión
es simplemente la cosa más rara alguna vez mostrada por televisión. Mi propia
colección de DVDs incluye "Enrique
V" (la versión de Kenneth Branagh), "Zulu, the 13th Warrior", "The Outlaw Josey Wales", y algunas rarezas de los años
'70 como "Time after Time"
y "Absolution". Le pasé a
algunos amigos míos los cinco primeros episodios de "Sharpe's Rifles". Me gustan mucho los temas de aventuras
escapistas, como usted puede ver.
—GJ: ¿Planea usted escribir más novelas?
—H.
COVINGTON: A esta altura yo diría probablemente que no. Estoy bastante
desvalorizado. Hay un límite a lo que puede ser llevado a cabo por medio de la
fantasía y la creación de mitos ficticios. Si no he tenido éxito todavía en
entregar una visión de posibilidad a nuestra gente en las cuatro novelas del
Noroeste ya existentes, probablemente nunca lo tendré. Me estoy concentrando de
aquí en adelante en tratar de convertir la visión en realidad por medio del Frente
del Noroeste, el "Partido" de las novelas, y ésa es una
dificultad de cinco estrellas. Conseguir que "nuestra" gente deje de
mirar sus computadores y se comprometa con un acto físico de la vida real aquí
afuera en el mundo real es como sacar un diente. La mitad de mis contactos no pueden
ni siquiera responder a un correo electrónico.
Todavía tengo
algunos fragmentos y pedazos de novelas e historias que están por ahí en forma
de manuscritos y en mi computador, además de algunas ideas que me gustaría
desarrollar si alguna vez tengo el tiempo y la situación adecuados (como la
larga condena a prisión por alguna ridícula y fabricada acusación a la cual
estoy seguro que a nuestros amos y señores les gustaría obligarme). La
principal es una especie de versión adulta de la serie de Harry Potter, donde una sociedad secreta
de poderosos espíritus arios que actúan en una especie de mundo inferior un
paso por encima de esta dimensión usa sus poderes mágicos para tratar de
revertir la destrucción de nuestra gente manipulada por el jefe supremo judío tipo
Sauron del Mundo Oscuro, aunque espero cruzarme con algo un poco más
convincente que eso. Sin embargo, dudo que alguna vez me dedique ello. Tengo
que concentrarme en el tiempo que me queda en construír algo en el mundo real.
—GJ: The Stars in Their Path
me sorprendió porque es una novela más bien "metafísica". En mi
opinión, usted es muy sabio al aconsejar a los nacionalistas Blancos que sean
neutrales en temas religiosos. Pero usted es también un ciudadano privado.
Entonces, ciudadano, ¿puede usted hablarnos acerca de sus creencias religiosas
y metafísicas y cómo usted llegó a ellas?
—H.
COVINGTON: Creo en la reencarnación porque yo mismo he presenciado y he
experimentado acontecimientos que me indican que eso es al menos parte del
proceso que le sucede al alma humana o a la personalidad después de la muerte.
No entraré en los detalles de esas experiencias aquí, porque mi vida actual
está dedicada a las 14 Palabras [de David Lane] y tales creencias no son
realmente pertinentes para mi trabajo racial. Estamos destinados a vivir
nuestras vidas en este mundo, no en el siguiente. Mi visión metafísica del
mundo me ha proporcionado una cualidad espiritual inestimable, gracias a la
cual no temo a la muerte, aunque es verdad que cualquier terrorista suicida
islámico puede decir lo mismo.
Cuando salí
al desierto en Rhodesia, por ejemplo, nunca tuve miedo de ser muerto. Volver
sin brazos o sin piernas por causa de una mina terrestre, o ciego, o en una
silla de ruedas, eso sí me asustaba, pero no la muerte real, y ése es un
recurso espiritual conveniente de tener. No insisto, sin embargo, en esas
creencias, ni tampoco trato de imponerlas a otros. No soy un misionero enviado
a ellos por la simple razón de lo que sé, y los otros van a averiguarlo en la
plenitud de los tiempos, y realmente no importa lo que ellos crean. De
cualquier modo mantienen a flote sus botes. Para mí la cuestión está resuelta.
