Hemos encontrado este artículo (The
Myth of Hitler's 'Jewish' Grandfather) que, aunque al parecer siendo más antiguo,
aparece como editado el 30 de Junio de 2007. Está firmado por Martin Kerr,
quien sería un activista de toda la vida, y un escritor y editor sobre temas nacionalsocialistas. Él escribió esta
refutación standard en
1982 (dice en un sitio) la cual ha resistido la prueba del tiempo. Creemos que
podría tratarse del editor señor David Martin Kerr, señalado por algunos como
uno de los estadounidenses influyentes dentro del movimiento racialista blanco
y conservador. Se suma este texto que hemos traducido a otros dos que hemos
presentado (de Carolyn Yeager y Karl Radl) con respecto a la refutación de
mentiras que varios pretenden desde hace tiempo hacer pasar por verdades,
tocantes a los verdaderos ancestros de Adolf Hitler. Creemos que si con todos
estos argumentos que estamos aportando aún habrá quienes sigan aferrándose a
inverosímiles y desacreditadas patrañas, aquellos no tienen remedio intelectual
y evidentemente tienen un interés forjado de antemano. Las informaciones que
están entre paréntesis cuadrados son del editor del texto en inglés. Hemos
enriquecido la información con una muy pertinente nota.
El Mito
del Abuelo "Judío" de Hitler
por
Martin Kerr
Hitler estaba en lo correcto: Mientras más enorme y absurda es una
mentira, más rápido captura la imaginación pública y es creída, y es más
difícil de disipar.
«...pues las grandes
masas de personas en el fondo mismo de sus corazones tienden a estar
corrompidas más bien que ser deliberadamente malas, y que, por lo tanto, en
vista de la simplicidad primitiva de sus mentes, ellos caen más fácilmente
víctimas de una mentira grande que de una pequeña, ya que ellos mismos mienten
en pequeñas cosas, pero estarían avergonzados de mentiras que fueran demasiado
grandes.
«Tal falsedad nunca
entrará en sus cabezas, y ellos no creerán que alguien fuese capaz de tal
descaro monstruoso y falsedad infame; sí, aun cuando estén informados sobre el
asunto, ellos dudarán mucho tiempo y vacilarán, y seguirán aceptando al menos
una de las afirmaciones como verdadera. Por lo tanto, de incluso la mentira más
insolente siempre algo permanecerá y se mantendrá...» (Mein Kampf,
Libro I, cap. X).
Es una de las crueles ironías de la Historia
—aunque quizás no una inesperada― el que habiendo expuesto y denunciado la técnica de la
Gran Mentira ante el mundo, Adolf Hitler mismo se convirtió en el sujeto de un
montón entero de falsedades y calumnias.
No es nuestro objetivo aquí investigar
todas las Grandes Mentiras que han sido propagadas sobre Adolf Hitler, el
nacionalsocialismo y el Tercer Reich, sino más bien concentrarnos en una
de las más duraderas y perniciosas de estas mentiras: la de que Hitler era de
ascendencia parcialmente judía.
Hay una serie de variaciones del mito "Hitler era en parte judío",
que generalmente tienen dos cosas en común: 1) la mayoría de ellas se basa en
la acusación de que el abuelo paterno de Hitler era un judío, y 2) todas han
sido completamente desacreditadas por las pruebas documentales disponibles. Que
esa acusación sea todavía hoy repetida es una evidencia del odio duradero y
apasionado que los enemigos de Adolf Hitler todavía conservan hacia él, incluso
ahora, décadas después de su muerte. Al mismo tiempo, es un ejemplo clásico del
desprecio por la verdad que muchos historiadores anti-Hitler del Sistema
muestran cuando hablan de la época nacionalsocialista en Europa.
De hecho, la familia Hitler, incluso el abuelo paterno de Adolf Hitler,
es de un linaje ario intachable. Por medio de los archivos de nacimientos, muertes
y matrimonios conservados por la Iglesia católica, es posible remontar a los
antepasados de Hitler a cientos de años.