Nuevamente, ésa es una buena ventaja para que un revolucionario prepare sus
maletas.
—GJ: Es deprimente contemplar cuánto esfuerzo se hace por cosas
en las cuales no pensaríamos dos veces si sólo tratáramos con el hecho de que
vamos a morir, y de que no sabemos cuándo. Eso puede suceder cualquier día.
¿Qué piensa usted que le da el sentido a la vida humana?. ¿Piensa usted que hay
un sentido y un propósito más grandes para el universo?. ¿Piensa usted que eso
se vincula con las vidas de los individuos?
—H.
COVINGTON: A diferencia de mi certeza en la reencarnación, yo tomo una actitud
más bien Zen con respecto al sentido de cada vida individual misma. Sólo porque
usted va a conseguir más de una vida no es ninguna excusa para holgazanear.
Este mundo es una escuela donde hemos sido enviados para aprender y crecer como
seres espirituales individuales. Usted comienza en el equivalente del kindergarten y hace su camino por
grados: escuela básica, escuela secundaria, universidad, tal vez algún trabajo
de post-grado cósmico, ¿quién sabe? Usted capta la idea. Los niños que evaden
las clases y sólo quieren divertirse en la escuela no terminan bien por regla
general, ni tampoco los espíritus humanos. Kármicamente hablando, es posible
"repetir de curso" muchas veces, y ser obligado a seguir repitiendo
las mismas experiencias y enfrentar los mismos obstáculos hasta que uno los
doblegue, venza aquellos obstáculos, y se desarrolle adecuadamente.
No hay nada malo en absoluto con la
ambición espiritual y una tendencia a la excelencia, para vivir la propia vida
para dejar un mejor mundo que el que encontramos al nacer. Realmente así es como
deberíamos vivir, aunque huelga decir que la mayoría no lo hace. Idealmente
cada vida humana debería llevar a cabo algo, y eso implica superar los defectos
y obstáculos físicos, espirituales y relacionados con el carácter que son parte
de la vida. Desde mi punto de vista, puesto que el resultado final, en la
medida en que el destino del individuo está pre-ordenado en cualquier caso,
cómo usted juegue el juego es en efecto el aspecto más importante de todo esto,
porque eso es lo que usted llevará consigo en su siguiente existencia.
—GJ: Un pensamiento que me consuela en estados de ánimo más
oscuros es el hecho de que, mucho después de que la Tierra sea sólo una ceniza
en el vacío del espacio, las ondas de radio que llevan la música de Bach y
Mozart y Wagner todavía viajarán hacia afuera, quizás para encontrar oídos
dignos de ella. (Por supuesto toda la mierda radiotransmitida estará ahí
también). ¿Le importa a usted mucho la música?. ¿Cuáles son algunos de sus
géneros, músicos y compositores favoritos, y por qué?
—H.
COVINGTON: Clásicamente hablando, disfruto de Wagner, por supuesto, así como de
Mozart, Verdi, el canto gregoriano y la música litúrgica Ortodoxa del Este,
Gesualdo, Hildegard von Bingen, y Aaron Copland, uno de los pocos judíos a
quien yo estaría inclinado a conceder el status de "ario
honorario".
Pero realmente no escucho mucha música
clásica; exige concentración a fin de ser apreciada, y la mayor parte de mis
momentos dulces los escucho mientras trabajo o escribo. Hice una cinta de mezcla
que llamé la Banda de Sonido del Noroeste para algunos de mis seguidores, que
consistía en piezas atmosféricas claves que yo escuchaba mientras componía
ciertas secciones de las novelas del Cuarteto, e incluía todo, desde la música
sinfónica celta de los CDs "Granuaile", "The
Pilgrim" y "The Relief of Derry Symphony" [del
compositor irlandés Shaun Davey, n. en 1948], hasta la música rock de Jefferson Airplane y Joe
Walsh, gaitas, bandas de sonido de películas y bluegrass.