La familia, que vivió desde tiempo
inmemorial en Austria Superior, era de un sólido origen campesino alemán, y los
antepasados inmediatos de Hitler eran todos pequeños granjeros o artesanos. (La
excepción notable a esto, por supuesto, fue el padre de Hitler, Alois Hitler,
que era un funcionario comisionado en el servicio austriaco de aduanas). La
ortografía y la pronunciación del apellido como "Hitler" es un
desarrollo bastante reciente. Las versiones más antiguas incluyen
"Huettler" y "Hiedler", siendo la primera el apellido
original del cual se derivaron las otras formas [El nombre puede derivarse de
"Huette", la palabra alemana para "choza"] (1).
(1). Para una buena
discusión de la familia de Hitler, y especialmente de los antecedentes
inmediatos de Adolf Hitler, vea Bradley F. Smith, "Adolf Hitler: His Family, Childhood and Youth", capítulos
1 y 2, passim, Hoover Institution Publications, Stanford,
California, 1967.
La única irregularidad en la ascendencia de Hitler fue la ilegitimidad
de su padre. Por cuanto él nació fuera del matrimonio, Alois Hitler llevó el
apellido de soltera de su madre, María Anna Schicklgruber, durante una buena parte de su vida. Incluso después de que su madre finalmente se casó con [el
padre de Alois] Johann Georg Hiedler, Alois conservó el apellido Schicklgruber.
No antes de que él tuviera 39 años él reclamó su apellido apropiado, que él
deletreó y pronunció en la manera que el mundo ha venido a conocer: ¡Hitler!.
Pero esta ilegitimidad en sí misma no es significativa o aún inusual.
Como el historiador anti-NS Bradley F. Smith nota en su libro bien investigado
y generalmente imparcial, "Adolf Hitler: Su Familia, Infancia y
Juventud":
«A pesar de que la ilegitimidad
era mal vista por las autoridades, sobre todo por la Iglesia Católica, era
común en los campos austriacos. En algunos distritos, el 40 por ciento de los
nacimientos era ilegítimo. La cifra para Austria Inferior en 1903 era todavía
del 24 por ciento. Un hijo natural en una casa campesina, por lo tanto, no era
un fenómeno extraño...» (p. 20).
Inusual o no, la ilegitimidad de Alois ha servido como una base fáctica
de extrema importancia para aquellos que procuran difundir la falsedad de que
Hitler tenía un abuelo judío.
Las Primeras
Calumnias
Como cualquiera que tenga una experiencia de primera mano en el
movimiento racialista sabe, es una práctica común de los judíos mismos intentar
de vez en cuando desacreditar a prometedoras personalidades anti-judías
esparciendo rumores falsos de que este o aquel líder es realmente un judío, o
un homosexual, o un comunista o un agente del gobierno. En efecto, con
difamaciones de esta clase incluso algunos individuos dentro del movimiento
racialista intentarán menoscabar a sus rivales políticos.
Adolf Hitler fue el objetivo de tal secreta y despreciable oposición
desde dentro del Movimiento, al menos tan temprano como en Julio de 1921. Una
camarilla de miembros del NSDAP que evidentemente sintieron que Hitler no
estaba capacitado para conducir el Partido comenzó una campaña de rumores de
que él era de ascendencia judía.
Como es siempre el caso en las historias acerca de los antepasados
supuestamente judíos de Hitler, estos conspiradores no tenían absolutamente
ninguna evidencia documental para sus afirmaciones, y confiaron en cambio en
insinuaciones falsas, sospechas infundadas y rencores. Sus esfuerzos culminaron
en la circulación de un panfleto del miembro del NSDAP Ernst Ehrensperger, que
dice en parte:
«Hitler cree que ha llegado el tiempo para introducir la desunión y la
disensión en nuestras filas a instancias de sus sostenedores en la sombra, y
así promover los intereses de la Judería y sus secuaces... ¿Y cómo está
conduciendo él esta lucha? Como un verdadero judío» (Werner Maser, "Hitler:
Legend, Myth and Reality", pp. 9-10, Harper & Row, Nueva York,
1971).
Aunque éste pueda haber sido el primer esfuerzo para difamar al Führer
en esta manera, ciertamente no fue el último. A lo largo de los años '20 y '30
aquellos que eran hostiles a Hitler propagaron diversas variaciones de este
cuento, incluso versiones que eran a menudo mutuamente contradictorias. El Daily
Mirror de Londres vanamente trató de añadir un poco de sustancia a esta
mentira en Octubre de 1933 publicando una fotografía de una lápida sepulcral de
un judío polaco que había llevado el mismo apellido que el Führer. Dos
periódicos judíos, Forward en Estados Unidos y Haynt en Polonia,
rápidamente se hicieron cargo de esto para propagar esta particular historia
posteriormente, siendo la implicación de esto que el judío difunto ¡era el
abuelo de Hitler!.
Sin embargo, ya que este judío específico había nacido en 1832, él era
sólo cinco años más viejo que el padre de Hitler, lo que significaba que él no
podía haber sido el hombre que engendró al ilegítimo Alois [es decir, a menos
que el judío en Polonia engendrara al padre del Führer en Austria a la
edad de cinco años].
Así, la primera historia del "abuelo judío" fue puesta a
descansar (Werner
Maser, "Hitler: Legend, Myth and
Reality", p. 10).
El infame propagandista anti-nacionalsocialista Konrad Heiden [Munich
1901 - Nueva York 1966], él mismo en parte judío, también sugirió en sus
venenosas biografías de Hitler, publicadas en 1932 y 1936, que el Führer
era de ascendencia judía.
Heiden afirmó de manera infame que Hitler era un Teppichfresser, un
"mascador de alfombras" (*). Todos los historiadores descartan hoy
sus libros como estupideces, entre ellos "Der Führer. El Ascenso de
Hitler al Poder" (Boston, 1944), "Hitler: Una Biografía"
(en dos volúmenes, 1936-1937, Zürich), "Nacimiento del Tercer Reich"
(Zürich, 1934) e "Historia del Nacionalsocialismo" (Berlín,
1932).
(*) NdelT: La
misma tontería sostiene el despreciable periodista estadounidense William
Shrirer en su libro "The Rise and
Fall of the Third Reich", en forma de diario, donde el 22 de
Septiembre anota: «Pienso que Hitler está
al borde de un colapso nervioso. Y ahora comprendo el significado de una
expresión que miembros del Partido usaban cuando nos sentamos a beber en el Dressen anoche. Ellos hablaban del "Teppichfresser", el "come-alfombras". Al
principio no lo entendí, pero luego alguien lo explicó en un susurro. Ellos
decían que Hitler había estado teniendo una de sus crisis nerviosas últimamente
y que en días recientes éstas habían tomado una forma extraña. Cada vez que él
violentamente alude a [Edvard] Benes o a los checos, se arroja al suelo y masca
el borde de la alfombra, y de aquí la alusión. Después de verlo esta mañana,
puedo creer eso». Pero este pobre idiota mitómano y crédulo ignoraba que el
chisme de Hitler como comedor de
alfombras era simplemente una mala interpretación, puesto que algunos
periodistas franceses habían apodado a Hitler como "Teppichfresser" porque éste solía caminar hacia adelante y
hacia atrás durante sus discursos. Los periodistas pensaron que por desplazarse
tanto él destruiría muchas alfombras. Así es como surgió el apodo.
Aunque estos libros fueran altamente considerados en círculos hostiles
al Movimiento, esta particular mentira fue correctamente juzgada como demasiado
improbable para ser tomada en serio y fue generalmente desestimada (Werner Maser, op.
cit., p. 12).