Mis tres principales colecciones de música
que pongo en mi computador mientras trabajo se titulan "Irlandés",
que incluye a Enya, The Chieftains, The Corrs, The Bothy Band
y Planxty; "Del Sur", que comienza con Ralph Stanley y pasa a
Waylon Jennings, (Lester) Flatt y (Earl) Scruggs, Steve Earle, Mike Cross, y
Grandpa Jones; y finalmente "Rock", que tiene a Jefferson Airplane,
Phil Collins, The Who, The Rolling Stones y Runrig,
entre otros.
—GJ: ¿Cuáles son las mejores cosas que usted ha hecho en
su vida hasta ahora, y de qué cosas se arrepiente más de haber hecho o no haber
hecho?
—H.
COVINGTON: La mejor cosa son mis hijos. Ellos me desprecian, por supuesto,
habiendo sido cuidadosamente criados para hacer eso por los otros miembros de
mi familia, y aquel hecho no tiene el ápice más leve de efecto sobre mi amor
por ellos. No es culpa de ellos, y además, usted nunca realmente puede enojarse
con alguien cuyos pañales usted ha cambiado. El hecho es que ellos existen, y
espero que un día ellos tengan sus propios hijos y hagan por ellos algo mejor
que lo que yo fui capaz de hacer.
La cosa que más lamento es no haber
aparecido con la idea del Noroeste hace muchos años, cuando supe y entendí que
ése era el camino que había que seguir. Ciertamente yo supe después de Ruby
Ridge que ése era un sacrificio que no podíamos ignorar o denigrar siguiendo
gastando nuestro tiempo en estrategias que eran fracasos probados, o peor aún,
simplemente siguiendo yendo a la deriva. Por qué no di el paso adelante en 1992
y proclamé lo que yo sabía que era la verdad, implica muchos factores
complejos, algunos de ellos que no hablan bien de mí. Fue necesario el martirio
del pastor Butler para que yo finalmente afirmara mi coraje hasta
dejarlo inconmovible. Parte de aquel proceso de crecimiento ya lo mencioné,
pero no debería haberme tomado tanto tiempo; y si el Northwest Front
está ahora corriendo contra el tiempo, eso es en gran parte por culpa mía.
Lamento aquello profundamente, y espero que pueda compensarlo en el tiempo que
me queda.
—GJ: Conozco a muchos jóvenes nacionalistas muy brillantes y
prometedores. Les he recomendado sus novelas a ellos, e incluso les he dado
copias, y han influído definitivamente en ellos. ¿Cuál es su consejo para los
nacionalistas jóvenes? Si usted tuviera un hijo de 19 ó 20 años, embarcándose
en la vida adulta, ¿qué le diría usted?
—HAROLD
COVINGTON: Tan cliché como esto pueda sonar, mi primer consejo (que nunca se me
permitió dar a mi hijo real en la vida real) sería que aprendiera un comercio.
Que consiga una habilidad comerciable, algo para vender, que le proporcione
comida en su mesa y un techo sobre su cabeza.
Si usted va a ser políticamente eficaz,
usted tiene que comenzar con aquellos fundamentos. Usted no puede participar en
una revolución viviendo bajo un puente, y hacia allí es donde millones de
personas Blancas se están dirigiendo. Aprenda a arreglar los juguetes de los
hombres ricos cuando se rompan, aprenda a hacerlo bien y a un precio económico,
y usted siempre tendrá trabajo. Usted tiene que ser financieramente a prueba de
balas, adquiriendo una habilidad que alguien, en algún lugar, siempre querrá
pagarle por ejercitarla. Cuando usted tiene un techo sobre su cabeza, un
automóvil que funciona, y sus necesidades elementales satisfechas, ésa es su
línea de fondo para la actividad política. De otro modo, usted no debería
intentarla.
—Greg Johnson:
Gracias.–
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