La Gran Mentira
de Hans Frank Refutada
Por extraño que parezca, la versión más persistente del mito no fue
ampliamente publicitada sino hasta 1956, mucho después de la muerte del Führer,
con la publicación de "Hitlers Jugend: Phantasien, Luegen und die
Wahrheit" (La Juventud Hitleriana: Fantasías, Mentiras y la Verdad)
de Franz Jetzinger. Mientras que las tentativas anteriores de estigmatizar a
Hitler acusándolo de ser en parte judío simplemente tomaron la forma de rumores
infundados que eran tan carentes de documentación según estaban alejados de la
realidad, Jetzinger al menos hizo algún esfuerzo para respaldar su caso.
Bradley Smith resume las acusaciones de
Jetzinger:
En la edición alemana de su libro Hitlers Jugend (págs. 28-35), y
sobre todo en el posterior resumen inglés, Hitler's Youth (págs. 19-30),
Jetzinger sostiene, con entusiasmo creciente, que el padre de Alois Hitler era
realmente un judío de Graz de apellido Frankenberger...
La única fuente de Jetzinger para estos sorprendentes argumentos es el
libro "Im Angesicht des Galgens" (Ante la Horca),
escrito por Hans Frank, antiguo abogado nacionalsocialista y Gobernador General
de Polonia, mientras esperaba la ejecución en Nuremberg.
En un relato plagado de errores
demostrables (que fueron expuestos en parte por la propia investigación de
Jetzinger) Frank declara que hacia el final de 1930 él fue a Austria por
órdenes de Hitler para investigar una amenaza de revelación de un presunto
antepasado judío del Führer.
Hans Frank afirma que en Graz él se enteró
de que la madre de Alois había sido empleada por la familia judía
Frankenberger, que ella había quedado embarazada mientras estaba en su empleo,
y que la familia le pagó un dinero de apoyo en años posteriores sobre la
presunción de que el padre del niño era el joven Frankenberger... La narrativa
de Frank es vaga y carece de evidencia que la confirme. Él sostiene que
existían ciertas cartas para apoyar su historia, pero ni él ni nadie más ha
sido capaz alguna vez de producirlas (Bradley F. Smith, "Adolf Hitler: His Family, Childhood and Youth", p. 157).
A pesar de que con toda seguridad no era su objetivo levantar otra vez
el argumento del "abuelo judío", Jetzinger realizó de esta manera un
servicio valioso a nuestro Movimiento, ya que su acusación incitó a otros
investigadores a determinar de una vez para siempre la verdad o la falsedad del
mito.
Lo que estos investigadores encontraron, por supuesto, era que Hans
Frank estaba mintiendo.
El historiador y biógrafo alemán de Adolf
Hitler, Werner Maser, quien es algo menos histérico en su oposición al
nacionalsocialismo y a su fundador que otros escritores anti-NS, descubrió que:
«...Ninguno de los Frankenberger conocidos por haber vivido en Graz [la
capital de la Austria Superior] podría haber sido el padre de Alois
Schicklgruber, ni tampoco parece haber ningún rastro de algún judío alemán
llevando ese apellido o cualquier variante de aquél en el siglo XIX.
«En efecto, a partir del final
del siglo XV hasta una década después de la muerte de María Anna Schicklgruber,
ningún judío era residente en Graz. Bajo los términos del tratado concluído el
19 de Marzo de 1496 entre el Emperador Maximiliano I y las ciudades de la
región de Estiria, todos los judíos debían ser expulsados de la provincia hacia
el 6 de Enero de 1497.
«...No antes de 1781, en el reinado de Joseph II, a ellos se les
permitió entrar de nuevo en el Ducado de Estiria y entonces sólo durante unas
pocas semanas a la vez... cuando eran admitidos en las ferias comerciales en
Graz, Klagenfurt, Laibach y Linz contra el pago de una suma fija.
«Pero tan pronto como
el 9 de Septiembre de 1783 los derechos de los judíos fueron nuevamente
recortados, una medida que fue reforzada por regulaciones discriminatorias
adicionales en 1797, 1823 y 1828. Esta situación permaneció inalterada hasta
comienzos de la década de 1860...» (Maser, p. 13. Vea
también p. 351, f. 46).
En otras palabras, es simplemente imposible que en 1836 la abuela
paterna de Adolf Hitler, María Anna Schicklgruber, pudiera haber quedado
embarazada de un judío de Graz apellidado Frankenberger, antes de dar a luz a
Alois Schicklgruber/Hitler, el padre de Adolf, en 1837.
Por supuesto, la verdad rara vez ha actuado como una restricción en los
más rabiosos escritores anti-Hitler, como Jetzinger. Cuando en 1956 la revista
alemana Der Spiegel publicó los resultados de una investigación que eran
los mismos que las conclusiones de Maser, Jetzinger permaneció aparentemente
impertérrito. Smith comenta:
"En el resumen inglés de su
trabajo, Jetzinger descartó la historia de Der Spiegel, no por
presentar nuevas pruebas sino repitiendo con un aumentado énfasis que él creía
que el abuelo paterno de Adolf Hitler era judío" (Smith, op. cit., p.
159).
Es imposible averiguar hoy por qué Hans
Frank dijo esta falsedad infundada e indignante. Está claro, a partir del estado
confuso de su biografía (Smith, op. cit., p. 158), que él sufrió un colapso
mental por la tensión que le provocaron su encarcelamiento y los procedimientos
judiciales del farsesco tribunal de Nuremberg. Uno sólo puede suponer que la
historia del "abuelo judío" que él relató fue producto de esta
debilidad psicológica.
Está menos claro por qué Jetzinger aceptó la historia de Frank de manera
tan poco crítica, sobre todo después de que fue objetivamente refutada por
otros historiadores anti-nacionalsocialistas. Y es absolutamente asombroso que
todavía otros historiadores continúen hasta este día repitiendo como loros
tales tonterías frente a tal riqueza de pruebas sólidas que la refutan.
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Alois Hitler, alrededor de los 65 años. |
Escritores
Anti-Hitler Ignoran la Evidencia
Por ejemplo, el historiador perteneciente al sistema Robert Waite, en un
libro publicado en 1977 (aproximadamente 21 años después de la investigación de
Der Spiegel), refiere la aseveración de Hans Frank de que el abuelo
paterno de Hitler era judío, diciendo:
«A pesar de la
reputación de Frank como "el Carnicero de Polonia", parecería haber
razón para creer su historia. Él escribió sus memorias como un hombre condenado
a muerte que se había convertido al catolicismo. Él escribió, en parte, para
expiar sus pecados. Él no tenía ninguna razón aparente para tergiversar a
Hitler o para inventar la historia» (Robert G. L. Waite, pp. 126-127, New York,
1977).
El trabajo de Waite, a propósito, se titula "The Psychopathic
God Adolf Hitler", título que indica el nivel de objetividad histórica
que el autor mantiene a través de todo el libro.
Otros, mientras repiten las acusaciones de
Frank refutadas hace mucho tiempo, han sido menos entusiastas sobre una
aceptación incondicional de ellas. Joachim Fest, en su biografía del Führer,
concede que la historia de Frank es "sumamente
dudosa" y que "la
investigación reciente ha sacudido aún más la credibilidad de su declaración,
de modo que la noción entera puede escasamente resistir la investigación"
(Joachim
C. Fest, Hitler, p. 15, Harcourt
Brace Jovanovich, New York, 1973).
Después de afirmar esto, sin embargo, Fest se pone a especular con que
Hitler mismo puede haber creído el improbable cuento de Frank y que "los descubrimientos [sic] de Frank obligaron a Hitler a dudar de su
propia ascendencia". No debería sorprender que Fest no aporte ninguna
evidencia para sostener esta peculiar noción.
Quizás la más ampliamente leída biografía
reciente del Führer sea "Adolf Hitler" (1976) de John
Toland. No haciendo caso de las investigaciones sobre la historia de Frank
realizadas por Der Spiegel, Bradley y Maser —todas las cuales estaban
disponibles para él—, y despreciando cualquier investigación personal en la
materia, Toland dice que el padre de Alois Hitler fue probablemente un hombre
de la vecindad. Hay una leve posibilidad de que el abuelo de Hitler fuera un
rico judío apellidado Frankenberger o Frankenreither, y de que María Anna haya
sido una empleada doméstica en dicha casa judía en Graz y que el hijo joven la
hubiera embarazado (John Toland, Adolf Hitler,
pp. 3-4, Doubleday & Company, New York, 1976).
Él continúa citando a Jetzinger como una fuente para esta historia,
comentando que el libro de Jetzinger es "generalmente exacto".
Debería ser hecho notar que Toland [1912-2004] puede haber tenido un motivo
psicológico personal para desear creer el desacreditado cuento del "abuelo
judío": Él mismo es un mezclador de la raza, casado con una esposa
japonesa, y de ese modo él puede estar demasiado impaciente para proyectar su
propia carencia de integridad racial sobre otros.
Incluso con toda su deshonestidad
académica, Waite, Fest y Toland (cada uno de los cuales es al menos
nominalmente ario) no comienzan siquiera a acercarse a la absurda afirmación
hecha por el psicólogo judío Walter Langer.
En The Mind of Adolf Hitler (1972), Langer presenta lo que es
quizá la versión más descarada e insultante de la mentira del "abuelo
judío". En este análisis "psico-histórico" de la personalidad de
Hitler, Langer relata una historia de la ascendencia de Hitler que sostiene que
su abuelo paterno era realmente un miembro de la familia Rothschild que vivía
en Viena. Él no ofrece un solo fragmento de evidencia o documentación para
justificar esta notable afirmación, pero en cambio enumera "varios
factores que parecen favorecer su posibilidad", entre los que incluye:
"...la inteligencia y la conducta de Alois
[el padre de Hitler], así como la de sus
dos hijos [Adolf y Alois hijo], está
completamente en desacuerdo con la usualmente encontrada en las familias
campesinas austriacas... Tal ambición y extraordinaria intuición política está
más de acuerdo con la tradición Rothschild" (Walter C. Langer,
"The Mind of Adolf Hitler. The Secret Wartime
Report", p. 113, Basic Books, New York,
1972).
En otras
palabras, Hitler era demasiado inteligente y capaz para haber provenido de un
humilde origen campesino ario, y por lo tanto debe haber sido en parte judío...
...¡Qué increíble arrogancia!.
Langer, psiquiatra judío de Harvard, dice
que un abuelo Rothschild dio a Hitler su brillantez; crear una Europa judenfreies,
"sin judíos", FUE brillante.
Notamos antes que los primeros en difundir la patraña de que el Führer
era judío fueron los opositores de Hitler dentro del Movimiento. Así, es triste
pero no sorprendente que sus actuales críticos racialistas hayan tratado de dar
nueva vida a esta falsedad. "Direct Action", un boletín de
noticias racialista canadiense con inclinaciones nacional-bolcheviques, repitió
la acusación de Hans Frank tan recientemente como en Diciembre de 1980 ("What Strasser Knew", Direct Action, N°26, pp. 10-11, Toronto,
Canadá, Dic. 1980). Posteriormente hizo la acusación
de que el líder SS Reinhard Heydrich era también judío en una cuarta
parte, y declaró que uno de los verdaderos motivos por los que el traidor
Gregor Strasser fue ejecutado en el momento del golpe contra Röhm era que él tenía
"pruebas" de todo esto (Ibid., p. 11). El boletín de noticias no
explica por qué Hans Frank no fue ejecutado por la SS también, si
también él estaba en posesión de esta escurridiza "evidencia".
Las Mentiras Son Duras para Morir...
Las mentiras son duras de matar, sobre todo cuando ellas son
deliberadamente propagadas por sinvergüenzas disfrazados como académicos o por
aquellos que tienen un hacha política que afilar. Y sin embargo a veces los acontecimientos
reales prestan un aura de credibilidad a lo que es falso.
La desafortunada atracción que el nacionalsocialismo ejerce sobre
ciertos judíos inestables que se auto-odian y sobre semi-judíos, es bien
conocida a través de todo el Movimiento.
Esto es particularmente verdadero de la grotesca y distorsionada parodia
del verdadero nacionalsocialismo que ha sido etiquetada como "nazismo de
Hollywood". Desde el renacimiento del Movimiento a principios de los años
'60 [por George Lincoln Rockwell, 1918-1967, Comandante Naval en la 2ªGM y en
Corea, y asesinado a sus 49 años], ha habido varios judíos que se han
identificado tan fuertemente con el Movimiento que ellos han ocultado su
ascendencia racial y se han unido a nuestras filas. En al menos tres casos,
estos individuos enfermos se han elevado a posiciones de prominencia en los
medios antes de ser expuestos sus antecedentes.
En el más notable de estos casos, Frank
Collin/Cohn, fundador del grupo disidente que se llama a sí mismo el Partido
Nacionalsocialista de Estados Unidos (NSPA), fue extensamente presentado al
público por los medios de comunicación como el clásico ejemplo de un líder "nazi"
que era secretamente un judío ("Immigration
Records Prove Frank Collin is Jewish", White Power, N°86, págs. 4-5, George Lincoln Rockwell Party,
Arlington, Virginia, Julio-Agosto 1978).
Este y otros casos similares sólo sirven para reforzar la creencia
popular de que Hitler mismo era de ascendencia judía.
¿Insulto o
Elogio?
Estos cuentos son propagados, por supuesto, con la esperanza de que
ellos desacreditarán de alguna manera a Adolf Hitler, su Idea y su Movimiento.
Los nacionalsocialistas toman tales acusaciones como un insulto, y con razón.
Aún así, en cierto modo, dichos
infundios son un elogio involuntario. En el caso de grandes hombres, es
completamente común entre judíos y otros desprestigiar su genealogía o
reputación aria, o reclamar logros arios como propios. Ellos harían que
nosotros creyéramos que Beethoven era un Negro.
Cuando los judíos y sus lacayos levantan tales absurdas acusaciones
contra el Führer podemos indignarnos en apariencia, pero interiormente
deberíamos sonreír.
Deberíamos sonreír porque sabemos que tales acusaciones son totalmente
falsas, y pueden ser así demostradas. Pero también deberíamos sonreír porque
sabemos, como nacionalsocialistas, que la memoria de Adolf Hitler pertenece no
sólo a sus pocos discípulos fieles hoy sino en último término a la raza aria
entera. Esto en cuanto a la vida de Adolf como un descendiente de los
Rothschild.
Sólo Paula Hitler y Adolf sobrevivieron a su infancia en aquella época
de alta mortalidad infantil rural. Paula Hitler nunca vaciló en su amor y
lealtad a su hermano mayor. Paula
escribió: "Adolf era el hijo mayor
de nuestra patria austriaca" y "él siempre quiso lo mejor para Alemania" (12 de Octubre y 28
de Diciembre de 1957). En su declaración más famosa, ella escribió a los
periódicos alemanes:
«¡Señores!
Nunca olviden esto:
Vuestros nombres serán olvidados incluso antes de que sus cuerpos se hayan
podrido en la tierra, pero el nombre de Adolf Hitler todavía será una luz en la
oscuridad.
Ustedes no pueden
asesinarlo ahogando su memoria en vuestros tarros de basura, y ustedes no
pueden estrangularlo con vuestros sucios dedos manchados con tinta. Su nombre
existe para siempre en cientos de miles de almas. Ustedes son lejos demasiado
insignificantes para siquiera tocarlo.
Él amaba a Alemania, él se preocupó por
Alemania. Cuando él luchó por el honor y el respeto era por el honor alemán,
por el respeto para Alemania, y cuando no quedaba nada más, él dio a Alemania
su vida.
¿Qué han dado ustedes
hasta ahora?; ¿cuál de ustedes daría su vida por Alemania?. Las únicas cosas
por las que ustedes se preocupan son la riqueza, el poder y artículos de lujo
interminables. Cuando ustedes piensan en Alemania, piensan en complacer
vuestros sentidos sin responsabilidad y sin preocupaciones.
Confíen en mí en esto: La total ausencia
de egoísmo del Führer en palabras y hechos sólo garantiza su inmortalidad. El hecho de que
la amarga lucha por la grandeza de Alemania no fuera coronada por el éxito,
como ocurrió con Cromwell en Gran Bretaña, tiene mucho que ver con la
mentalidad de las personas involucradas.
Por una parte, el
carácter de los ingleses es esencialmente injusto, gobernado por los celos, la
auto-importancia y una falta de consideración. Pero ellos nunca olvidan que son
ingleses, leales a su gente y a su corona. Por otra parte, el alemán, con su
necesidad de reconocimiento, nunca es, ante todo, un alemán.
Por lo tanto, a
ustedes no les importa, ustedes seres insignificantes, si ustedes destruyen la
nación entera. Vuestro único pensamiento guía siempre será: yo primero, yo
segundo, yo tercero.
En vuestra
insignificancia, ustedes nunca pensarán en el bienestar de la nación; y con
aquella lamentable filosofía ¿ustedes desean impedir la inmortalidad de un
gigante?».
Paula Hitler, Berchtesgaden, 1°
de Mayo de 1957
(Estas citas contradicen directamente las declaraciones
atribuídas a ella en el artículo de Wikipedia en inglés).
* *
* * *
Nota del editor en inglés:
Ya que este y otros artículos han puesto al "abuelo judío" de
Hitler en el limbo, la difamación más reciente de la incansable Máquina de la
Mentira, que vi en la aduladora revista de Alemania Der Spiegel, es que
porque el abuelo paterno de Hitler y la abuela materna (vea las esquinas
superiores izquierda y derecha del mapa encima) tenían ambos el apellido
"Hiedler", Hitler era por lo tanto "endogámico", y por ello
no es extraño que él fuera "el
maniático delirante que prendió fuego al mundo". De hecho, la relación
era la de primos segundos. Habiendo estando casado yo mismo (1977-1990) con una
austríaca de los Alpes, puedo declarar categóricamente que en una época de
grandes familias campesinas, era muy común, en un viejo pueblo histórico,
encontrar el mismo apellido en algún sitio a ambos lados del árbol genealógico.
De hecho, prácticamente toda la gente desciende de aldeanos que estaban
distantemente inter-relacionados. Y todos no hemos "prendido fuego al
mundo". Si alguien ha prendido fuego al mundo, son más bien los psicópatas
[verdaderamente endogámicos].−
Excelente artículo que desmenuza toda la charlatanería historiográfica por hacer aparecer a Hitler como descendiente judío. Ultimamnete han aparecido ciertas conjeturas a partir de estudios geneticos en familiares colaterales de Hitler (Marc Vermeeren - Jean Paul Mulders)pero quedaron en solo conjeturas pues el nexo familiar genético-genealógico e histórico directos no han podido ser demostrados.
ResponderEliminarMe quedo impresionado con la preclaridad de la carta de Paula Hitler donde enrostra la derrota de Alemania a la sarta de traidores que a espaldas del gran esfuerzo del pueblo nacionalista vendieron secretos de guerra a los enemigos de su patria. Queda claro que Hitler amargamente se dio plena cuenta de ello cuando en su Bunker de Berlin supo de los tratos bajo la mesa de Goering y de Himmler, solo allí se podría explicar que los ejércitos soviéticos supiesen del ataque a Kurst y de otras fracasadas ofensivas alemanas.
En definitiva los NS perdieron la guerra militar por los traidores, los espías enemigos y los derrotistas vende-patria que luego se beneficiarían con la caída de Hitler. Pero es asombroso palpar que el ideario hitleriano se mantiene incólume pese a la propaganda satanizadora y que sus postulados son cada vez más tomados en cuenta, a partir de ello la historia viva del NS todavía sigue...